El sur de la bahía de San Francisco alberga la sede de algunas de las empresas tecnológicas más conocidas del mundo, rodeadas de miles de organizaciones más pequeñas que se afanan por emular el éxito de los gigantes digitales.
Los puristas podrán leer estas líneas y creer que hoy se ha puesto en cuestión la monarquía. El té y los scones se habrán servido como medicina a muchos que no entenderán al Londres de hoy. Nadie más fiel a esta noble institución que yo. Siempre he pensado en todo lo noble y grande que aporta la monarquía a la historia de nuestro gran continente, a pesar de ella misma. Desconozco si esa carroza de Harry y Meghsn al galope del Brexit hará que ya no seamos parte de lo que nos une y los británicos encuentren ese imperio que han creído perdido. No creo que hoy eso me importe tanto. Dejo el análisis a los expertos en geopolítica. Hoy escribo desde las entrañas sobre el obispo Michael Curry, que se ha descubierto como el stunning preacher 3.0 y entre todas esas pamelas…Stand by Me, que ha resonado por primera vez entre los muros del templo. En ese momento la BBC no ha querido enfocar a la Reina Isabel. Estaría pensando en si su padre levantara la cabeza qué pensaría o tal vez estaba emocionada porque al final el poder del amor ha hecho temblar hasta los candelabros. Esa Gran Bretaña ha salido a darlo todo por su querido y mimado Harry. Todos le vieron sufrir mucho y demasiado pronto. Le vieron con la mirada perdida. Aquel niño que no entendía nada detrás del féretro de su madre y que como un valiente no derramó ni una sola lágrima.
Nuestro colaborador Víctor de la Serna reflexiona sobre la función del periodismo hoy en día, que andamos sumergidos en internet y sometidos a las amenazas de un mundo interconectado.
Francisco Granados ha aportado al juez del Caso Púnica nuevos documentos. Ahora suelta unas facturas de la Consejería de Justicia de entre 2003 y 2008, cuando era consejero Alfredo Prada, y dice que las facturas podrían ser falsas y haber servido para pagar los gastos electorales del PP. Lo de la corrupción en general es insoportable, y lo de estos corruptos como Granados que vomitan información a plazos es desesperante. Creo que este hombre nos está tomando el pelo a todos, además de considerar que su estrategia de defensa es calamitosa. Otra cosa es el corrupto que decide colaborar con la Justicia y cuenta la verdad, aportando las pruebas de que dispone. Pero en este hombre se percibe a distancia desde hace tiempo un afán de ajustar cuentas políticas que le resta credibilidad. Granados debería entregar de golpe, de una vez, todo el material que tiene para acreditar la mierda en la que vivían, el dinero que entre todos han robado, pero de golpe, de una vez, no a plazos, buscando con cada entrega debilitar a quienes fueron sus amigos y hoy son enemigos a los que quiere abatir a toda costa y sin escrúpulos, como no los tuvo para la mangancia a braga quitada.
Desde hace años y gracias al desarrollo tecnológico la planificación urbanística está dirigida a la construcción de ciudades inteligentes basadas en la optimización de los recursos y el uso de la tecnología para mejorar la vida de los ciudadanos. En su versión más extrema, algunos proyectos urbanísticos tienen como objetivo evitar, con la ayuda de algoritmos cada vez más sofisticados, todos los inconvenientes de la vida en común. Songdo, en Corea del Sur, o Masdar, en Abu Dabi, son dos de los ejemplos más conocidos de lo que algunos han llamado Ciudades Utópicas.
El columnista David Blázquez valora los primeros meses en el poder de Donald Trump en la presidencia de los Estados Unidos, con las promesas cumplidas y las desestimadas.
Se cumplen 75 años de Casablanca. No es objetivamente la mejor película de la historia del cine, y sin embargo es puro cine. En Casablanca, más precisamente en el humeante bar de Rick, se hacina una manera de hacer cine, de verlo, destriparlo y sobre todo vivirlo. Una mitología anclada en el siglo XX y convertida irremediablemente en nostalgia cinéfila. Aunque algunas líneas de guión todavía refuljan como navajas ansiosas, su invocación solo sirve ya como un guiño cansado o como material con que se forjan ocurrentes tuits.
Tengo –tenemos– dificultades para hacer entender a mucha gente la gravedad de lo que sucede en Cataluña. La dificultad es considerable con el español del resto del Estado que no sospecha que hay en marcha un golpe para sustraerle una amplia porción del ámbito geográfico donde se despliegan sus derechos de ciudadanía. La dificultad, en cambio, es máxima cuando se intenta hacer ver a los militantes en el independentismo el verdadero sentido de la empresa que apoyan.
En mi obsesión por dar con el mejor método, la teoría, el lugar mágico en el que se les enseñe a los niños arte, historia, matemática y humanidades, ciencia y geografía sin machacar o aburrir o adocenar o anestesiar, descubrí que la solución al problema pasa por tener menos alumnos por clase, para poder sacar a los niños de su actitud pasiva, con profesores más preparados, y, sobre todo, mucho mejor pagados. Enseñar es una vocación que debe merecer la pena. Todos, hijos y padres, profesores y alumnos, deseamos lo imposible, que la educación, realmente, merezca la pena. Pero ocurre una cosa: como esto de reducir la ratio y dar más, mucha más calidad, parece imposible, al menos a largo plazo, nos rendimos.