Es algo que una comprueba -no sin la pertinente damnificación de su sentido de la responsabilidad- una vez cumplido un tiempo prudencial en su desempeño como contribuyente, en la medida que sea, al debate público. El avance del antiliberalismo en sus múltiples formas, lo venimos contando hace meses, mina las posibilidades de pluralismo la democracia representativa a través de planteamientos dicotómicos, y por ende excluyentes, del relato común.