«El abrazo ortopédico entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias quedará como uno de los momentos más escalofriantes de la historia moderna de este delirante país»
«En los inicios del tostón, Rivera se sacó de la chistera un duro adoquín. Y me pareció una buena metáfora del rostro que exhibieron los cinco políticos»
«Casado e Iglesias fueron los más hábiles en esta contienda aprovechando el despiste de Sánchez y los nervios de Rivera. Abascal, nuevo en estos lares, fue a la suya para mantener lo conseguido»
«Toparse de repente con la realidad de una sentencia judicial y de una violencia organizada en Cataluña significa un choque para el que Sánchez está singularmente mal equipado»
Javier Gomá publica ‘Dignidad’, en la que se ocupa de la que es, a su juicio, la noción más revolucionaria de los últimos tiempos
«Trump ha condenado el supremacismo blanco. Pero no resulta creíble porque él ha asumido ese lenguaje racista»
Afirma una estadística realizada en 2016 que un tercio de los británicos cree en la existencia de los ángeles. No sé cómo andará la cosa entre los españoles. El cómico escocés Billy Connolly habla en sus shows de un ángel de la guarda que le ayuda a aparcar el coche, algo que sostenía, con más veras que bromas, un exministro español. Así y todo, su presencia no es tan evidente para otros, que nos limitamos a desaprobar su incomparecencia igual que solo advertimos de las tuberías cuando fallan.
Era el momento menos oportuno: las ocho de la tarde en la Plaza de Olavide, entre la cuarta y la quinta caña. Ante la mesa llena de amigos, los niños que al jugar al fútbol parecen tener de portería la silla en la que estoy sentado, las marujas que a la distancia compiten por ver quién tiene el peinado a la vez más cristiano y anarquista, la cacofonía de los carritos de bebé y sus alaridos, el mesero que habita cualquier mundo menos este, los espectáculos de amor adolescente en los banquitos, la caña que aún no llega – no debería haber tenido tiempo, en fin, en tal panorama de vitalidad urbana, en tal muestra de salud de la España llena, para haberme hecho la pregunta. Pero por algo soy distraído, y me la hice:
Dice Torra que Barcelona “ha abdicado de ser la capital de Cataluña”. Si estuviéramos en Twitter podríamos contestarle que este es el primer y más inesperado reconocimiento oficial de Tabarnia. Sin embargo, vale la pena no tomárselo a broma y analizar qué pensamiento se esconde detrás de estas declaraciones, porque son más siniestras de lo que parecen a primera vista. Nos encontramos ante “esa concepción estrecha, exclusivista, beata y simplista que reduce toda identidad a una sola pertenencia” y que Amin Maalouf denunciaba en Identidades asesinas. Y Barcelona sigue siendo una ciudad demasiado abierta, demasiado cosmopolita, demasiado diversa, para formar parte de la tribu, y menos aún para encabezarla. Es, además, un mensaje lanzado a todos los ciudadanos de Cataluña. O eres exclusivamente catalán, o no eres catalán, viene a decirnos el presidente de la Generalitat. Dicho de otra manera, o eres separatista, o este no es tu sitio. Así, de un plumazo, el nacionalismo de Torra borra la complejidad de cada individuo, ese conjunto de pertenencias que nos hace únicos. Aniquila la identidad que hace que uno no sea idéntico a otro y nos diluye a todos sublimando una única y sagrada pertenencia.