«Es un disparate que Gistau, que fue libre como Santillana en pleno vuelo hacia el remate, haya perecido como un Don Álvaro cualquiera»
«El precio de la investidura, mientras llegan las rebajas, es alto: la independencia y la amnistía de sediciosos y etarras»
Hay episodios que refuerzan la impresión que el proceso al Procés tramó, trama y tramará una telaraña legal y penal en ocasiones arbitraria para envolver lo que también está siendo juzgado pero que se pretende invisibilizar
En la hora de los desmanes populistas en todo el mundo, Johnson acaba de alzarse –o rebajarse- a la altura de un Trump
Màxim Huerta acaba de contar en una entrevista que su nombre se lo puso, mucho años después de bautizado, algún clérigo de la cadena autonómica valenciana de televisión. Convirtieron al entonces joven Máximo Huerta, de Utiel, en Màxim “por hacer país”; un poco como en versión a lo Berlanga –o Vizcaíno Casas– de la escena en que el joven Vito Andolini recibe su nombre para la posteridad de un funcionario perezoso en la isla de Ellis.
Virginia Cowles llegó a Madrid en 1937, una semana después de la batalla de Guadalajara, con tres vestidos de lana y una chaqueta de pieles en la maleta.
En las librerías hay estantes copados por un renovado género: el terror politológico. Cómo mueren las democracias, La edad de la ira, La gran degeneración, El pueblo contra la democracia, Fascismo… y me temo que a los autores de estos libros no les falta razón en el análisis. A pesar de que cualquier tiempo pasado nos parece mejor, la erosión de las virtudes cívicas y el auge de opciones populistas son hoy una realidad a la que deberíamos atender. La consciencia es la antesala del compromiso individual. Y es que, entre las soluciones que se proponen, hay una que depende únicamente de cada uno de nosotros. Es una de las lecciones de Timothy Snyder en su obra titulada, cómo no, Sobre la tiranía (Ed. Galaxia Gutenberg). “Haz un esfuerzo por distanciarte de Internet. Lee libros”.
Enric González, de natural prudente, nunca habló tan alto como cuando en sus memorias lo hizo de Juan Luis Cebrián: «Vale, el poder miente. Siempre. Pero lo de Cebrián es de traca. En comparación con él, Mariano Rajoy cumple sus promesas con la precisión de un reloj suizo.
Un día discutía -sanamente, sin acritud- con una madre inteligente a la que conozco de las redes, sobre las cosas que les dejo ver en la televisión o no a mis hijos. Bueno, en la televisión, no. En el ipad o el ordenador. Contrastábamos si son demasiado pequeños para que yo les deje ver las cosas que les dejo ver y esos asuntos recurrentes que nos preocupan a los padres en las familias de hoy.