A un amigo (que luego resultó ser exhibicionista y le pusimos de apodo ‘El Gabardina’) le gustaba apostarse en el paseo marítimo a observar a las mujeres que hacían deporte. Este esfuerzo era para él la prueba de que querían estar, mantenerse, en el mercado sexual. La simple idea le excitaba.
Y ante otro nuevo caso de pederastia me obligo a preguntarme por qué se da con esta frecuencia estos casos en la Iglesia… ¿Los pederastas se hacen curas o los curas se hacen pederastas?
Pero por fin India, el país más poblado del mundo, está mirándose la cara en el espejo más atroz