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'El pueblo soy yo', el documental que cuenta cómo se destruyó Venezuela

El documental El pueblo soy yo “es una reflexión de cómo Venezuela ha llegado a lo que ha llegado”.

‘El pueblo soy yo’, el documental que cuenta cómo se destruyó Venezuela

El documental El pueblo soy yo “es una reflexión de cómo Venezuela ha llegado a lo que ha llegado”. Así explica el director Carlos Oteyza su nuevo filme, producido por el historiador mexicano Enrique Krauze, que repasa la historia reciente del país sudamericano, desde el intento de golpe de Estado de 1992, liderado por el presidente Hugo Chávez; su ascenso al poder, su muerte en 2013 y el traspaso a su heredero político, Nicolás Maduro. Llega el 11 de octubre a la cartelera española y coincide con el lanzamiento del libro del mismo nombre escrito por Krauze, que fue presentado la semana pasada en Casa de América de Madrid.

Aunque queden románticos que aleguen que el proyecto chavista, así como el castrista, fracasó por razones externas –la guerra económica o el embargo estadounidense–, con esta película queda muy claro por qué las responsabilidades de la “destrucción de un país”, como dice Krauze, recaen sobre los gobernantes, que al llegar al poder se amarraron a éste sin importar llevarse por delante las instituciones. “Maduro es la consecuencia de Chávez”, dice el intelectual mexicano.

El hilo conductor de este largometraje es el teniente coronel Hugo Chávez y su desarrollo como líder político carismático. Un hombre que reunió las características de lo que ha sido definido como ‘populismo’.

Una imagen es clave: un tanque militar intentando entrar por las puertas del Palacio de Miraflores (residencia presidencial) a la fuerza. Fue el 4 de febrero de 1992. Se pretendía sacar del poder al entonces presidente Carlos Andrés Pérez. Detrás de este intento fallido de golpe, estuvo Chávez. “Así es la irrupción de este militar en la política venezolana”, dice uno de los analistas protagonistas del documental.

Quiso tomar el poder con las armas, pero tuvo que adaptarse al modelo democrático para poder llegar a él. El dirigente cambió la vía con la que en un primer momento pretendió ascender al poder (las armas), pero volvió a estas para mantenerse en él. “Esta es un revolución pacífica, pero armada. No se equivoquen”, lo advierte el comandante en la cadena nacional. Es una de las tantas frases que, con documentos de archivo, se recuerdan en la película de Oteyza.

Fueron tantas las pronunciadas por el presidente que reunirlas, ordenarlas y darles un sentido es quizá uno de los trabajos más difíciles que se pueden haber hecho y publicado, hasta el momento, sobre Chávez. Hablaba durante horas en cadenas nacionales. Había semanas que lo hacía todos los días. Incluso bromeaba con ello y esto no es cualquier cosa, porque como dice el escritor venezolano Alberto Barrera Tyszka también en el largometraje: “La política es, sobre todo, palabra” y discurso.

Tyszka es uno de los analistas que sostiene los argumentos de El pueblo soy yo junto a otras voces de sociólogos, economistas, politólogos y periodistas. También se habla sobre el populismo, sobre el cambio de nombre a una nación e incluso de la reconstrucción del rostro del Libertador Simón Bolívar, porque la llamada Revolución Bolivariana ha intentado borrar el pasado y reescribirlo, coinciden los entrevistados.

Muchas preguntas surgen cuando de Venezuela se trata, sobre todo en el extranjero. ¿Por qué el Gobierno mantiene un supuesto apoyo popular? ¿Por qué, si todo va tan mal, la ciudadanía no reacciona a los atropellos? ¿Cómo es que se habla de censura a la prensa si existen medios y periodistas trabajando? ¿En qué se invirtió el dinero del petróleo? ¿Cómo llegó un militar golpista al poder en un país caracterizado por ser democrático? ¿Cómo el país de América Latina que se desarrollaba con más velocidad en los 80 hoy es el más endeudado del mundo –de acuerdo a su PIB– y el único que tiene una hiperinflación que cerrará en 1.000.000% en 2018, según el FMI?

La vida cotidiana dirigida por los militares, el control mediático y la autocensura, la escasez de medicinas y alimentos, el hambre. El pueblo soy yo es un retrato y radiografía de una crisis que ha llevado a que el éxodo venezolano se califique como el mayor desplazamiento forzado de personas en la historia de América Latina. Siete de cada cien venezolanos (2,3 millones de personas) han dejado su país desde 2014, según los últimos datos de la ONU.

'El pueblo soy yo', una radiografía de la Venezuela de hoy y Chávez
Protesta opositora en 2017 en Caracas. | Foto: Ariana Cubillos | AP

Oteyza es experto en explicar y resumir lo complejo. Lo hizo en 2016 con CAP 2 intentos, un magnífico y emotivo largometraje sobre los dos gobiernos del presidente Carlos Andrés Pérez. Es en esa pieza cinematográfica donde podemos hallar la punta de lanza de este nuevo filme. La mítica escena del mandatario Rafael Caldera cuando indulta en 1998 al exparacaidista Chávez.  Entonces todavía resonaban los tiros y hedía a muerte por el golpe del 92. En la filmografía de Oteyza también podemos hallar Tiempos de Dictadura, de la época del dictador Marcos Pérez Jiménez.

El pueblo soy yo es uno más de los valientes documentales de quien también es historiador y escritor. No solo por lo que cuenta, sino por el momento en el que lo cuenta ya que Maduro ha restringido cada vez más las libertades. ‘Valiente’ es una palabra que define a este cineasta que sabe que retrata una realidad que no le gusta a sus dirigentes, pero prefiere no callar y mostrarla. Alguien tiene que ordenar y hacer registro de la historia para que, como siempre se dice, no se repita en el futuro.

Aunque el largometraje arranca con las imágenes de las protestas opositoras de 2017 que duraron más de 100 días y dejaron más de 150 muertos, momento que Oteyza califica como el del “estallido de la violencia”, muestra cómo esa situación de enfrentamiento ha sido creada por el chavismo. Reconoce que había un caldo de cultivo para que surgiera un líder de este tipo –un mesías– debido a la desigualdad social que no se superó durante los años de la democracia, pero aprovecha para que los analistas aclaren que antes de Chávez el país caminaba hacia el desarrollo. Lo hace, no con opiniones, sino con cifras.

Oteyza, quien ha confesado que no había visto la película en una sala de cine hasta el pase de prensa del viernes pasado en Madrid, emocionado concluye: “Es que la mayoría de los venezolanos no nos sentimos enemigos unos de otros».

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