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Matthias Behnke: "Nadie podrá decir que no sabía lo que ocurría en Siria"

Vinculado siempre agencias de Naciones Unidas desde hace «17 ó 18 años», Matthias Behnke ha trabajado antes en otros conflictos como Darfur o Bosnia, y desde hace dos está volcado en la defensa de los derechos humanos en Siria, como coordinador en este país de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACDH), informando sobre lo que ocurre desde hace cinco años a la Secretaría General y al Consejo de Seguridad.

Matthias Behnke: «Nadie podrá decir que no sabía lo que ocurría en Siria»

Cuando nos ofrecieron a través del Instituto Aspen una entrevista con el Coordinador para Siria de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACDH), nos pareció una estupenda oportunidad para conocer de primera mano el drama que se vive en Siria. Vinculado a diferentes agencias de Naciones Unidas desde hace «17 ó 18 años», Matthias Behnke ha trabajado antes en otros conflictos como Darfur o Bosnia, y desde hace dos está volcado en la defensa de los derechos humanos en Siria, informando sobre lo que ocurre en este país con el objetivo final de que los estados miembros del Consejo de Seguridad acuerden una salida a una guerra que dura ya demasiado tiempo. Comprometido con labores humanitarias, con la sociedad civil, con la defensa de la libertad, admite cierta frustración pero enseguida sonríe y dice que es optimista y que confía en una solución. Admira el trabajo que desde Siria realizan organizaciones civiles que luchan a diario por la defensa de los derechos humanos y destaca también el trabajo de los médicos sirios que, a pesar de las dificultades, se juegan la vida para salvar las de otras personas. «Eso sí que es admirable», comenta como si su trabajo no lo fuera.

¿Qué ha cambiado desde que llegó a Siria hace dos años hasta ahora?
La situación ya estaba mal cuando llegué. Creo que uno de los principales cambios ocurridos hace un año ha sido la activa participación militar de Rusia en la guerra y la intensidad de las hostilidades. Pero tanto antes de mi llegada como ahora, lo peor es la situación de la población civil.

¿La oficina que usted coordina trabaja desde Siria?
Al equipo que yo dirijo, que es un organismo independiente, no nos está permitida la entrada en Siria. Trabajamos desde países vecinos como Turquía, Líbano o Jordania y mantenemos una intensa red de contactos dentro de Siria con ONGs y personas defensoras de derechos humanos, además de otras fuentes que nos dan una impresión muy detallada sobre lo que está pasando. Nosotros solicitamos al Gobierno de Siria acceso al país de forma regular pero, hasta el momento, no nos lo han concedido.

Otro momento de la entrevista con Matthias Behnke.
Matthias Behnke lleva dos años documentando las violaciones de derechos humanos en Siria. (Foto: Ana Laya / The Objective)

¿Cómo puede entonces defender los derechos humanos en Siria?
Hacemos varias cosas. Por un lado, documentamos la situación sobre lo que está pasando y realizamos un análisis minucioso. Elaboramos un informe mensual que enviamos a la Secretaría General de Naciones Unidas para información del Consejo de Seguridad, de modo que nadie puede decir que no sabía lo que estaba pasando en Siria porque cada mes hay un informe en poder del secretario general en el que se explica lo que está ocurriendo, y esa es una de las cosas que nosotros hacemos. Además, trabajamos con otros organismos de derechos humanos con presencia en Siria para la aplicación de sus programas. En tercer lugar, trabajamos en el ámbito político para que se respeten los derechos humanos en ese contexto político. Y, por último, estamos muy comprometidos con la sociedad civil siria que es bastante joven y que, antes de la guerra, ya tenía importantes problemas de respeto de los derechos humanos; en el país hay activistas en torno a organizaciones que no han salido a la luz hasta el momento de la actual crisis y tienen mucho interés por aprender y, gran parte de ellos están realmente comprometidos con la causa. Nosotros, tratamos de ayudarles tanto en el aspecto técnico como en la construcción de su capacidad respecto al futuro papel que van a desempeñar en el país después del conflicto. Creemos que la sociedad civil tiene que construir una nueva Siria en la que se respeten los derechos humanos.

 

«Cada mes entregamos un informe a la Secretaría General y al Consejo de Seguridad en el que se explica qué está ocurriendo en Siria»

 

¿Qué salida tiene Siria? Quiero decir, si el fin del conflicto pasa por la comunidad internacional, no parece estar funcionando por el momento.
Para ser sincero, no lo sé. No sé cuál es la solución en este momento. Pero la imagen global desde el punto de vista político está bloqueada, el Consejo de Seguridad no ha sido capaz de lograr un acuerdo sobre cómo resolverlo; Rusia y Estados Unidos siguen sin aproximar posiciones y está claro que la solución política es esencial para alcanzar la paz. Nosotros tenemos la sensación de que la cuestión de los derechos humanos tiene que formar parte de esa solución, debe ser clave, no sólo porque tiene que ver con las leyes internacionales sino también por una cuestión puramente pragmática. Los derechos humanos son parte de la legislación, pero desde el punto de vista práctico, de su aplicación, son fundamentales porque garantizan la existencia de todo el mundo, porque dan voz a cualquier persona. Por eso creemos que cualquier solución satisfactoria pasa, en particular en un país como Siria, por el compromiso con los derechos humanos. En Siria hay una larga tradición de diversidad y pluralismo y por eso digo que la construcción de la estabilidad en el país tiene que hacerse desde ese compromiso y respeto a los derechos de los ciudadanos.

 

«Cualquier solución satisfactoria tiene que pasar por el compromiso de todas las partes con los derechos humanos»

 

¿El presidente sirio Bashar al-Assad es un problema o es parte de la solución?
Esa una pregunta política y no hago política.

Me refiero en cuanto a la defensa de los derechos humanos y esa idea de que la solución a la actual situación en el país debe pasar por el respeto a esos mismos derechos humanos.
Sin duda, pero no personalizamos en nadie. Lo que nosotros estamos documentando es un elevado número de violaciones de los derechos humanos por parte del Gobierno sirio, numerosos casos que hemos trasladado al Consejo de Seguridad, y lo que nosotros decimos es que en esta guerra se ha producido una masiva violación de las leyes internacionales, una masiva violación de los derechos humanos, que está afectando a miles y miles de inocentes. Lo que decimos es que Siria debe respetar los derechos humanos pero también debe trabajar por aceptar el pasado. Una vez que esto acabe debería haber un proceso en el que los sirios aborden la cuestión de lo que ha pasado en términos de establecer la verdad, identificar a los responsables, decidir quién debe responder ante lo ocurrido y, por supuesto, esto incluye el ámbito de la justicia, cómo debe aplicarse la justicia. Esto, en nuestra opinión, es algo que Siria debe debatir y definir, por supuesto siempre teniendo en cuenta la legislación internacional, lo que significa que no se pueden plantear amnistiar a quienes han cometido crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra y masivas violaciones de los derechos humanos. Todo esto debe ser discutido a un nivel muy general con la participación desde Naciones Unidas hasta los tribunales internacionales. Está claro que hay que revisar cuestiones vitales sobre el verdadero poder del Consejo de Seguridad en la defensa de los derechos civiles.

«Estamos documentando un gran número de violaciones de los derechos humanos por parte del Gobierno sirio que hemos trasladado al Consejo de Seguridad, una masiva violación de las leyes internacionales que está afectando a miles y miles de inocentes»

Un barrio de la sitiada ciudad de Alepo derruido por las bombas. (Foto: Abdalrhman Ismail / Reuters)
Un barrio de la sitiada ciudad de Alepo derruido por las bombas. (Foto: Abdalrhman Ismail / Reuters)

 

 

Da la sensación de que hay una cierta dificultad desde el punto de vista de la comunidad internacional. Por ejemplo, el Consejo de Seguridad del que habla, o la propia ONU, ¿qué capacidad de maniobra tienen para lograr el fin de conflictos como el de Siria? 
Tienes razón en cuanto a la parálisis del órgano político del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Está teniendo un tremendo impacto en cuanto a la situación sobre el terreno del trabajo que nosotros hacemos. Nosotros, como agencias de la ONU sólo podemos hacer lo que nos permiten hacer. Creo que lo escandaloso es justificarlo. Si uno mira la realidad de lo que está pasando en el país, creo que no hay precedente desde la segunda guerra mundial en cuanto a la magnitud de la tragedia. Tienes un país donde la mitad de su población se ha visto desplazada, trece millones de personas necesitan ayuda humanitaria, cinco millones de refugiados han abandonado el país, seis millones de personas o más dentro del país se ha visto forzada a abandonar su hogar; ciudades enteras están destruidas, otras asediadas, bombardeos constantes sobre instalaciones civiles, tenemos constancia de prácticas bárbaras…uno se siente indignado al pensar que no se está haciendo nada para parar todo esto. Sí, es cierto.

 

«Si uno mira la realidad de lo que está pasando en el país, creo que no hay precedente desde la Segunda Guerra Mundial en cuanto a la magnitud de la tragedia.»

 

¿Imagino que debe de ser frustrante para la oficina que usted coordina?
Sí, lo es. Mucho. Eso no quiere decir que debamos dejar de seguir trabajando y lo que hacemos es continuar del modo que podemos, que es presentando un informe mensual al Consejo de Seguridad sobre la realidad de lo que está ocurriendo en Siria. Les decimos a los Estados miembros lo que hay, hacemos recomendaciones sobre lo que tiene que hacerse pero las decisiones tienen que tomarse en ese ámbito y en esto nosotros no podemos participar.

El conflicto ha provocado cinco millones de refugiados sólo de ciudadanos sirios. Además, el Mediterráneo se ha convertido en un cementerio y no parece que los Estados tengan prisa por acabar con esto. Sólo las ONGs se ocupan de estas gentes. ¿Qué hacemos con toda esta gente? 
Tengo que decir, en primer lugar, que hay algunos países que han hecho muchísimo por acoger refugiados. Estoy hablando de Turquía, donde hay 2,7 millones de refugiados registrados, lo que significa que uno de cada cuatro personas es refugiada; Jordania ha acogido a 700.000 refugiados. Los países vecinos de Siria han hecho mucho en este aspecto. Si comparamos estas cifras con lo que ha hecho Europa, está claro que la UE puede perfectamente asumir a los refugiados. Es verdad que Siria no es el único país del que proceden, que vienen a Europa desde muy distintos países pero los datos de 2016 de refugiados e inmigrantes de todo el mundo que se dirigen a Europa hablan de entre un millón y un millón y medio. Para la la Unión Europea es perfectamente asumible. Lo otro que quería señalar y que tiene que ver con los derechos humanos es ¿por qué viene toda esta gente? Vienen porque tienen problemas en sus países, porque se violan los derechos humanos, porque hay conflictos y, en esto vuelvo a lo de antes, si queremos una mundo estable debemos invertir en derechos humanos en estos países. No puedes esperar que la gente se quede en un país donde no hay prosperidad, no hay justicia, no hay protección de los derechos humanos. Así que hay que trabajar por la estabilidad y el respeto de esos derechos.

 

Un grupo de desplazados sirios recibe comida de organizaciones civiles del país. (Foto: Khalil Ashawi / Reuters)
Un grupo de desplazados sirios recibe comida de organizaciones civiles del país. (Foto: Khalil Ashawi / Reuters)

 

 

¿Y por qué no se hace?
No soy la persona adecuada para responder (se ríe).

Lo pregunto de otra manera. Todos estamos de acuerdo en que la solución de esta crisis pasa por resolver los problemas, primero en los países de donde se está yendo la gente…
Puede que esta crisis sea la que cambie nuestro enfoque. Quizá tengamos la oportunidad de mirar un poco más a largo plazo, de pensar de una manera más global; puede que esto cambie nuestra forma de ver las cosas, nuestros objetivos. Al menos yo así lo espero. Que todo sea para lograr una sociedad mejor.

 

«Espero que esta crisis sirva para cambiar el enfoque y una oportunidad para que el futuro sea mejor que el presente.»

 

¿Así que es usted optimista?
Me gustaría. Como he dicho antes, es terriblemente frustrante ver que no se avanza y que se piensa sólo en lo más inmediato, en el corto plazo en vez de en términos más amplios, que sería lo lógico; pero hay más gente que también piensa en esos términos más amplios y creo que tenemos que ser optimistas. Tenemos que dar la oportunidad para que el futuro sea mejor que el presente.

¿Cree que la opinión pública tiene algún peso sobre las decisiones políticas?
Sí, pero no hay una única opinión pública; creo que hay diferentes opiniones públicas y diferentes perspectivas. También creo que la opinión pública está manipulada, en ciertos lugares hay más manipulación que en otros. Me refiero a que la gente tiene miedo a lo desconocido y no parece que vean a los refugiados como seres humanos, así que considero que hay mucho que hacer para que la situación se comprenda. Debe de haber algo más sofisticado, no vale una respuesta única, y esa sofisticación pasa por una explicación por parte de políticos y de los expertos sobre la realidad. Si no hay suficiente información, si no hay pensamiento crítico, puntos de vista diferentes, es fácil la manipulación.

Y sin embargo, tengo la impresión de que la sociedad va por delante de los políticos en cuanto a la exigencia de soluciones, es mayoritariamente solidaria. Hablo de ONGs, de voluntarios, principalmente.
Estoy de acuerdo, por eso digo que la opinión pública no es sólo una. Hay varias.

Para concluir, ¿cuál es el mayor logro de la oficina que coordina desde que llegó a ella? ¿Qué destacaría de su acción hasta el momento?
Tres cosas. Primero, creo que Naciones Unidas ha sido, desde el secretario general para abajo, muy claro y ejemplar en sus mensajes. En segundo lugar, en cuanto a los derechos humanos, Naciones Unidas ha sido constantemente informada sobre la guerra, y los Estados miembros saben lo que pasa en Siria a través del trabajo muy profesional que hacemos, así que nadie puede decir que no sabía nada, nadie puede decir, como ocurrió en otras crisis, que no estaba informado porque ese ha sido uno de nuestro trabajo. Y la tercera cosa que me gustaría destacar es cómo hay una parte de la sociedad civil en Siria que está jugando un papel importante para el futuro del país. Para nosotros es un auténtico placer trabajar con muchas de estas organizaciones que están realizando una labor impresionante dentro de Siria. Hemos tenido ocasión de tratar directamente, por ejemplo, con médicos sirios que hemos logrado que viajen a Ginebra para mantener encuentros con las administraciones, con los medios de comunicación, y que expliquen el trabajo que hacen y la situación en la que lo realizan. Uno de ellos me contó ‘cuando un hospital es alcanzado por las bombas en Afganistán el mundo entero se vuelve loco, se echa las manos a la cabeza, y en Siria eso ocurre cada día, donde la mayor parte de las instalaciones sanitarias están prácticamente destruidas o han desaparecido por las bombas’ y ellos, los médicos, siguen intentando hacer su trabajo en unas condiciones imposibles. Es admirable.

¿Y el mayor fracaso?
No hemos sido capaces de que los Estados miembros hayan alcanzado un acuerdo político a pesar de los informes sobre la situación en el país. Yo no hago más que preguntarme y preguntar a mi equipo ¿qué más podemos hacer? ¿cómo podemos tener más impacto? pero nosotros no tenemos poder político, así que sólo nos queda seguir con lo que hacemos y preguntarme cada día ¿qué podemos hacer más que no hayamos hecho?. Lo que está claro es que seguimos intentándolo pero la frustración respecto a la falta de soluciones creo que la compartimos con todos los colegas en Naciones Unidas. Es una labor que, si no la hacemos nosotros, no la haría nadie y lo que buscamos es ver cómo podemos comunicar la realidad de lo que está ocurriendo en el ámbito de la política, que es donde se toman decisiones, y ahí es donde nos preguntamos qué más podemos hacer para que se acuerde una solución.

Matthias Behnke no oculta su indignación con la falta de decisión política. (Foto: Ana Laya / The Objective)
Matthias Behnke no oculta su indignación con la falta de decisión política. (Foto: Ana Laya / The Objective)
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