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Granadilla, el despoblado inundado por Franco y recuperado gracias al trabajo de 35.000 jóvenes

Recorremos Granadilla, uno de los destinos turísticos más fascinantes de la provincia de Cáceres, para observar cómo el Programa de Recuperación y Utilización Educativa de Pueblos Abandonados ha revitalizado el pueblo y ha acercado la vida rural a los jóvenes a través de la cultura y la ecología.

Granadilla, el despoblado inundado por Franco y recuperado gracias al trabajo de 35.000 jóvenes

Esta villa de origen musulmán es un atractivo enclave turístico cuyo castillo ofrece unas espectaculares vistas del embalse de Gabriel y Galán, razón de su particular geografía peninsular y su despoblamiento en la década de 1960. En 1980 fue declarado conjunto histórico-artístico y desde 1984 ha cobrado una nueva vida gracias al programa de recuperación de pueblos abandonados.

 

La desconocida Granadilla es uno de los destinos turísticos más fascinantes de la provincia de Cáceres. Situado en un cerro al norte de la provincia, este pueblo fue declarado conjunto Histórico-Artístico en 1980 gracias a su espléndido patrimonio, que se remonta a la época árabe y fue enriquecido posteriormente por las distintas culturas que vivieron tras sus murallas. Desde lo alto de la torre del castillo se divisan unas espectaculares vistas del embalse de Gabriel y Galán, resultado de la inundación del valle circundante ejecutada durante el Franquismo que configuró su particular geografía peninsular y provocó su despoblamiento actual. Su belleza ha fascinado incluso a Pedro Almodóvar, que grabó este magnífico paisaje en las escenas finales de Átame (1989). Pero comencemos por el principio.

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Con los arreglos de las vías de acceso se ha notado un incremento del turismo hasta alcanzar los 25.000 visitantes al año | Foto: Manuel Oñorbe | Organismo Autónomo Parques Nacionales (OAPN)

Granadilla fue fundada por los musulmanes en el siglo IX como un asentamiento estratégico entre la transitada Vía de la Plata y la comarca de Las Hurdes. En 1160 el rey Fernando II de León conquistó la aldea y tras rehacerla, repoblarla y dotarla de murallas, le otorgó el título de villa una década después. Convertida en el principal núcleo de población de la zona, ejerció durante siglos la capitalidad de un señorío que comprendía 17 municipios. Y no cambió su nombre original, Granada, hasta la conquista de la ciudad andaluza en 1492 por parte de los Reyes Católicos. Para evitar confusiones.

En esta época Granadilla pasó a manos de la Casa de Alba, que ostentó su posesión hasta el año 1830. Se cree que el primer Gran Duque de Alba, Don Fernando Álvarez de Toledo, ordenó construir el castillo y su torre a finales del siglo XV, seguramente sobre las ruinas de alguna fortificación islámica anterior. Hoy se pueden visitar tanto la muralla como el castillo y su torre, magníficamente conservados, así como la iglesia parroquial de la Asunción, del siglo XVI, y el resto del pueblo, abandonado en la década de los años 60 del siglo XX.

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Edificaciones no restauradas de Granadilla. | Foto: Discasto vía Wikimedia commons.

Debido a la construcción del mencionado embalse de Gabriel y Galán, finalizado en 1961, las tierras de Granadilla fueron expropiadas y pasaron a formar parte del Estado, que forzó el desalojo de la población. El agua anegó su fértil vega, donde estaban los huertos y cultivos; las sierras se repoblaron con pinos, perdiendo también las zonas de pastoreo; y la única vía de acceso se sitúa desde entonces en el lado norte. En 1984 este despoblado fue incluido en el Programa de Recuperación de Pueblos Abandonados, hoy llamado PRUEPA (Programa de Recuperación y Utilización Educativa de Pueblos Abandonados), cobrando una nueva vida gracias de la mano de los chavales que participan en sus actividades.

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Plano de la plaza Mayor, en la casa de la Balconada. | Foto: Discasto vía Wikimedia commons.

El pueblo tiene un atractivo en sí mismo por su estado de abandono y conservación: es como si se hubiera parado el tiempo allí”, señala Alberto Moral, consejero técnico del Organismo Autónomo Parques Nacionales –entidad que gestiona el lugar– y responsable del pueblo de Granadilla. “Con los arreglos de las vías de acceso se ha notado un incremento del turismo hasta alcanzar los 25.000 visitantes al año”, señala mientras destaca el magnífico patrimonio natural de la zona. Y es que prácticamente la totalidad de los paisajes que se divisan desde Granadilla forman parte de Red Natura 2000, estando bajo su protección la totalidad del embalse, las dehesas que lo rodean, así como los pinares y las sierras que se extienden hacia el límite provincial con Salamanca. “Yo recomendaría visitar la zona en cualquier época del año, sobre todo, entre semana, que es cuando se puede disfrutar de un ambiente rural y de naturaleza en su plenitud. Hay cigüeñas, aves rapaces, pescadoras, grullas, zorros, garduñas, ciervos… Esa tranquilidad y soledad no se encuentra en muchas zonas”, añade.

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Granadilla fue declarado conjunto Histórico-Artístico en 1980. | Foto: Manuel Oñorbe | Organismo Autónomo Parques Nacionales (OAPN)

La resurrección de Granadilla

Como se apuntaba al inicio, la recuperación de Granadilla comenzó en 1984 con el Programa de Recuperación de Pueblos Abandonados. “Los cuatro pilares son la recuperación cultural y física del pueblo, la educación ambiental y el desarrollo sostenible, la convivencia y la salud, y la animación sociocultural”, enumera Luis Cano, coordinador del PRUEPA. “Para empezar, se ha hecho muchísima rehabilitación física: antes de 1984 se consolidaron los muros y a partir de entonces, y ya con los chavales, se acondicionaron los espacios para uso del programa educativo: alojamientos, talleres y otros servicios”, señala. “Este es un proyecto de educación integral y uno de sus ejes es el aprendizaje a través del trabajo, ya sea arreglando una acera, un muro o un tejado y en edificios pequeños para evitar la peligrosidad”, apunta.

En este tiempo, 35.000 alumnos y unos 2.500 profesores han participado en el PRUEPA en Granadilla. Actualmente desarrollan 21 turnos de una semana al año en los que participan 75 alumnos, tres grupos de 25 chavales de diferentes puntos de España. En periodo lectivo y en los meses de otoño y primavera son los centros educativos los que solicitan estas becas al Ministerio de Educación y en verano lo hacen los propios chavales, de 3º y 4º de la ESO, formación profesional básica y grado medio o bachillerato.

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Participantes del PRUEPA en Granadilla. | Foto: Manuel Oñorbe | Organismo Autónomo Parques Nacionales (OAPN)

“Por la mañana aprenden oficios: agricultura ecológica, ganadería ecológica, apicultura, tahona, arreglo de interiores, servicios generales, telares, albañilería o carpintería. El objetivo es que los chavales participen con su trabajo directo en actividades que han sido oficios importantes en las zonas rurales, muchos de ellos en declive, y vean la importancia que tenían, cómo utilizaban los recursos del entorno y cómo estas actividades eran más sostenibles que los procesos industriales que hoy utilizamos para las mismas cosas”, señala Cano.

“Por las tardes hay talleres sobre conocimiento del entorno, cambio climático, radio, salud, impresión de camisetas, alfarería, reciclarte, cuero, cestería, interpretación o cuentos al natural. En todos se trabaja el medio ambiente, la recuperación integral y el recuerdo o la convivencia”, continúa diciendo.

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Los participantes realiza actividades que han sido oficios importantes en las zonas rurales. | Foto: Manuel Oñorbe | Organismo Autónomo Parques Nacionales (OAPN)

“También hay actividades comunes por la noche: animación sociocultural, juegos de simulación, Cluedo, circuitos fotográficos u orientación”, añade. En definitiva, “se busca que los jóvenes se sientan no solo participantes de un programa educativo sino habitantes de un pueblo: montan una alcaldía, concejalías, asambleas nocturnas, de tal manera que analizan cómo va su visita y organizan, corrigen y mejoran su gestión”, remata.

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Hay talleres sobre conocimiento del entorno, cambio climático, radio, salud, impresión de camisetas, alfarería, reciclarte, cuero, cestería, interpretación o cuentos al natural. | Foto: Manuel Oñorbe | Organismo Autónomo Parques Nacionales (OAPN)

El turismo, ¿es un gran invento?

En estos 35 años la única actividad que se ha desarrollado en Granadilla ha sido el PRUEPA. Hasta que los múltiples atractivos del pueblo comenzar a atraer a los más o menos respetuosos turistas. Según explica Cano, “el pueblo siempre ha tenido unos horarios de apertura para visitarlo libremente. El problema viene cuando se juntan 2.000 personas un fin de semana, se desmanda e interfieren en el programa educativo. Estamos reclamando que esos flujos se controlen y se informe a los visitantes de las actividades que se realizan en Granadilla y la importancia que tienen, además de decirles por dónde pueden transitar de manera segura”. Evitando así que, por ejemplo, molesten al ganado, estropeen los cultivos o intenten acceder a las instalaciones donde trabajan.

“Estamos trabajando junto a la Junta de Extremadura y la Diputación de Cáceres para desarrollar el potencial turístico del pueblo manteniendo la compatibilidad con el PRUEPA”, cuenta Moral. “Queremos fijar un punto de información, ofrecer algunas visitas guiadas”, ya que hoy depende del interés de los visitantes leer con atención el panel informativo situado en la entrada y descubrir respetuosamente los puntos de interés accesibles

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Foto: Manuel Oñorbe | Organismo Autónomo Parques Nacionales (OAPN)

“Se puede circular por la muralla con cuidado, la torre del castillo ha sido restaurada, la iglesia a veces se abre y luego está el paseo por el pueblo. Las casas no se pueden visitar porque están en uso en el PRUEPA. Y hay un pequeño museo en la zona del ayuntamiento, una casa que llaman el Bar Angelito, para hacer exposiciones”, explica Moral. “El pueblo no tiene ninguna actividad comercial: no hay restaurantes, alojamientos ni hoteles. Yo soy partidario de dejarlo así porque ya se puede pernoctar en otros pueblos la zona y la visita se puede complementar con la ciudad romana de Cáparra, el anillo deportivo del embalse o Hervás. Además, la gastronomía es muy buena”, añade. 

En conclusión, conservar y proteger esta joya cacereña es el requisito imprescindible para poder disfrutar de este excepcional recurso turístico. “Parques temáticos tenemos muchos, pero programas educativos de esta calidad no”, concluye Cano.

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