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Se buscan 2.500 mujeres españolas para un parto en casa

Se buscan 2.500 mujeres españolas para un parto en casa

Una campaña impulsada por la matriactivista Jesusa Ricoy convoca a las mujeres para que ayuden a sufragar los gastos de un parto en casa, opción que en otros países europeos no solo cubre la Seguridad Social, sino que es altamente recomendable en partos de bajo riesgo.

 

No, no se intenta batir ningún récord Guiness, es el precio de un parto planificado en el hogar y asistido por comadronas. Una forma de dar a luz que en países como Australia, Canadá, Reino Unido u Holanda no solo está cubierta por la Seguridad Social, sino que además es la más recomendable en partos de bajo riesgo. En España, sin embargo, una mayoría de ginecólogos sigue desaconsejándola con aseveraciones como la que hizo en 2014 el presidente de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, después de que el ‘National Institute for Health and Clinical Excelence’ (NICE) apoyase el parto en casa como alternativa segura: “Yo no le voy a decir a una señora que se opere de apendicitis en la mesa del comedor”. Lo cual solo parece alimentar el mito tan extendido, asegura el doctor Juan Gérvas, de que “todo parto puede complicarse hasta la muerte”, cuando, en realidad, determinados partos planificados en casa son bastante más seguros que en un centro hospitalario: “El hospital tiene ventajas enormes para los partos con complicaciones, o si la mujer ha tenido cesáreas, pero es muy intervencionista en partos normales y se generan cesáreas, ecografías y extracciones innecesarias o roturas de la bolsa. La gente ignora, por ejemplo, que la media de cesáreas sin justificación que se realizan en nuestro país es del 25 al 35%, cuando la OMS señala que debería ser alrededor del 15%”, afirma.

El secuestro del parto normal

(Y su necesario rescate). La matriactivista y educadora perinatal Jesusa Ricoy lleva años luchando por los derechos reproductivos de las mujeres. Desde hace más de dos décadas reside en Reino Unido, un país donde no solo puedes elegir cómo quieres dar a luz, sino que el parto en casa queda cubierto por la Sanidad Pública y las matronas son profesionales respetadas e independientes.

Hará cuestión de un mes, Noelia, barcelonesa de 35 años que sigue el activismo de Jesusa en las redes y a través del reciente grupo que ha creado en Patreon, la contactó pidiéndole ayuda para que su hermana Samanta pudiese dar a luz en su hogar. Así nació ‘Se buscan 2.500 mujeres para un parto en casa’, o mejor dicho, 2.500 mujeres dispuestas a donar un dólar cada una para sufragar los elevados costes del parto domiciliario, al menos, señala Jesusa, “hasta que consigamos que nuestro derecho a parir en casa sea financiado por la Seguridad Social”.

En ESTE enlace podrás ver el vídeo del proyecto y acceder al grupo de matriactivismo de Patreon también AQUÍ.

 

No están solas, más de 12,000 españolas ya han reclamado a través de Change.org que la Sanidad Pública asuma los gatos del parto en el hogar. Una cantidad nada desdeñable, si se le suma que en nuestro país, y según una estimación de Educer, alrededor 800 mujeres deciden parir en casa anualmente. Y al menos 380 en Cataluña, de acuerdo a ALPACC, siendo la comunidad con mayor proporción de partos planificados en domicilio y número de matronas.

“Las matronas vivimos en su día una persecución en Cataluña que es la misma que están sufriendo ahora en otras comunidades. Debería haber políticas sanitarias que escuchen nuestras voces y una mayor coordinación con los hospitales para que una matrona pueda acompañar a una mujer si lo necesita y no haya ni malas caras ni reticencias”, explica Lucía Alcaraz, una de las dos comadronas que asistirá en el parto de Samanta.

 

«No se trata de volver a las cavernas, sino del uso racional de los recursos y la tecnología para evitar intervenciones excesivas» – Juan Gervás.

 

Ya hace 19 meses que Samanta García tuvo su primer parto en casa, decisión que tomó, cuenta, siguiendo el ejemplo de su hermana Noelia, cuyos dos hijos nacieron en el hogar: “Cuando se lo planteé a mi ginecóloga se enfadó muchísimo y me di cuenta de que quería ser la protagonista. Todo lo contrario que las comadronas que asisten en casa, que no te dicen lo que debes hacer sino que te dan opciones para que tú decidas de la forma más natural posible cómo quieres traer a tu hijo al mundo. Una vez has pasado ya por esto eres mucho más consciente de tu cuerpo y tus necesidades, entiendes que el dolor no hay que sufrirlo y que parir puede ser un disfrute. Aunque hay gente que no lo entiende y te tratan como a una loca por no querer dar a luz en un hospital, como si estuvieras arriesgando tu vida”, resume.

Las matronas hacen guardia las 24 horas a partir de las semana 35 de embarazo. Foto: Mireia Navarro.

 

El caso de Noelia fue algo más particular. Aquejada de un problema de columna, fue su traumatólogo quien le aconsejó que diera a luz en casa asistida por matronas profesionales: “No podían ponerme la epidural porque tengo la columna fijada y solo imaginarme tumbada en una camilla se me ponía el vello de punta. En el hospital tienen unos protocolos iguales para todo el mundo y después de informarme mucho acabé eligiendo esta opción, aunque los costes sean muy elevados para una familia y tuviéramos que hacer grandes esfuerzos económicos y montar sorteos para recaudar dinero. Y fue lo mejor que hicimos… Tienes dos comadronas dedicadas a ti que hacen guardia las 24 horas desde la semana treinta y seis y te asisten en todo momento, te llenan las piscina si lo necesitas o te dan masajes con aceites esenciales. No hubiera soportado ese dolor de espalda en un hospital”.

 

«Solo pensar en tumbarme en una camilla se me ponía el vello de punta», Noelia. Foto: Mireia Navarro.

Parir en casa, no para todas

Según la OMS, una mujer debe parir donde se sienta segura, y eso incluye los hospitales y alternativas a caballo entre la hospitalización y el hogar, como son las unidades de parto natural o las casas de parto gestionadas por comadronas, de las cuales Cataluña, y en concreto el Hospital Sant Joan de Déu, es pionera en España. Porque no se trata, como afirma el doctor Juan Gérvas, de “volver a las cavernas”, sino del uso racional de los recursos y la tecnología para evitar intervenciones excesivas. La matrona Lucía Alcaraz lo suscribe: “Las cosas han cambiado mucho en cincuenta años; antes las mujeres iban al ginecólogo de pago una vez y no volvía a verlo hasta el parto, no había controles prenatales ni  buenas comunicaciones como ahora –uno de los requerimientos para tener un parto en casa es que debe existir una red hospitalaria a 30 o 40 minutos del hogar-. No es lo mismo un parto planificado hoy que parir en casa porque no tenías otra opción”.

 

«Es importante que nadie nos diga qué es lo mejor para nosotras, porque es muy instintivo y si nos dejan tranquilas sabemos qué hacer” -Lucía Alcaraz, comadrona

 

Para Jesusa Ricoy, el entorno es tan importante que puede facilitar un parto normal o generarnos un estrés innecesario y perjudicial para madre y bebé: “Las mamíferas parimos instintivamente en ambientes cálidos, íntimos y seguros, porque durante el parto se segrega oxitocina, la «hormona del amor», que es responsable de las contracciones uterinas y la producción de leche, y en lugares tranquilos y relajados, como el hogar, el proceso es más fluido. Y al contrario, la adrenalina que producimos en situaciones de estrés puede interferir en un parto y hacer que se estanque o se acelere. Muchas prácticas obstétricas fueron creadas sin tener en cuenta el aspecto fisiológico del parto y lo tratan como una patología. La normalidad de la casa, en cambio, calma a madres y comadronas”, explica.

Según la OMS, toda mujer debería parir donde se sintiera segura. Foto: Mireia Navarro.

 

Otra de las ventajas, añade Lucía Alcaraz, es el poder decisión de la mujer respecto al cómo parir teniendo en cuenta que cada cual es un mundo: “Hace veinte años si no dilatabas un centímetro por hora te provocaban el parto y hoy ya sabemos que esos tiempos son muy variables y no nos pueden encasillar. Y eso es lo que tratamos de hacer como matronas, acompañar para que la mujer tenga sus propios recursos y adaptarnos a sus necesidades, e involucrar en el futuro parto a la familia que vive en el hogar. Es importante que decidamos, que nadie nos manipule y nos diga qué es lo mejor para nosotras, porque es muy instintivo y si nos dejan tranquilas sabemos qué hacer”.

 

Un lavado de manos que hizo historia

No es causalidad que Suecia fuera considerado en 2006 el mejor país para nacer. Sus matronas fueron pioneras en el siglo XVIII de una sencillísima técnica de higiene: lavarse las manos antes de asistir un parto y limpiar los materiales después, algo que redujo la mortalidad materna increíblemente respecto a otros países desarrollados, como Estados Unidos, donde hubo cuatro veces más fallecimientos de parturientas que en Suecia hasta bien avanzada la década de 1940. Pero además, las matronas suecas recibía formación reglada, cada parroquia debía tener una matrona profesional y se desarrollaron instrucciones sobre nutrición y asistencia al recién nacido, como la promoción de la lactancia materna, de acuerdo a un artículo publicado por el doctor Juan Gérvas en Acta Sanitaria. De hecho, a mediados del siglo XVII, cuando el parto fue llevado a los hospitales, se elevó la mortalidad materna por fiebre puerperal y les llevó unos cincuenta años descubrir que las mujeres morían por falta de asepsia, ya que los médicos realizaban autopsias y asistían los partos sin lavarse las manos.

«Estamos de parto con matronas profesionales. Perdonad las molestias». Foto: Paula Pellicer.

 

La historia de la obstetricia moderna daría para un museo de los horrores. En Estados Unidos, el doctor Joseph B DeLee, con una flamante estatua en Nueva York, apartó a las matronas e introdujo el uso de fórceps, las episiotomías y la extracción manual precoz de la placenta con objeto de reducir las muertes y acabó produciendo una verdadera epidemia entre las mujeres de clase alta que podían permitirse un ‘parto sin dolor’ en el hospital -amén de las esclavas afroamericanas que empleó en sus experimentos-. E incluso hoy en día, escribe Gérvas, la mortalidad materna sigue siendo un problema de derechos humanos en el país más poderoso del mundo.

En casa o en un paritorio, con asistencia de comadronas o de obstetras y epidurales, al final lo que cuenta es que el parto es siempre nuestro, que informadas somos más fuertes y que 2.500 mujeres unidas pueden marcar una diferencia.

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