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La joven que no se puede reír porque pierde el control de su cuerpo

Billie Hodgson, de 17 años, sufre cataplexia, una enfermedad rara que le produce una parálisis muscular por un sentimiento repentino como la risa

La joven que no se puede reír porque pierde el control de su cuerpo

La vida de Billie Hodgson, una joven británica de 17 años, se complicó de por vida el pasado mes de marzo. Sentimientos tan cotidianos como reír, llorar o emocionarse pueden producirle una parálisis muscular durante dos minutos. Hodgson fue diagnosticada de cataplexia, una enfermedad inusual que actualmente afecta a casi 23.000 británicos. 

Su vida ha cambiado radicalmente. La joven afirma que desde que se lo diagnosticaron intenta pasar menos tiempo con sus amigos: “Cuando estoy con ellos intentan no hacer bromas porque se sienten culpables si me hacen reír”. 

A pesar de que bromea con sus más allegados sobre su enfermedad, cuando está con ellos, intenta no involucrarse demasiado en las conversaciones que pueden resultar jocosas para evitar que se produzca una parálisis muscular. “Cuando me colapso, siento que pierdo el control sobre mi cuerpo, no sé lo que está sucediendo, aunque estoy consciente”, explica Billie que además añade que tiembla y no puede sostener lo que tiene entre sus manos.

23.000 británicos padecen esta enfermedad

La cataplexia afecta a aquellas personas que padecen narcolepsia, una enfermedad que daña la capacidad cerebral que regula el ciclo normal del sueño. Aquellas personas que lo sufren pasan demasiado tiempo despiertos en la cama y suelen tener episodios de somnolencia extrema durante el día.

Los ataques de este trastorno pueden variar dependiendo de su gravedad. Los episodios leves se caracterizan por la caída de los músculos faciales o los párpados, dificultad para hablar y visión doble. Los más severos pueden incluso provocar un colapso total del cuerpo. Aunque suelen durar menos de dos minutos, en algunas personas persisten hasta media hora.

A pesar de que Billie fue diagnosticada el pasado mes de marzo, asegura que su primer recuerdo de cataplexia ocurrió en el instituto con tan solo 14 años: “Iba caminando con un amigo y nos reímos. Después caí de rodillas al suelo. Todos pensaron que me había tropezado, pero yo sabía que algo no iba bien”.

La joven confiesa que desde que se lo detectaron se siente más aliviada porque finalmente conoce lo que le sucede, pero al mismo tiempo siente tristeza al saber que tendrá que vivir con ello el resto de su vida.

La cataplexia ha cambiado la vida de esta joven que soñaba con ser matrona y que tras conocer su enfermedad tendrá que cambiar su futuro. Aun así se muestra fuerte y acepta con normalidad su enfermedad: “Quiero hablar y crear conciencia. Quiero mostrar que la cataplexia no es como creen los estereotipos”, culminó la joven británica.

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