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Gastronomía

Seis vinos de finca que se elaboran en territorios ribereños

Desde dos de las provincias con más cantidad de bodegas dentro de la denominación Ribera del Duero, elaboraciones que tienen en común proceder de una finca a la que responde su nombre

Seis vinos de finca que se elaboran en territorios ribereños

CRDO Ribera del Duero.

Los vinos de finca son los que se producen con uvas seleccionadas de esa finca, escogida por tener unas características de terruño y clima distintas del resto y que aportan valor añadido a las elaboraciones que de ella proceden. Por tanto, lugares que imprimen una ‘personalidad’ diferente a esos vinos por el sitio en el que nacen. 

No obstante, la Ribera del Duero, que este año celebra su cuarenta aniversario como denominación (en julio 1982 fue aprobado su primer reglamento) por el momento no se ha metido en la harina de la zonificación de sus territorios, como sí vienen haciendo otras denominación, ni en categorizar los vinos en función de la calidad que les imprime el origen. En Ribera del Duero siguen con las categorías clásicas: jóvenes, robles, crianzas, reservas y grandes reservas, ‘apellidos’ del vino exclusivamente condicionados por el tiempo y modo de crianza. Pero dada su extensión, la denominación ocupa varias provincias de Castilla y León, cada una con sus propias características, si bien es verdad que gran parte de las bodegas se localizan en municipios de Valladolid y Burgos, aunque hay también en territorio soriano y segoviano. 

Los vinos de esta selección se asientan en las dos más numerosas. Seis elaboraciones de finca en las que predomina el tinto fino (como se identifica la uva tempranillo en la Ribera), procedentes de viñas escogidas por su localización, altitud, suelos en los que crecen, orientaciones, y con una variada horquilla de precios. La ecuación es sencilla, cuanto mayor es la selección de uvas y menor el tamaño de la finca, menos la cantidad de botellas elaboradas y por ende más alto su valor. Sin pasar por alto los tiempos de crianza y posterior reposo en el botellero de las bodegas antes de salir a la venta.

Áster Finca el Otero 2018(30,25 €). Anguix, Burgos. De Viñedos y Bodegas Áster (del Grupo La Rioja Alta), un monovarietal de tinta del país, procedente de la parcela El Otero, ubicada en laderas, en un zona seca y poco fértil, que en cosechas excepcionales dedican a su elaboración. Hace la fermentación maloláctica en barrica y tiene una posterior crianza de 16 meses en roble francés nuevo. Elegante, expresivo, con aromas de café con leche, toffee, fruta negra en confitura, notas de pastelería y especias, junto a recuerdos de monte bajo. Amplio en boca, con viveza, firme tanino, recuerdos balsámicos en el paso y con persistencia. 

Malabrigo 2018(31,90 €).Castrillo de Duero, Valladolid. Bodegas Cepa 21 se localiza en este pueblovallisoletano rodeada de viñedos plantados hace 22 años, todo tempranillo. Esta casa es el segundo proyecto que puso en marcha la familia Moro, propietarios de Emilio Moro y dos bodegas cuya gestión ha quedado a cargo de cada uno de los hermanos, José y Javier Moro (Cepa 21 y Emilio Moro, respectivamente). Este Malabrigo, el vino más emblemático de la casa, procede de la parcela del mismo nombre, caracterizada por suelos arenoso-arcillosos y la altitud de los viñedos oscila entre los 780 y 850 metros, orientados hacia el norte, con fuerte exposición al viento. Condicionantes que permiten hablar de un vino de terroir. Hace la maloláctica en roble francés donde luego realiza la crianza durante 18 meses. Intenso y profundo, con aromas de fruta negra madura, especias y matices de la crianza. Carnoso, con estructura, gran peso en la boca y largo en el paso. 

Finca Las Dueñas 2018 (60 €). Pedrosa de Duero, Burgos. Francisco Barona es el joven enólogo que da nombre a este proyecto bodeguero en su tierra de origen. La idea comienza a rondarle en la cabeza en 2010, con tan solo 25 años: el punto de partida, recuperar viñedos centenarios para hacer vinos diferentes. Cuatro años después elaboraba el primer tinto con su nombre, Francisco Barona. Al que suma éste de finca. Dos elaboraciones de una bodega que a día de hoy está en boca de muchos y recibe grandísimos halagos. Finca de las Dueñas es un viñedo en vaso plantado en 1928 en el municipio de Anguix, a 850 metros de altitud sobre un suelo profundo de arena, arcilla y cal. Se compone de las variedades que allí encontró, tinto fino (en su mayor parte), garnacha, algo de la blanca albillo y otras minoritarias. Lo elabora con todo el raspón del racimo y hace la maloláctica en roble francés. Tiene una crianza de 20 meses en barrica francesa nueva y su producción es limitadísima; de esta añada sólo ha hecho 1.108 botellas. Es un vino profundo, complejo, rico en aromas, con notas de fruta negra madura, grano de café, chocolate, minerales, recuerdos de especias. Con mucho cuerpo, sabroso, buen equilibrio, y una persistencia amarga que incita a seguir bebiendo. Gran recorrido en boca.

Montebaco de Finca 2019 (14,70 €). Valbuena de Duero, Valladolid. La historia de Bodegas Montebaco, que arranca en 1994, está estrechamente ligada a la finca en la que se localiza y que da nombre a este vino, finca Monte Alto. En la base, viñedos entre 800-850 metros de altitud, en suelos arcillo-calcáreos y una acusada oscilación térmica entre el día y la noche. Situada entre Valbuena de Duero y Pesquera, la filosofía de la casa es elaborar tintos con al menos un año de crianza, y vinos de finca que reflejen el territorio del que proceden. Este Montebaco 2019 es un monovarietal de tempranillo, procedente de tres parcelas seleccionadas de la finca y con 13 meses de crianza (tiempo que varía en función de la añada). Un vino con estructura e intensidad aromática, donde predominan los frutos del bosque, aromas especiados, balsámicos, lácticos, recuerdos de café, notas de fruta confitada y toques  tostados. Boca carnosa, con volumen, frutal, viva, con noble tanino y una fresca persistencia. Es el vino más representativo de la bodega, con el plus que el aporta la elevada altitud de sus viñedos. 

Viña Pedrosa La Navilla Reserva 2018(28 €). Pedrosa de Duero, Burgos. De una de las casas emblemáticas de la Ribera, Pérez Pascuas-Vinos Viña Pedrosa, este La Navilla, nombre de la finca en la que nace, sale al mercado como reserva desde la añada 2011. Se trata de un tinto fino con 20 meses en barrica francesa, procedente de una parcela excepcional, en suelos arcillo-arenosos a 844 metros de altitud y razón por la que disfruta de un microclima especial. Un tinto con expresivo, complejo, con estupenda estructura, equilibrado, fresco, profundo. Muestra aromas de fruta negra en confitura, ahumados, especias, tostados, recuerdos de regaliz y fondo mineral. Boca amplísima, sabrosa, con buena constitución y noble tanicidad. Buen peso de fruta y perfecta acidez. Un vino con larga vida.

Finca Villacreces 2018(24,95€). Quintanilla de Onésimo, Valladolid. De nuevo un vino de finca que es el emblemático de la bodega, Finca Villacreces. Además, esta es la primera añada que sale con certificación de ecológico. A partir de la selección de las parcelas con rendimientos más bajos de la finca, el vino es una combinación de un 86% de tempranillo, con 10% de cabernet sauvignon y 4% de merlot, y ha tenido una crianza de 14 meses en roble francés nuevo, previa fermentación maloláctica en tina de madera y barricas también francesas. El resultado, un vino expresivo e intenso, que muestra aromas de fruta negra madura, confituras, florales, lácticos y notas de chocolate. Voluminoso en la boca, sabroso, fresco, con buena expresión frutal y nobles aromas de su crianza en el postgusto.

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