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Muere a los 94 años Vicente García, el último español superviviente de Buchenwald

El último superviviente del campo de concentración nazi de Buchenwald nunca llegó a recuperarse de lo que vivió allí

Muere a los 94 años Vicente García, el último español superviviente de Buchenwald

Vicente García Riestra (Pola de Siero, 1925), el último superviviente español del campo de concentración de Buchenwald, ha fallecido esta mañana rodeado por su familia en el hospital de Périgueux, en Francia, donde será enterrado la semana que viene.

«Sabía lo que tenía y desde hace días sabíamos que no volvería a salir del hospital», ha señalado a EFE el escritor asturiano Xuan Santori, autor de 42.553: después de Buchenwald, un libro en que el García Riestra desveló partes de su vida que había mantenido ocultas durante décadas. Aunque en España aún viven otros siete supervivientes de los campos de concentración nazis, García Riestra es el último de los que pasaron por el campo de concentración de Buchenwald (Thüringen, Alemania), a donde llegó en 1944 tras ser deportado desde Francia.

Séptimo de una familia de diez hermanos, García Riestra nació en la localidad asturiana de Pola de Siero en 1925 y en 1939 se exilió a Francia, después de que las tropas franquistas entrasen en Barcelona.

Al año siguiente, cuando los nazis invadieron Francia, pasó a hacer labores de espionaje para la resistencia hasta que fue capturado en diciembre de 1943 por la Gestapo, que lo deportó hasta Buchenwald, donde pasó a ser el preso 42.552 y permaneció recluido 15 meses hasta que fue liberado en abril del 45.

«De lo que vivió allí nunca llegó a recuperarse y había noches que aún se despertaba pensando que seguía en el el campo de concentración», relataba hoy a EFE Santori, con el que mantenía una estrecha relación y que considera que su vida fue «un ejemplo ético». A su memoria venían las ejecuciones públicas que tuvo que presenciar, cómo había encontrado muerto al amanecer a su compañero de litera o la actividad diaria del crematorio del campo, traumas de los que, según Santori, no llegó a restablecerse nunca.

De su experiencia en Buchenwald recordaba, por ejemplo, que las 80.000 personas confinadas en el centro eran tratados «como animales» y que sólo disponían de un trozo de pan para comer, «más fino que una mano», y de un litro de agua «sucia» caliente que conseguía calmar «los temblores del frío».

Al final de sus días, reconoció a Santori que había algunas cosas que vivió «que no había podido contar» y que se había arrepentido de no haber empezado a relatar su experiencia antes. Pero eso no le impidió dedicar buena parte de su última etapa de la vida, cuando ya estaba jubilado, a dar charlas en colegios franceses y a trasladar a la juventud su testimonio para que conociera de primera mano el horror nazi y se dieran «cuenta del pasado para que no se repita».

Desde Périgueux, en la Dordoña francesa, donde residía, se había convertido en un referente ético y moral de varias generaciones, lo que le llevó a ser distinguido con la condecoración de más rango de Francia, la Legión de Honor, tras ofrecer en centros educativos su testimonio a los más jóvenes para que conozcan de primera mano el horror del nazismo.

García Riestra visitó Asturias en junio del pasado año para asistir a la presentación de la obra basada en su vida 42.553: después de Buchenwald, que había sido galardonada con el Premio Máximo Fuertes Acevedo de ensayo en lengua asturiana, viaje que aprovechó también para relatar su experiencia a escolares de Gijón. A ellos les dijo que su objetivo en el día a día durante sus quince meses como prisionero consistía en «lograr sobrevivir» porque sentía que «la muerte estaba esperando» en cada momento.

También aprovechó para criticar que en algunos países europeos el nazismo estuviera «a las puertas otra vez» por lo que reclamó que «se haga todo lo posible para que no se vuelva a vivir» ese horror. «Lo que pasó no lo perdono, pero hay que olvidarlo«, señaló durante esta visita, antes de apuntar que su hermano fue asesinado con 17 años y que su padre está enterrado en una fosa común por combatir el fascismo. También lamentaba que en España «nunca nadie haya hecho nada» para defenderle ni reconocer su dolor y sin recuperar la nacionalidad española que le arrebató el régimen franquista.

Tras su muerte, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, recordaba en las redes sociales que se había producido en el Día de Europa, una jornada para recordar a quienes lo dieron todo por la libertad, mientras que el secretario general de la FSA-PSOE, Adrián Barbón, destacaba la coherencia de un hombre que dedicó su vida a denunciar el horror del nazismo.

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