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La última mujer que ganó el Premio Nobel de Física tuvo que trabajar gratis casi toda su vida

Tras ganar el Nobel de Física, anunciado el pasado martes, la canadiense Donna Strickland se convirtió en la tercera mujer en lograr el mayor reconocimiento de la Academia sueca en su campo. Estamos hablando de tres mujeres entre los 209 científicos premiados con este galardón desde su fundación. También resulta curioso que, apenas unos meses antes del Nobel, Strickland viera cómo rechazaban una propuesta para crearle una entrada biográfica en Wikipedia.

La última mujer que ganó el Premio Nobel de Física tuvo que trabajar gratis casi toda su vida

Tras ganar el Nobel de Física, anunciado el pasado martes, la canadiense Donna Strickland se convirtió en la tercera mujer en lograr el mayor reconocimiento de la Academia sueca en su campo. Estamos hablando de tres mujeres entre los 209 científicos premiados con este galardón desde su fundación. También resulta curioso que, apenas unos meses antes del Nobel, Strickland viera cómo rechazaban una propuesta para crearle una entrada biográfica en Wikipedia.

Dicho esto, para encontrar a la anterior física en ganarlo tenemos que remontarnos hasta el siglo pasado. Hace 55 años, en 1963, la científica Maria Goeppert-Mayer logró el merecido premio por su trabajo sobre el modelo de capas nuclear. Su caso es particularmente sangrante, puesto que no fue remunerada por su esfuerzo hasta cuatro años antes del Nobel de Física.

Goeppert-Mayer emigró a Estados Unidos desde Alemania junto a su marido, el químico Joseph Mayer, en los años 30, coincidiendo con el auge del nazismo. Lo hicieron porque Mayer encontró un empleo como profesor en la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore. La propio universidad rechazó contratar a Goeppert-Mayer aludiendo a que, en tiempos de la Gran Depresión, el salario debía destinarse primordialmente al hombre.

Ante esta circunstancia, la científica trabajó sin remuneración en un espacio vacío en la propia universidad, que no le negó esa posibilidad. Lamentablemente, volvió a vivir la misma suerte cuando su marido decidió cambiar de empleo y dar clases en la Universidad de Columbia. Poco después, le llegó una oferta a ella en la Universidad de Chicago: se trataba de una cátedra en el Instituto de Estudios Nucleares y la cantidad ofertaba ascendía a cero dólares. Aceptó y acabó siendo propuesta y elegida en la Academia Nacional de Ciencias.

En 1959, al fin, la Universidad de California le ofreció una beca completa extensible a su marido. Se mudaron junto a sus dos hijos y en noviembre de 1963 llegó el Nobel de Física. Hoy en día, la Fundación GE, tal y como explica la revista Quartz, entrega un premio anual con su nombre.

Por desgracia, no se trata de un caso aislado dentro del mundo de la ciencia. De hecho, al menos ella recibió el galardón después de todo su esfuerzo. No ocurrió lo mismo, por ejemplo, con Lise Meitner, que debió ser nombrada por el Nobel de Física en 1944 por sus descubrimientos sobre la fisión nuclear. Sin embargo, solo aparecía la firma de su colaborador Otto Hahn en la investigación. Eran los tiempos de la Alemania nazi.

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