«Para construir una banca responsable es fundamental que las entidades impulsen planes con los que avanzar en su transición verde. Conocer el impacto de la actividad, a través de métricas como la huella de carbono, es el primer paso para reformular el negocio a partir de criterios basados en la sostenibilidad e ir comprobando, conforme se aplican las medidas, su eficacia a favor del medioambiente», explican desde Banco Santander.
La entidad es un ejemplo de cómo el sector financiero se ha comprometido en los últimos años a borrar el rastro de gases de efecto invernadero (GEI) que deja su actividad y a ayudar a los clientes a conocer y reducir sus emisiones. La huella de carbono es una métrica clave en la lucha contra el cambio climático y sus consecuencias directas, entre ellas el calentamiento global. Ya en el Acuerdo de París de 2015, 196 países, así como administraciones regionales y empresas privadas de sectores como el bancario pactaron la reducción de gases de efecto invernadero para alcanzar la neutralidad climática en 2050 y evitar que la temperatura mundial supere los dos grados centígrados respecto a la época preindustrial.
“Esto ha supuesto un hito en el camino hacia una banca más responsable, en el que las entidades, además de interesarse por disminuir las emisiones propias, buscan impulsar la financiación verde o las inversiones sostenibles entre sus clientes”, señala el banco que preside Ana Botín. La entidad es líder mundial en financiación de energías renovables: ha destinado durante el primer semestre de este año más de 2.400 millones de euros a estos proyectos, con una cuota del mercado mundial del 6,4%, según el ranking de Infralogic. Además, se ha comprometido a movilizar 120.000 millones de euros en financiación verde en el periodo 2019-2025 (ya ha superado los 74.000 millones), cifra que se elevará hasta 220.000 millones de euros hasta 2030.
El Santander, que mide y analiza su propia huella de carbono desde 2011, explica cuáles son los tres parámetros principales para que todas las organizaciones, incluidas las financieras, conozcan su huella y desarrollen acciones dirigidas a reducirla:
- Emisiones directas o de alcance 1: se trata de los gases emitidos directamente a través de la combustión en maquinarias, hornos, vehículos o calderas, que estén bajo la propiedad o control de la entidad. También se tienen en cuenta las emisiones fugitivas, es decir, aquellas producidas por fugas en los sistemas de calefacción, aires acondicionados o averías.
- Emisiones indirectas o de alcance 2: son los gases producidos principalmente a través del consumo de energía comprada a un tercero y consumida por la entidad durante el desarrollo de su actividad.
- Otras emisiones indirectas o de alcance 3: son aquellas derivadas de actividades realizadas por terceros y que guardan relación con la entidad, pero no forman parte de su propiedad ni de su control, como puede ser el transporte de sus profesionales o la cadena logística de los insumos que utiliza, entre otros.
Con estos indicadores, los bancos pueden tomar medidas para aminorar el impacto que su actividad tiene sobre el cambio climático. En ese sentido, Banco Santander actúa para contrarrestar sus emisiones y ayuda a los clientes en la transición hacia una economía verde.
La entidad logró en 2020 la neutralidad de carbono en sus operaciones propias, tanto por la utilización de fuentes de energía renovables en sus instalaciones como por la compensación del resto de emisiones. Por ejemplo, el desarrollo de iniciativas y proyectos de reforestación o energía eólica. Además, eliminó el año pasado los plásticos de un solo uso en sus oficinas y edificios corporativos y ha instalado iluminación LED.
En cuanto al calendario de descarbonización, como miembro fundador de la Net Zero Banking Alliance, el Santander ha dado a conocer su hoja de ruta para alcanzar cero emisiones netas de carbono en todo el grupo en 2050. Este reto va más allá de la propia actividad del banco: incluye todas las emisiones de clientes derivadas de cualquiera de los servicios de financiación, asesoramiento o inversión que ofrece.
Como paso intermedio, el grupo se ha propuesto para 2030 eliminar completamente su exposición a la minería de carbón térmico en todo el mundo. Recientemente ha anunciado tres nuevos objetivos para descarbonizar sus carteras en los sectores de energía, acero y aviación. Y a futuro, fijará las metas en el caso del sector inmobiliario, fabricación y financiación de vehículos, cemento y agricultura, entre otros.
También ha sido la primera entidad española en ofrecer a los clientes la posibilidad de neutralizar las emisiones de CO2 mediante la compra de créditos de carbono, la unidad internacional que equivale a una tonelada de CO2 evitada o absorbida en el aire. Para ello cuenta con una herramienta, a través de su web y la app, con la que pueden calcular mensualmente las emisiones de CO2 asociadas a cada una de sus transacciones y compensarlas a través de un marketplace climático basado en blockchain para colaborar de forma voluntaria en distintas iniciativas que tratan de evitar nuevas emisiones o absorber las ya emitidas: generación de energías renovables, conservación de ecosistemas, reforestación de bosques…
Además, ofrece en todos sus mercados un catálogo de productos verdes, basados en los criterios Ambientales, Sociales y de buen Gobierno (ASG) como hipotecas verdes, préstamos dirigidos a la eficiencia energética de los hogares u oficinas, financiación para proyectos de transporte (coches eléctricos e híbridos) o agricultura baja en carbono.