Las terapias contra el cáncer han resuelto uno de los principales miedos derivados de esta enfermedad: el de no poder alcanzar una cura. Con el avance de los tratamientos, fruto de enormes inversiones e investigaciones, se obtiene cada vez más la efectividad necesaria para lograr el bienestar del paciente. Poco a poco se avanza hacia métodos mucho más seguros que proporcionan un mejor control de esta enfermedad, minimizando las secuelas.
A pesar de los buenos augurios, lo cierto es que el cáncer no es una afección aislada. En 2020 fue la cuarta enfermedad que más muertes causó según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Es por ello que los nuevos descubrimientos suponen una forma efectiva de tratar de doblegar lentamente esas estadísticas.
Entre estas nuevas formas de combatir la enfermedad, existe una que lleva tres años aplicándose en España, aunque todavía no sea muy conocida: la protonterapia. Aunque pueda parecer un término complejo y la falta de información al respecto pueda provocar desconfianza, lo cierto es que su uso, en manos de los expertos adecuados, provee un tratamiento efectivo y menos peligroso para los pacientes.
El funcionamiento de la protonterapia es más sencillo de lo que puede parecer originalmente. El doctor Alejandro Mazal, director de Física Médica del Centro de Protonterapia Quirónsalud, señala que en la radioterapia convencional se utilizan fotones de alta energía para atacar a las células cancerígenas, con una incidencia en tejidos sanos antes y después del tumor. Sin embargo, la protonterapia, que no es otra cosa que una radioterapia con protones, se centra en un área exacta y, gracias al uso de partículas cargadas aceleradas (protones) de alta energía que se detienen a una cierta profundidad, se evita la irradiación de tejidos que se encuentran detrás del tumor.
«Los protones se dirigen con precisión milimétrica hacia el tumor y allí depositan el máximo de la dosis de radiación necesaria para su control. Al concentrar el efecto en la zona tumoral, minimizando el daño en el tejido sano circundante, el tratamiento tiene una menor toxicidad y se reducen otros riesgos como el de inducción de segundos tumores», explica el doctor Mazal. Esta terapia está indicada por el momento en determinados tipos de tumores como oculares, cerebrales, sarcoma, cabeza o cuello, entre otros, en los que es necesario acotar mucho más la zona tratada al estar en proximidad de órganos críticos sensibles.
La protonterapia y su efectividad en la pediatría
Aunque su uso ya se había desarrollado desde los años 50 en Estados Unidos y Suecia, en Europa solo unos pocos centros en Suiza, Alemania, Francia e Inglaterra tenían los medios necesarios para aplicarla, algo que obligaba a los pacientes a tener que abandonar sus países en busca de una solución (con las consecuentes incomodidades).
Sin embargo, España dejó de estar a la cola en 2019, año en el que el equipo de Quirónsalud creó el Centro de Protonterapia, el primero en todo el país y uno de los más importantes de la actualidad. Por el momento, más de 300 pacientes han sido tratados con este sistema, con muy buenos resultados, especialmente en los niños.
¿Pero por qué se recomienda esta terapia para este sector de la población? El director médico del Centro de Protonterapia Quirónsalud, el doctor Raymond Miralbell, señala que la clave se encuentra en la reducción del daño en los órganos sanos, en especial en una etapa en la que estos se están desarrollando y creciendo: «La radioterapia con protones representa una alternativa avanzada, segura y efectiva en la lucha contra algunos tipos de cáncer dado que permite ‘esculpir’ de forma óptima la dosis de radiación con la forma del tumor, reduciendo la dosis en grandes volúmenes de tejido sano, lo que la hace particularmente interesante en pediatría».
El profesional de Quirónsalud también recomienda en qué casos concretos debe aplicarse esta terapia, en especial en «los tumores muy agresivos en la base de cráneo y del canal medular y de los tumores pediátricos sólidos del sistema nervioso central y musculoesqueléticos» o aquellos que se encuentren en zonas rodeadas de órganos muy frágiles e importantes (como los melanomas coroideos en el ojo, en los tumores de la esfera de la cabeza y cuello, y en el cerebro).
En el caso de los niños, con este proceso se evita la disminución severa de las cifras de leucocitos o de las plaquetas circulantes en sangre, lo que suponía uno de los principales problemas de la radioterapia convencional y que obligaba, en muchos casos, a frenar el tratamiento ante el grave riesgo de infecciones.
Sin embargo, no ha de rechazarse ningún otro tratamiento recomendado por los profesionales de la salud para tratar esta enfermedad. «La protonterapia no compite con la cirugía o con la quimioterapia o la inmunoterapia , al contrario, siempre se trabaja en forma multidisciplinaria. Y se realizan estudios comparativos con la radioterapia convencional adoptando la protonterapia en aquellos casos que reúnan las condiciones o bien de agresividad o bien cuando el objetivo sea reducir al máximo el riesgo de efectos secundarios severos», indica el doctor Mirabell.
Un tratamiento con futuro
A pesar de llevar pocos años en España, su uso es cada vez más amplio. Los profesionales de Quirónsalud coinciden en la proyección de futuro que tiene.
«Es muy posible que, dentro de 5 a 10 años, la protonterapia esté indicada en cerca de un 15% tumores frente al 1% actual», indica el director del centro de Protonterapia. Esta situación hará necesario aumentar los recursos en esta tecnología, en particular humanos, y hacer realidad el proyecto en curso de aumentar el número de unidades disponibles en España para así asegurar su alcance.