Lo dicen los titulares de algunos medios, lo dicen los comentaristas de algunas tertulias, los discursos de los políticos de algunos partidos, el ministro de Consumo, sus reales decretos y los textos legislativos de algunas comunidades autónomas: cada vez más jóvenes son adictos al juego y la ludopatía se extiende sobre esta parte de la sociedad como una epidemia imparable, pero ¿es lo que dicen los datos?
La primera pregunta que cabría hacerse es si el juego, en su conjunto, está creciendo de manera desbocada en la sociedad y en este punto, habría que distinguir entre juego público (juegos de la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado y juegos de la ONCE) y el juego privado. Según los propios datos del Ministerio de Sanidad en su encuesta EDADES, el juego más utilizado en España es el de SELAE. Más del 70% de los españoles juega la lotería, primitiva y bonoloto y desde 2018, esta cifra se mantiene estable. Le siguen las loterías instantáneas (‘rascas’ de la ONCE) que han crecido un 36% desde 2018. En lo que se refiere al juego privado, el número de usuarios ha descendido un 30% entre 2018 y 2022. Por categorías, los usuarios en salas de juego se han reducido un 56%, los juegos en casino, un 58%; el bingo, un 29% y las máquinas recreativas, un 20% con respecto a la prevalencia de 2018. En cuanto a la actividad cuyo crecimiento se supone que más afecta a los jóvenes según el propio ministerio de Sanidad, los usuarios de apuestas deportivas se han reducido un 12% entre 2018 y 2022.
La segunda pregunta que cabría hacerse es si las personas afectadas por problemas asociados al juego están creciendo en España. Siempre según los datos del Ministerio de Sanidad en su encuesta EDADES, el 0,4% de la población española entre 15 y 64 años podría presentar un patrón de trastorno del juego. El valor disminuye un 20% respecto a 2018 y, aunque los datos son variables al medir un porcentaje tan pequeño, marca desde hace años una tendencia sostenida a la baja. España tiene una de las tasas de juego problemático más reducidas de Occidente desde hace décadas.
Uno de los pensamientos más asentados en la sociedad es que los jóvenes son vulnerables porque cada vez acceden antes al juego. Según el Ministerio de Sanidad, los españoles comienzan a jugar con más de 23 años y esa edad se retrasa ligeramente en los últimos tiempos. La edad en la que los españoles juegan por primera vez dinero presencial es de 23,3 años y en 2018, esta cifra era de 22,8 años siempre según los datos de la Encuesta de Adicciones Comportamentales del ministerio de Sanidad.
El juego está prohibido en menores en España. Las empresas de juego han dispuesto en suslocales medidas para evitar que personas sin la edad legal permitida puedan consumir sus productos. Para acceder a un local de juego es necesario presentar un documento identificativo para que el personal pueda comprobar que el jugador es mayor de edad y que no se encuentra inscrito en el registro de autoprohibidos. La industria del juego privado en España ha implementado cada vez más controles para evitar que los menores accedan a sus productos y las cifras dicen que las medidas tienen efectos. Según el Plan Nacional sobre Drogas, el juego problemático entre adolescentes de entre 14 y 18 años se ha reducido un 14% entre 2018 y 2022, fecha del último estudio.
En todo caso, las barreras incluso físicas que se levantan para que los menores no accedan a los productos de juego en el sector privado no existen en el juego público. De acuerdo con los datos del Ministerio, las loterías, primitivas y rascas de la ONCE son los más empleados por los menores. Estos juegos, al contrario que las casas de apuestas, no tienen controles de acceso ni de otro tipo. Cabe destacar que al contrario de lo que ha predicado este Gobierno, la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado adjudicó un contrato de publicidad por valor de más de tres millones de euros para promocionar las quinielas y apuestas hípicas entre los jóvenes para que se conviertan en clientes habituales. Esta asimetría tiene su reflejo en los datos de usuarios por productos de juego en cuanto descienden en las actividades de juego privado y aumenta la prevalencia del uso público.
Si el juego puede ser problemático para algunos jóvenes al igual que otras actividades que les están prohibidas, cabría comparar las externalidades del juego con las adicciones a otro tipo de amenazas. Según el ministerio de Sanidad, los menores de entre 14 y 18 años tienen el doble de probabilidades de hacerse adictos a los videojuegos y siete veces más posibilidades de hacerse adictos a internet que al juego según la misma encuesta del Ministerio. Además, tanto la prevalencia de la adicción a los videojuegos como por adicción a internet se incrementan desde que Sanidad comenzó a preguntar en sus estudios sobre el uso compulsivo de videojuegos (2019) e internet (2014).