El pasado 21 de diciembre saltaba una de las noticias deportivas del año: el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) hacía pública su sentencia sobre la Superliga europea.
Un proyecto encabezado por el Real Madrid y el FC Barcelona, y que, según defienden desde LALIGA, «es una propuesta egoísta y ególatra diseñada para enriquecer aún más a los ya superricos». Además, a ojos del fútbol profesional español, este proyecto «implica la desaparición de centenares de clubes y de decenas de miles de puestos de trabajo en todos los países europeos».
«La sentencia del TJUE no avala la Superliga europea»
LALIGA, tras conocer la sentencia de la Superliga, emitió un comunicado en el que destacaba que «la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) no avala la Superliga europea», así como que «la UEFA ya recogió en 2022 una modificación de su normativa para la autorización de nuevas competiciones, que se adapta a lo que ahora está dictaminando el TJUE».
El Tribunal europeo subrayaba en su sentencia la posibilidad de que existan competiciones que desarrollen fuera de la estructura que proporcionan la FIFA o la UEFA, pero no avaló en ningún momento que la Superliga sea una competición que pueda llevarse a cabo. La competición se ha encontrado con el rechazo del mundo del fútbol bajo el lema «¡Gánatelo en el campo!».
Aunque los promotores de la Superliga aseguran que esta sentencia les da la razón, la realidad es que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) ha sido claro al afirmar que «una competición como la del proyecto de la Superliga no debe ser necesariamente autorizada. Al habérsele planteado cuestiones de carácter general acerca de las normas de la FIFA y de la UEFA, el TJUE no se pronuncia, en su sentencia, sobre este proyecto específico», defendía la organización deportiva.
«La sentencia viene a confirmar lo que siempre hemos dicho: cualquiera puede organizar competiciones fuera del entorno UEFA y FIFA, eso no se puede prohibir, y nadie lo ha puesto en duda. La cuestión judicial son las condiciones de estas competiciones para estar bajo el ecosistema de UEFA y FIFA, es decir, que debe haber una normativa transparente, clara y objetiva para la aprobación de nuevas competiciones», detalló entonces Javier Tebas, presidente de LALIGA.
La decisión de unos pocos sobre la mayoría
La postura de LALIGA frente a la Superliga europea se fundamenta en su rechazo a un modelo cerrado, egoísta y elitista que amenaza con desestabilizar el ecosistema del fútbol europeo. Desde la primera propuesta de formato semicerrado en 2019 hasta la propuesta totalmente cerrada de 2021, diversos actores del fútbol, incluyendo aficionados, clubes, jugadores, ligas, federaciones, gobiernos estatales y entidades europeas, han expresado de manera contundente su rechazo. A pesar de este rechazo generalizado, ahora los impulsores de la Superliga vuelven a insistir en presentar un formato parecido al de 2019 bajo la fachada de ser abierto y meritocrático, pero que incluso ahora es más cerrado que modelo previamente rechazado.
A22, la empresa detrás de la Superliga, hizo público el modelo que tendrá la competición tras conocer la sentencia del TJUE. Propone un sistema de ascensos y descensos entre las 3 divisiones. Este modelo solo permite que dos clubes de cada categoría puedan ascender y descender. Las ligas domésticas sólo darían acceso a 20 clubes para competir en la tercera división (sobre un total de más de 1.500 clubes profesionales europeos). Además, las ligas no darían ningún acceso a la primera y segunda división europeas. Por ejemplo, si el Girona FC acaba ganando LALIGA EA SPORTS esta temporada, solo tendría acceso a la tercera división del formato que propone la Superliga, o, si al finalizar la temporada, el Girona acaba entre el segundo o el cuarto clasificado en LALIGA EA SPORTS, no tendría acceso directo a ninguna competición de la Superliga.
LALIGA defiende que este proyecto va más allá de ser simplemente un formato de competición y representa la concentración de poder en unos pocos clubes privilegiados. Tiene una «naturaleza egoísta y ególatra» de la Superliga, diseñada para enriquecer aún más a los ya poderosos y, al mismo tiempo, amenazar la existencia de numerosos clubes, puestos de trabajo en toda Europa y el sistema que ha sido la base del éxito del fútbol europeo.
En términos de acceso, LALIGA subraya que cualquier formato que no garantice un acceso directo totalmente abierto perpetúa la participación de unos pocos privilegiados, creando una «élite cerrada» en lugar de fomentar un deporte abierto para todos. La desaparición de la meritocracia es otro punto central de rechazo, ya que la Superliga eliminaría la clasificación por méritos deportivos a través de las ligas domésticas, truncando el sueño de clubes más modestos de ascender a la cima del fútbol europeo. «¡Gánatelo en el campo!», reza el eslógan utilizado por la UEFA para la ocasión y al que se han sumado otras organizaciones como la propia LALIGA, la Asociación de Clubes Europeos (ECA), o la Premier League, además de la mayoría de equipos españoles como el Valencia CF, Real Betis, Villarreal CF y numerosos clubes europeos.
¿Qué impacto tendría la Superliga en las ligas domésticas?
El impacto en las ligas domésticas es un tema crucial, ya que la propuesta de la Superliga amenaza con eliminar el acceso directo desde estas ligas a la máxima competición europea, lo que podría resultar en una pérdida de interés y, eventualmente, en la extinción de las ligas nacionales.
En términos económicos, LALIGA destaca el informe pericial de KPMG que estima una pérdida significativa de ingresos para la liga española en caso de una Superliga. Se resalta la importancia del fútbol profesional en la generación de empleo, ingresos fiscales y contribuciones a otros deportes y al fútbol no profesional, advirtiendo que la Superliga podría poner en peligro esta contribución.
En este sentido, según el informe pericial elaborado por KPMG realizado en 2022 con un modelo de ascensos y descensos que planteaba la Superliga, solo en España un proyecto como la Superliga Europea provocaría la pérdida de un 55% de los ingresos globales de LALIGA y los clubes y pondría en riesgo una industria que genera más de 194.000 empleos y 8.390M€ en impuestos al año, lo que supone un 1,44% del PIB.
Finalmente, la entidad presidida por Javier Tebas critica la irrealidad de las promesas de ingresos hechas por los fundadores de la Superliga, destacando una falta de comprensión del mercado global de derechos televisivos y patrocinios.
De Villarreal al mundo
Pero a pesar de que los efectos económicos ya serían previsiblemente devastadores para los clubes de las principales categorías en España, el motor deportivo que supone para muchos equipos aspirar a disputar las máximas competiciones europeas se diluiría completamente al contar con opciones mínimas para disputar la Superliga.
Un nuevo modelo como el planteado por la empresa A22, la empresa organizadora de la competición, habría privado al fútbol español de grandes hitos conseguidos por los equipos nacionales los últimos años. Historias como la del Sevilla FC, que se ha convertido en una referencia a nivel europeo después de llegar a conseguir ser en pocos años el equipo más laureado en la UEFA Europa League; o la de cómo un conjunto de una localidad de apenas 20.000 habitantes, el Villarreal CF, derrotó a los equipos todopoderosos del Viejo Continente, llegando incluso en una ocasión a la semifinal de la UEFA Champions League y logrando coronarse campeón de la UEFA Europa League hace apenas dos años ante el histórico Manchester United, desaparecerían con el nuevo formato.
Más reciente es el ejemplo de la Real Sociedad. El equipo donostiarra no ha podido comenzar mejor la temporada con una increíble actuación en la fase de grupos de la UEFA Champions League que le ha permitido pasar primera de grupo imponiéndose ante clubes que se han alzado varias veces campeones como el Benfica o el Inter de Milán.
Es por estos ejemplos por los que numerosos clubes españoles hacen constantes esfuerzos y sacrificios para aspirar a encontrarse en la cumbre del fútbol europeo. Ellos serían los principales afectados ante la falta de meritocracia que destila la Superliga, que impediría que la mayoría de los equipos de nuestro fútbol puedan disputar una competición en la que se enfrentasen a los mejores futbolistas, condenándolos a una marginación inaceptable que impediría alimentar las aspiraciones de los clubes, jugadores y aficionados.