El perfil molecular de los tumores va a determinar el tratamiento oncológico en el futuro. La doctora Gema Moreno Bueno es catedrática del departamento de Bioquímica de la Universidad Autónoma de Madrid, y jefa del laboratorio de investigación traslacional de la Fundación MD Anderson Cancer Center España. Hablamos con ella sobre la situación actual de la investigación, la importancia del perfil genético de los tumores, el desarrollo de tratamientos menos invasivos para los pacientes, y mucho más.
PREGUNTA. Para que el lector medio lo entienda: ¿qué es y por qué es importante el perfil genético de un tumor?
RESPUESTA. El cáncer es una enfermedad genética que tiene su origen en la presencia de alteraciones en el ADN, estos cambios se denominan mutaciones, y la presencia de una, varias o incluso cientos de ellas se asocia con el crecimiento descontrolado de las células que dan origen al tumor. Por tanto, si son responsables, conocerlas nos permite tratar mejor y de forma más específica al paciente.
P. ¿Podría explicar de manera sencilla cómo los científicos descubren el perfil genético de un tumor? ¿Es algo como encontrar un código secreto?
R. Como comenté antes, la presencia de las alteraciones en el ADN se relacionan con el desarrollo del tumor. Si estos cambios ocurren en el ADN, lo que se hace es estudiar el ADN de cada tumor. Es decir, estudiar qué cambios tiene y cuál o cuáles de ellos son «malos» o se relacionan con la enfermedad.
Sí se podría considerar un código, pero no secreto, puesto que el genoma (el ADN completo) de los humanos es conocido desde hace años. A mí me gusta más considerarlo como el apellido a la enfermedad.
P. Imaginemos que cada tumor es único como una huella digital. ¿Cómo se aseguran de que el tratamiento sea personalizado para cada paciente?
R. Es cierto que cada individuo puede llegar a tener mutaciones, cambios en el ADN, específicos, pero también es cierto que muchos de estos cambios se conocen y son compartidos por muchos tumores. Esto es importante porque estas alteraciones han sido la base de desarrollo de nuevos tratamientos, que específicamente reconocen o son efectivos cuando el tumor tiene esa mutación. Por tanto, es necesario conocerlos para tratar de forma más específica a cada paciente.
Lamentablemente, a día de hoy no hay suficientes fármacos capaces de cubrir el amplio número de mutaciones diferentes que tiene el paciente oncológico, por este motivo es vital seguir investigando desde los laboratorios, universidades, y hospitales, dado que sólo con investigación llegaremos a tener más oportunidades de tratamiento.
P. ¿Hay alguna historia o avance reciente que encuentre especialmente emocionante en la lucha contra el cáncer, relacionado con la genética de los tumores?
R. Uno de los avances más significativos de los últimos años es que algunos pacientes se puedan beneficiar de la inmunoterapia. Esto, dicho de forma simple, es hacer que tu sistema inmune considere el tumor como algo extraño y ayude a eliminarlo.
Por desgracia, actualmente, no todos los pacientes con cáncer se benefician de la inmunoterapia, pero hay muchos estudios que se están llevando a cabo, también en España, dirigidos a entender cómo educar a nuestro sistema inmune para que elimine el tumor, por ejemplo, como con el uso de vacunas específicas. Es importante destacar, que, como dije antes, solo con nuevas investigaciones podremos trasladar estos hallazgos más rápido al paciente.
P. ¿Cómo explicaría en términos sencillos el concepto de «terapias dirigidas» para que todos podamos entenderlo?
R. Son tratamientos que tienen como diana las alteraciones en el ADN que tiene el tumor. Nosotros, cuando un gen está alterado en un tumor, le llamamos marcador, pues una terapia dirigida sería aquella dirigida a bloquear el efecto adverso que ese marcador tiene.
P. ¿Qué nos depara el futuro en la lucha contra el cáncer? ¿Podemos esperar tratamientos aún más efectivos y menos invasivos?
R. Muchos avances, siempre y cuando se continúe investigando como se está haciendo. Se requiere del aporte de nuevos estudios multidisciplinares, que, como dije antes, empiecen en los centros de investigación y en las universidades, y que acaben pronto en la clínica.
Ahora se sabe qué se tiene que estudiar, y es lo que se está haciendo, si bien se requieren más medios y, por supuesto, el apoyo social que solicite más fondos para la investigación.
P. ¿Cuáles son algunos de los problemas difíciles que enfrentan los científicos y médicos al tratar el cáncer, y cómo están trabajando para superarlos?
R. La investigación en cáncer necesita fondos. Es decir, más financiación, y que ésta sea estable en el tiempo y de calidad. Por ejemplo, en términos de PIB, la inversión en investigación en cáncer en España está muy por debajo en relación con otros países del entorno.
Es cierto que en los últimos años se ha notado una cierta mejoría, en parte por la financiación obtenida de fondos filantrópicos, que ha crecido en España bastante en los últimos años, pero no es suficiente para una enfermedad que nos afecta a todos. Se necesita que el personal investigador no se vaya de España, lo que denominamos fuga de talento. Porque aquí hay y mucho, pero la estabilización del personal investigador está en riesgo, y sin investigadores los avances en la enfermedad también.
P. ¿Alguna vez ha sentido que está trabajando en algo que parece sacado de una película de ciencia ficción? ¿Podría compartir un ejemplo?
R. No, sé que me enfrento a un reto importante que es entender una enfermedad compleja y heterogénea, pero a los científicos estos retos nos gustan. Es cierto que es un trabajo vocacional lleno de obstáculos y mucho esfuerzo, pero llegar a tener éxito, por ejemplo, en desarrollar un tratamiento o mejor diagnóstico, vale la pena.
Quizás, un aspecto que sí fue de película fue mi etapa inicial, cuando iba consiguiendo beca tras beca, y nunca llegaban los contratos, o no tener claro qué pasaría después, cuál sería mi futuro, si podría seguir haciendo lo que me gusta. Pero ahora, afortunadamente, eso está ha cambiado y al menos los estudiantes de tesis sí disfrutan de lo mismo –contratos– que el resto de los trabajadores.
Aunque, como mencioné antes, al personal investigador hay que cuidarle, porque no queremos formarlos y que luego no ejerzan de lo que mejor saben hacer, que es investigar, en nuestro país.
P. Para aquellos de nosotros que no somos científicos, ¿cómo podemos contribuir o apoyar la investigación y los avances en la lucha contra el cáncer?
R. La sociedad tiene un papel fundamental en todo esto, tiene que apoyar la investigación en general, y en el caso que nos ocupa, de la oncología en particular. Puede ser la voz que pida alto y claro que España necesita más fondos para la investigación, y tiene que creer que los investigadores trabajamos para mejorar la vida del paciente.
Quizás, aunque suene raro, la pandemia nos hizo entender que apostando por la investigación se consiguieron metas en apenas un año, hablo de la vacuna. Pues bien, no se nos debe olvidar esto porque el cáncer afecta a mucha gente, nos afecta a todos.
P. ¿Cómo influyen los hábitos diarios, como la alimentación o el ejercicio, en la genética del cáncer? ¿Hay algo que podamos hacer para reducir nuestros riesgos?
R. Mucho. Ciertos hábitos de vida son perjudiciales y se han visto directamente relacionados con el desarrollo de tumores, hablo, por ejemplo, del tabaco y el cáncer de pulmón, la obesidad es un factor de riesgo en muchos tipos tumorales, y hay más.
Sin duda, el mejor tratamiento para el cáncer es prevenir su aparición y en este sentido cada individuo tiene mucho que decir, cuanto mejor trates a tu cuerpo mejor te va a responder.
P. ¿Podría compartir alguna historia de éxito donde la genética haya desempeñado un papel importante en la recuperación de un paciente?
R. Hay varias. Por ejemplo, aquellos tumores que tienen alteraciones en unos genes llamados BRCA1 y 2 se pueden beneficiar de unos tratamientos específicos. Por tanto, analizar en los tumores las alteraciones es vital, porque la presencia de mutaciones en estos genes abre la puerta a que el paciente se beneficie de un tratamiento dirigido.
Otro ejemplo sería que, para poder saber que un paciente es candidato a la inmunoterapia, es necesario estudiar ciertas proteínas relacionadas con el sistema inmune. Estos son solo dos ejemplos, pero hay más. Es cierto que nos queda mucho por entender y hacer, pero los pequeños éxitos que están llegando significan una enorme esperanza para el paciente con cáncer.