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Los vinos blancos, los nuevos protagonistas de la alta gastronomía

Los vinos blancos, los nuevos protagonistas de la alta gastronomía

Marques de Riscal

Asociados al trago suave y al aperitivo, al vino blanco le ha costado ganar más presencia en la mesa. Una copa de blanco parece una apuesta segura acompañando unos mejillones en salsa o una ensalada de pasta, en un cóctel o en el arranque de un menú degustación, pero pasados los entrantes cuando llegamos a los llamados “platos fuertes” los tintos suelen imponerse. O solían, en pasado, porque el vino blanco está ganando terreno en la alta gastronomía.

Hoy en día, los consumidores y los sommeliers están descubriendo que los vinos blancos pueden ser igualmente adecuados para acompañar platos principales más sustanciales. Desde pescados grasos hasta aves de corral y carnes blancas, los blancos están demostrando ser una opción versátil y emocionante en la mesa. Su frescura y acidez pueden equilibrar sabores intensos, mientras que su riqueza y textura pueden complementar platos más cremosos y untuosos.

Este cambio se debe en parte a una nueva apreciación por la diversidad de vinos blancos disponibles, así como a la evolución de las técnicas de vinificación que han producido blancos más complejos y estructurados.

Ideal con platos potentes

Los vemos acompañar ese tartar de atún que está de moda o con unas cocochas al pilpil. Son blancos untuosos y con potencia, con sabor y aromas complejos. La versatilidad de estos vinos es una de sus señas de identidad porque funcionan igual de bien con recetas más contundentes, como el cordero asado. Sí, quizás llegó el momento de descorchar uno de estos vinos blancos para acompañar uno de los platos más icónicos de nuestra gastronomía. Y sin que tiemble el pulso porque son grandes vinos que armonizan, seducen y resaltan los matices de los platos.

¿Un vino blanco puede ser un Gran Vino? Desde luego. Si lo pensamos bien utilizamos la afirmación “es un gran vino” cuando queremos elevar ese vino que tanto nos gusta y que reúne una serie de cualidades que quizás no podemos identificar. La utilización de una uva de primerísima calidad, por ejemplo, que el viñedo tenga una antigüedad superior a los 30 años o que su rendimiento no supere los 6.500 kilos por hectárea.

Todas estas características son las que tiene en cuenta la categoría Gran Vino de Rueda, creada en 2021 para poner en valor aquellos blancos elaborados bajo rigurosos controles de calidad y con un enfoque gastronómico. Dos nombres propios de la bodega Marqués de Riscal, Finca Montico y Marqués de Riscal Limousin acaban de incorporar el sello Gran Vino de Rueda en su contraetiqueta.

Los criterios estrictos para esta designación, que incluyen el uso de uvas de alta calidad y prácticas de vinificación cuidadosas, garantizan que solo los mejores vinos blancos lleven esta distinción.

Cualquier duda se despeja con un giro de botella: el distintivo nos recuerda el potencial de estos dos vinos exclusivos para cruzar el umbral del aperitivo y extenderse en el corazón de un menú.

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