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La temida lesión del ligamento cruzado anterior: por qué se produce y cómo abordarla

La temida lesión del ligamento cruzado anterior: por qué se produce y cómo abordarla

Las principales causas que pueden provocar una lesión de este tipo suelen los cambios bruscos de dirección o una frenada en seco, una caída o un golpe

Pocas lesiones son más temidas que las que afectan al ligamento cruzado anterior. Este pequeño pero crucial ligamento, situado en la rodilla, es esencial para la estabilidad y el funcionamiento adecuado de la articulación. Se trata de una dolencia que en los últimos años ha ganado una atención particular debido al aumento de su incidencia, especialmente entre los deportistas de élite, aunque también puede afectar a personas que no se encuentran realizando actividad física.

Las principales causas que pueden provocar una lesión de este tipo suelen los cambios bruscos de dirección o una frenada en seco, una caída o un golpe, lo que provoca el desgarro de uno de los ligamentos, bien sea el anterior o el posterior, encargado de la articulación, uniendo desde el fémur a la tibia.

«Se trata de una lesión que afecta a personas jóvenes y activas, sobre todo aquellas que practican una actividad deportiva de alta intensidad, siendo cada vez más frecuente en niños como consecuencia de actividades relacionadas con giros, frenadas y pivotes, como las que se realizan en deportes como el fútbol, baloncesto, el tenis o el esquí», explica el doctor David Gómez Garrido, especialista en hombro y rodilla del servicio de Traumatología y Cirugía Ortopédica del Hospital Quirónsalud Toledo.

La forma más adecuada de prevenir este tipo de lesión se basa en un entrenamiento y preparación física adecuada. «Combinar la actividad física de pivotaje y contacto, como el fútbol o el balonmano, con actividades de fuerza, trabajo del core y ejercicios de movilidad articular es fundamental para prevenir las lesiones deportivas en la rodilla», detalla el especialista.

Dr. Gómez Garrido, especialista en rodilla del Hospital Quirónsalud Toledo.

Programas de entrenamiento específicos, que se centran en fortalecer los músculos alrededor de la rodilla y mejorar la técnica de movimiento, ayudan, en definitiva, a reducir el riesgo de lesiones.

«Al margen de la actividad deportiva, adaptar el calzado a la superficie en la que se practica la actividad también puede contribuir a evitar este tipo de lesiones, sobre todo en el fútbol, donde la elección de los tacos en función de la superficie es fundamental para evitar lesiones», continúa Gómez.

Principales síntomas

«Aunque depende del grado de afectación, que puede ir desde un desgarro leve a una separación completa del ligamento del hueso, en casi todos los casos, es una lesión que provoca dolor, hinchazón de la zona, movimiento limitado y la sensación de rodilla inestable», añade el doctor.

En la consulta, mediante una exploración física específica, los profesionales son capaces de orientar una posible rotura en el ligamento cruzado anterior, mediante los conocidos como ‘Test del cajón’, ‘Test de Lachman’ o ‘Test de pivot shift’. Se trata de tres pruebas de estabilidad, sin ningún dolor, que indican si existe un exceso de holgura en la articulación, es decir, un exceso de laxitud de la tibia respecto al fémur en comparación con la pierna sana.

Para un diagnóstico preciso, los especialistas realizan una anamnesis y exploración física adecuada y se apoyan en pruebas de imagen, como la radiografía y la resonancia de rodilla, «lo que nos ayuda a conocer el alcance de la lesión, valorar lesiones asociadas y aplicar el tratamiento más adecuado en cada caso», subraya.

Una recuperación lenta

«En un primer momento, el objetivo principal es disminuir el dolor y la inflamación», indica el especialista, para quien «en la mayoría de los casos se requiere de una cirugía, habitualmente por artroscopia, para la reconstrucción de ese ligamento dañado, ya que el objetivo final es que el ligamento pueda volver a aportar estabilidad a la rodilla y pueda recuperar su funcionamiento habitual, así como el tratamiento de las lesiones asociadas como los roturas de los meniscos, muy frecuentemente combinadas con la lesión del ligamento cruzado anterior».

Tras la cirugía también se requiere de un periodo de rehabilitación de varios meses, con ejercicios y terapia específica que deben estar supervisados por especialistas en Traumatología y fisioterapeutas.

La dedicación, la paciencia y el apoyo adecuado son fundamentales en el proceso de recuperación. Además, los avances en la investigación médica y la tecnología ofrecen nuevas esperanzas para una recuperación más rápida y efectiva en el futuro.

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