La implantación de energías renovables se ha convertido en prioridad de las políticas energéticas en la descarbonización de los edificios. En este sentido, España se enfrenta a un dilema crucial: ¿electrificar completamente o apostar por gases renovables como el biometano? Un reciente informe de la Fundación Naturgy, elaborado por la consultora Frontier Economics, sugiere que el biometano podría ser la solución más viable para reducir las emisiones del sector de manera rentable y eficiente.
En la actualidad, los edificios –tanto hogares como servicios– representan el 30% del consumo final de energía en España, y un 63% de esa energía proviene de combustibles fósiles, principalmente usados para calefacción y agua caliente sanitaria. Esto hace que la demanda energética de los edificios sea altamente estacional, alcanzando su pico en invierno, cuando el consumo se dispara para combatir las bajas temperaturas.
La limitación de la electrificación total
El informe destaca que una electrificación completa de los edificios implicaría un aumento considerable de la demanda eléctrica en invierno, incrementando las necesidades de generación y almacenamiento. En concreto, sería necesario añadir alrededor de 28 GW de capacidad de energía firme, lo que supondría un incremento del 67,5% respecto a la demanda punta actual del sistema eléctrico.
Lograrlo no es sencillo en un sistema cada vez más dependiente de energías renovables intermitentes, como la solar y la eólica. Las previsiones de Frontier Economics apuntan que, para cubrir toda la demanda sin necesidad de almacenamiento adicional, sería necesario cuadruplicar la potencia instalada de energía solar y multiplicar por seis la de eólica. Este despliegue masivo no solo plantea un desafío técnico, sino también económico y medioambiental.
Además, la electrificación del consumo de los edificios generaría una presión adicional sobre el sistema eléctrico, que tendría que hacer frente a aumentos de hasta un 60% de la demanda en invierno, frente a un incremento casi imperceptible en verano. Esto podría obligar a desarrollar infraestructuras adicionales para producir, transportar y distribuir energía renovable en los meses más fríos del año.
Biometano: una solución eficaz y de bajo coste
Frente a estos retos, el biometano se presenta como una alternativa atractiva. Aunque la eficiencia de las calderas de biometano es menor que la de las bombas de calor, su capacidad para aprovechar la infraestructura de almacenamiento y distribución existente le otorga una eficiencia global del 85%, según el informe. Esto implica que no sería necesario realizar grandes inversiones en redes de distribución, lo que reduciría considerablemente los costos para los consumidores.
El biometano, un gas renovable producido a partir de residuos orgánicos, se puede inyectar directamente en la red de gas natural existente. Esta capacidad de integración en las infraestructuras ya desplegadas lo convierte en una opción que, además de ser más económica, evitaría la necesidad de instalar equipos eléctricos adicionales en los hogares, haciendo la transición más accesible para los consumidores.
¿El biometano como futuro de la descarbonización?
El estudio concluye que, al considerar los costos asociados al almacenamiento y las necesidades de cada fuente de energía, el biometano es la opción más barata para descarbonizar los edificios, seguido de la electricidad y, en último lugar, el metano sintético. Este análisis pone de relieve que la electrificación total podría no ser la panacea para todos los sectores y que el biometano puede desempeñar un papel clave en la transición hacia un sistema energético más limpio.
Mientras el debate sobre el futuro energético sigue en pie, el informe de la Fundación Naturgy aporta una visión pragmática y económica: en el camino hacia la descarbonización de los edificios, quizás convenga dejar algo de espacio a los gases renovables.
