Con más de 150 años de historia, Familia Torres ha consolidado su reputación como una de las bodegas más prestigiosas del mundo. Fundada en 1870, esta empresa familiar ha sabido combinar tradición e innovación para crear vinos de calidad excepcional sin perder de vista el camino hacia un futuro sostenible.
En esta nueva entrega de ‘La Fuerza Invisible’, proyecto promovido por el Instituto de Empresa Familiar, el tenor José Manuel Zapata viaja hasta Vilafranca del Penedès, localidad catalana donde Familia Torres trata de seguir siendo fiel a los principios que la han hecho llegar hasta nuestros días.
Miguel Agustín Torres, cuarta generación al frente de la bodega, recuerda cómo su formación en Francia transformó el proceso de elaboración del vino. «Introdujimos las tinas de acero con temperatura controlada en lugar de las de cemento que se usaban en España. Esto permitió crear blancos con aromas de plátano y piña, algo nunca antes visto», explica.
La adquisición de tierras propias en los años 70 fue un punto de inflexión. «Mi padre y yo coincidimos en que sin tierra propia no puedes hacer un gran vino. La primera finca que compramos fue Mas La Plana, donde plantamos cabernet sauvignon porque es la variedad que hace los mejores vinos tintos del mundo», añade Torres.
El reconocimiento internacional no tardó en llegar. En un prestigioso concurso en París, Mas La Plana derrotó a grandes vinos franceses. «Fue una sorpresa que marcó nuestra historia. Desde entonces, la cabernet sauvignon se convirtió en nuestro emblema», señala orgulloso.
La historia de la familia está marcada por momentos de superación. Durante la Guerra Civil Española, la bodega fue bombardeada, pero el padre de Don Miguel envió un telegrama desde Cuba instando a reconstruirla. Con el tiempo, la familia expandió su alcance a Chile, California y otros mercados internacionales, llevando consigo su pasión por el vino y el respeto por el medio ambiente.
Sostenibilidad como eje central
La preocupación por el cambio climático impulsó a la familia a implementar estrategias sostenibles. «Después de ver el documental Una verdad incómoda, entendimos que debíamos actuar», comenta Mireia Torres, quinta generación de la familia.
Desde entonces, la bodega ha reducido sus emisiones de carbono en un 37% por botella y aspira a ser neutral en emisiones para 2040. Entre sus iniciativas destacan la instalación de placas fotovoltaicas, la reutilización de botellas y la introducción de viticultura regenerativa. «Queremos aumentar la biodiversidad en nuestros viñedos para que la tierra sea más fértil y los vinos aún mejores», añade Mireia.
Familia Torres no solo cultiva viñas, sino valores que trascienden fronteras y generaciones, consolidando su lugar como un referente en la industria vitivinícola mundial.