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Cuando el metal hiere: guía para la prevención de la dermatitis de contacto

Cuando el metal hiere: guía para la prevención de la dermatitis de contacto

Dermatitis de contacto.

Los objetos metálicos son una parte cotidiana de nuestro día a día: las gafas que usamos, las monedas en el bolsillo, ese anillo heredado que nunca nos quitamos, adornos en el pelo o maquillaje metalizado. También en ámbito profesional, herramientas de soldadura, enchapados, maquinaria, baterías, tintes, catalíticos químicos u otros químicos. Pero lo que algunos desconocen, es que, el contacto repetido con estos elementos puede desencadenar una reacción inflamatoria en la piel conocida como dermatitis de contacto alérgica a metales. Más que una simple molestia, esta afección es una señal que el cuerpo está rechazando su presencia.

El origen de esta dermatitis radica en una respuesta inmunitaria desproporcionada. La piel, al entrar en contacto con metales como el níquel, el cobalto, titanio o el cromo, entre otros, genera una respuesta inflamatoria que no es inmediata: las primeras molestias aparecen horas después (12 horas aproximadamente); otras, incluso días más tarde.

Se inicia con un leve enrojecimiento que evoluciona hasta convertirse en una sensación de picazón intensa. Si la exposición continúa o es más severa, pueden formarse erupciones o ampollas dolorosas que, al romperse, drenan líquido, dejando la piel sensible y propensa a descamarse durante el proceso de recuperación.

Un diagnóstico complejo

El diagnóstico de la dermatitis de contacto a metales no es siempre sencillo. Según explica el Dr. Joan Penella, especialista del Servicio de Alergología del Hospital El Pilar de Barcelona, perteneciente al grupo Quirónsalud, es fundamental recurrir a pruebas epicutáneas. Estas consisten en aplicar parches con pequeñas cantidades de alérgenos, en este caso distintos metales mezclados en un medio de vaselina, sobre la parte superior de la espalda del paciente.

Los resultados se evalúan tras 48 y 96 horas, tiempo durante el cual es esencial evitar el contacto con agua en la espalda o la sudoración excesiva, para no interferir con la prueba. Este procedimiento permite identificar con precisión el metal responsable de la reacción.

Dr. Joan Penella, especialista del Servicio de Alergología del Hospital El Pilar de Barcelona

Un tratamiento efectivo

Una vez confirmado el diagnóstico, la solución más efectiva es también la más simple, aunque no siempre la más fácil de cumplir: evitar el contacto con el metal causante. Sin embargo, la prevención no siempre es posible, especialmente cuando los objetos problemáticos forman parte de la rutina diaria o de tratamientos médicos esenciales. Por esta razón, quienes padecen esta afección deben aprender a manejar los síntomas. Evitar rascarse es importante para prevenir infecciones secundarias. La hidratación de la piel es clave para mantener su barrera protectora en buen estado, mientras que las cremas con corticosteroides ayudan a reducir la inflamación y el picor.  Los antihistamínicos orales también pueden aliviar las molestias, aunque no detienen la reacción en sí.

Además, es crucial anticiparse a posibles complicaciones en situaciones específicas. Si una persona ha tenido reacciones previas al contacto con metales, debe informar a los médicos antes de someterse a cualquier procedimiento quirúrgico u odontológico. Realizar pruebas anticipadas puede evitar reacciones inesperadas a los materiales utilizados.

La dermatitis de contacto a metales es un recordatorio constante de que nuestra piel no solo nos protege del mundo exterior, sino que también es una voz que nos alerta cuando algo no está bien. Escucharla, identificar los desencadenantes y adoptar medidas preventivas puede mejorar significativamente la calidad de vida de quienes conviven con esta afección. A veces, el detalle más pequeño –ese botón metálico, esa hebilla aparentemente inofensiva– puede ser el causante de un gran malestar.