La Familia Torres lleva más de siglo y medio liderando el sector vinícola español, posicionándose como una referencia internacional en sostenibilidad e innovación vinícola. Su trayectoria está marcada por una combinación de tradición familiar y una firme apuesta por prácticas que combaten el cambio climático.
En esta nueva entrega de ‘La Fuerza Invisible’, proyecto promovido por el Instituto de Empresa Familiar, el tenor José Manuel Zapata viaja hasta Vilafranca del Penedès, localidad catalana donde Bodegas Familia Torres trata de seguir siendo fiel a los principios que la han hecho llegar hasta nuestros días.
Miguel Torres, presidente honorífico de la bodega y cuarta generación al frente de la misma, destaca cómo desde su juventud introdujo técnicas revolucionarias en España, adquiridas durante su formación en Francia. «Aquí los vinos blancos se elaboraban en tinas de cemento, la temperatura subía mucho. Nosotros pasamos a las tinas de acero con temperatura controlada. El vino fermentaba a 15-17 grados y tenía aromas de plátano, de piña; era una maravilla que no se había visto nunca», recuerda.
La adquisición de tierras propias en los años 70 permitió a la bodega elevar la calidad de sus vinos. Un hito clave fue la victoria en la Olimpiada del Vino en París: «El jurado era francés y probaban vinos a ciegas. Ganó Mas La Plana. Fue una sorpresa tan grande que los franceses nunca más volvieron a hacer esos concursos», comenta Miguel Torres.
La recuperación de variedades ancestrales es otra de sus señas de identidad. Miguel Torres subraya que «antes había cientos de cepas en Cataluña, y pensamos en recuperarlas. Hoy hacemos vinos como Clos Ancestral con esas cepas antiguas».
Un paso por delante
El compromiso ambiental es central en la estrategia de Familia Torres, especialmente tras la influencia del documental Una verdad incómoda de Al Gore. Mireia Torres, directora de Innovación y Conocimiento, explica: «Tenemos proyectos de agrovoltaica, reducción de fitosanitarios y reutilización de botellas para reducir la huella de carbono». Además, aplican prácticas de viticultura regenerativa: «Cambiamos la forma de trabajar en el viñedo, dejamos de labrar profundamente para mantener la biodiversidad».
El objetivo de Torres es alcanzar emisiones netas cero en 2040. «En 2023 ya hemos reducido un 37% nuestras emisiones por botella», señala Mireia. «Nuestros enólogos trabajan intensamente para adaptarse al cambio climático, incluso cambiando variedades para mantener el perfil de nuestros vinos».
La familia permanece en el corazón del proyecto empresarial. «Toda la familia ha estado y está involucrada», recalca Miguel Torres, quien también defiende la importancia de que las nuevas generaciones adquieran experiencias fuera de la empresa.
Familia Torres continúa demostrando que tradición, innovación y respeto medioambiental no solo son compatibles, sino que son la clave para el futuro del vino.