Por las calles de Portillo de Toledo, un niño montado en un borriquito repartía agua y comida a los jornaleros. Ese niño, llamado Fructuoso López, ‘Fortu’ sería décadas después el fundador de Joma, una de las mayores empresas de ropa deportiva del mundo.
La vida de Fructuoso es la de un emprendedor que empezó desde cero para crear una empresa que exporta a más de 120 países y que factura más de 300 millones de euros al año. El Instituto de la Empresa Familiar ha querido destacar el recorrido empresarial de Joma a través del proyecto ‘La Fuerza Invisible’, una iniciativa que busca poner en valor historias de empresas familiares que reflejan los pilares de la constancia, superación e innovación.
En esta entrega, el tenor José Manuel Zapata viaja a Portillo de Toledo para conocer de cerca los orígenes de Fructuoso y Joma, así como la realidad social que acompaña a este éxito.
El zapatero del pueblo
En esta localidad de poco más de 2.000 habitantes, Fructuoso empezó a trabajar desde niño. Su hermana recuerda cómo con seis o siete años ya acompañaba a su padre como »borriquero» en las faenas del campo. Más adelante, su madre lo colocó de aprendiz con un zapatero local. «Trabajaba porque no tenía más remedio», rememora.
Tras cumplir el servicio militar, Fructuoso decidió emprender. Montó una zapatería en la buhardilla de la casa familiar. Era 1965 y, sin saberlo, había puesto en marcha la semilla de Joma. «Si ganaba un euro, invertía ese euro y otro más», cuenta un vecino. «Para mí es un hombre superinteligente. Empezar de cero y llegar a lo que ha llegado no es suerte».
La empresa y la familia
En poco tiempo, Fructuoso compró una pequeña fábrica en Fuensalida y empezó a fabricar calzado deportivo. Tenía 22 años. Hoy, Joma es la tercera marca de ropa deportiva en España y patrocina equipos y atletas por todo el mundo.
Lo más sorprendente es que el alma de la empresa sigue siendo profundamente familiar. «Mi padre siempre está pensando en cómo mejorar. Pude haber estudiado una carrera, pero mi mejor profesor ha sido él», defiende Alicia, una de sus hijas, que ha sabido continuar el legado de ‘Fortu’.
Un legado con raíces
A pesar de su éxito, la familia López nunca ha querido trasladarse de Portillo. En el pueblo, el nombre Joma es sinónimo de orgullo colectivo. «La empresa ha sido mi vida. Sueño con ella incluso por las noches», confiesa Fructuoso.
Hoy en día, la tercera generación de la familia López está profundamente comprometida con la empresa y su continuidad. El sentimiento de pertenencia va más allá de los lazos familiares, convirtiéndose en un símbolo de orgullo compartido. “La familia es el corazón de Joma, y Joma es el orgullo familiar», afirma Fructuoso.