Cuando se piensa en Madrid, lo primero que viene a la mente son sus museos, su bullicio urbano o su oferta gastronómica. Sin embargo, a menos de una hora de la capital, se abre un paisaje de viñedos que sorprende a quienes buscan una escapada diferente. La Denominación de Origen Vinos de Madrid nació en 1990 y hoy ampara a unas 50 bodegas repartidas en 54 municipios de la Comunidad de Madrid. Sus viñedos se extienden por más de 8.500 hectáreas, distribuidas en cuatro subzonas —Arganda, Navalcarnero, San Martín de Valdeiglesias y El Molar—, cada una con suelos, climas y variedades de uva propios que aportan una personalidad distinta a los vinos.
Hoy, visitar una bodega madrileña no se limita a recorrer instalaciones y catar vinos: es vivir experiencias únicas, pensadas para conectar con la tierra, la tradición y, sobre todo, con el disfrute del vino desde nuevas perspectivas. Te ofrecemos las experiencias más singulares:
Cata bajo las estrellas en San Martín de Valdeiglesias
En la bodega Las Moradas de San Martín de Valdeiglesias, la experiencia comienza con un paseo por los viñedos al caer la tarde. Luego, en un ambiente íntimo, los visitantes se acomodan bajo el cielo para catar diferentes vinos mientras aprenden a reconocer constelaciones. El silencio del campo y el brillo de las estrellas convierten la velada en un encuentro mágico.
Pero aquí no acaba todo: la bodega también propone rutas de senderismo entre viñedos y talleres de iniciación a la cata, pensados para quienes desean profundizar en la cultura del vino desde la práctica y el contacto con la naturaleza.
Ser enólogo por un día en Morata de Tajuña
En Bodega Licinia el visitante pasa de observador a creador. Guiados por un enólogo, los participantes tienen la oportunidad de diseñar su propio vino, seleccionando los matices que mejor encajan con sus gustos. Es un proceso en el que se entiende, copa en mano, cómo pequeñas decisiones —el tiempo en barrica, la proporción de variedades o la intensidad de la madera— marcan la personalidad de un vino. Una experiencia perfecta para quienes buscan algo más que una simple cata: ser protagonistas de su propia botella.

Patrimonio y viña en Cenicientos
En el extremo suroeste de Madrid, la Bodega San Esteban de Cenicientos propone un viaje al pasado. Todo comienza con la visita a Piedra Escrita, un monumento romano grabado en roca que conecta al viajero con la historia milenaria de la región. Después, el recorrido continúa en los propios viñedos, donde se degustan los vinos al aire libre, rodeados de cepas que cuentan siglos de tradición.
Finalmente, la experiencia se completa con la visita a la bodega, uniendo arqueología, paisaje y enología en un mismo relato. Un plan ideal para quienes disfrutan del vino como parte de un plan cultural más amplio.

Paseo en carriola en Arganda del Rey
En la Vinícola de Arganda del Rey, la experiencia empieza de manera insólita: a bordo de una carriola tradicional que recorre los viñedos. El traqueteo suave del vehículo, el contacto directo con el campo y la explicación de los viticultores hacen que el paseo sea toda una inmersión en la vida rural. Tras el recorrido, la visita culmina con una cata en bodega.
Uno de los puntos más atractivos de este plan es que la Vinícola de Arganda del Rey es la única bodega en Europa a la que se puede acceder directamente en metro, mediante la línea 9, lo que facilita una visita cómoda y singular desde la capital.

Paseo a caballo en Cadalso de los Vidrios
En el valle de Las Tórtolas, al pie de la Sierra de Gredos, se encuentra la Bodega Cristo del Humilladero. Aquí, el visitante cambia el coche o el autobús por un paseo a caballo entre viñedos. El recorrido permite adentrarse en un paisaje de colinas y vides con un ritmo pausado, disfrutando del contacto directo con la tierra. Tras la ruta, la experiencia concluye con una cata en bodega, cerrando la jornada con el sabor de los vinos locales.

Es una propuesta que une vino, naturaleza y tradición ecuestre, ofreciendo una vivencia difícil de olvidar.
Cada una de estas experiencias muestra que la D.O. Vinos de Madrid no es solo un sello de calidad, sino una invitación a descubrir la región desde otra mirada, con vivencias que convierten al enoturismo madrileño en una forma diferente de viajar y de disfrutar.
