El patrimonio puede parecer algo quieto, casi inmóvil. Pero cuando se conecta con las personas, cambia por completo: se vuelve útil, cercano y parte de la vida cotidiana. Esa es la mirada con la que trabaja la Fundación Abertis, convencida de que el arte y el legado cultural tienen sentido cuando están en contacto con las comunidades en las que está presente.
Un ejemplo claro es el castillo de Castellet, en el Penedès (Barcelona), sede de la fundación y, desde 2014, Centro Internacional para las Reservas de la Biosfera Mediterráneas de la UNESCO. El espacio se ha convertido en un punto de encuentro entre patrimonio, sostenibilidad y vida local. Es un lugar donde las iniciativas no se quedan en teoría, sino que buscan tener impacto en el territorio.
A partir de ahí, la fundación ha ido ampliando su apoyo a proyectos culturales en distintas partes del país. Colabora con dos instituciones clave de la ópera española: el Teatro Real y el Gran Teatre del Liceu. Su participación no responde a grandes discursos, sino a algo sencillo: reforzar espacios culturales públicos que llegan a públicos diversos y que forman parte de la vida cultural de muchas personas.
Otra línea de trabajo importante es la difusión internacional del arte español. En colaboración con la administración y con entidades como la AECID, la Fundación Abertis ha contribuido a que obras de artistas como Miró, Picasso, Dalí, Velázquez o Gaudí lleguen a países tan distintos como Francia, Estados Unidos, India o Argentina. El objetivo es claro: acercar parte del patrimonio artístico del país a nuevos públicos y abrir espacios de intercambio cultural.

El arte como vínculo
Esa filosofía también se refleja en la relación con la Fundació Joan Miró. Juntas han impulsado proyectos como Universo Miró, una muestra itinerante que ha llevado obras del artista a embajadas y consulados de todo el mundo. Un formato que permite que el arte salga del circuito habitual y llegue a personas que quizá no tendrían acceso a él.
Este año, esa colaboración ha dado lugar a la exposición Miró y Estados Unidos, presentada en Barcelona. La muestra reúne unas 160 obras —tanto de Miró como de artistas estadounidenses como Rothko, Pollock o Bourgeois— para contar cómo se influyeron mutuamente. La exposición está coorganizada con The Phillips Collection y viajará a Washington en 2026.
Todas estas iniciativas, muy distintas entre sí, tienen un hilo común: hacer que la cultura circule y llegue a las personas. No como un gesto grandilocuente, sino como una manera práctica de fortalecer la relación entre las comunidades y su patrimonio, dentro y fuera de España.
