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La fuerza invisible del chocolate: dentro de la familia que lleva 140 años endulzando España

La fuerza invisible del chocolate: dentro de la familia que lleva 140 años endulzando España

Villajoyosa huele a mar, pero también a cacao. Allí nació hace casi siglo y medio una tradición que hoy forma parte de la memoria colectiva: Chocolates Valor. Su historia empieza de forma humilde, casi doméstica. «Mi bisabuelo era chocolatero a domicilio», recuerda Pedro López, actual representante de la cuarta generación. «Cuando había una boda o un bautizo, iba a tu casa y hacía el chocolate allí». Así, sin grandes fábricas ni maquinaria, comenzó una de las marcas más queridas del país.

En esta nueva entrega de ‘La Fuerza Invisible’, proyecto promovido por el Instituto de la Empresa Familiar, el tenor José Manuel Zapata viaja hasta la sede de la compañía chocolatera en la que Valor conjuga pasión, familia y tradición en cada tableta.

Tres generaciones han marcado el carácter de una empresa que ha sabido avanzar sin perder su esencia. Hoy Valor cuenta con casi 700 trabajadores, de los cuales unos 300 están en Villajoyosa. Para Pedro, esa cifra pesa: «700 personas son 700 responsabilidades», dice. Por eso insiste tanto en el valor humano. «La aptitud con ‘p’ te coloca en un cargo, pero la actitud con ‘c’ de casa marca si debes estar aquí o no». Y en Valor, asegura, la actitud es lo que mueve la maquinaria.

Ese espíritu familiar no se queda solo en los López. Empleados que llevan décadas trabajando ahí hablan de la empresa como si fuera su hogar. Adela, tras 45 años en la empresa, lo cuenta sin rodeos: «Me he criado con Pedro. Él tenía ocho años cuando yo ya estaba aquí. Soy como una hija más». Otra resume lo que significa formar parte de la marca: «Aquí se siente mucha familia. Es un sitio donde he tenido la sensación de pertenencia».

Innovar sin perder el aroma

Valor también se ha hecho famosa por decisiones arriesgadas. En los años 60, cuando la industria iba hacia chocolates más baratos y con peor materia prima, el padre de Pedro hizo justo lo contrario. «Propuso tabletas grandes, con onzas características, y la mayor pureza que sabía alcanzar», explica. Fue un éxito.

Después llegó el despegue del chocolate negro y el lanzamiento de los chocolates sin azúcar, que colocaron a la marca como pionera en un mercado dominado por gigantes internacionales. «Competimos todos los días con tres multinacionales enormes, pero aquí estamos, bien colocados en los lineales», explica Pedro.

Hoy sus tres plantas producen unas 32.000 toneladas al año y el 40% se fabrica solo entre septiembre y diciembre, la temporada fuerte de Navidad. Y sí, alguna noche sin dormir ha habido: «En el mundo industrial siempre hay problemas. Ojalá hubiera sido solo una noche», reconoce entre risas Pedro Miguel Marcet, uno de los responsables técnicos.

Un legado que continúa

En Villajoyosa, Valor es algo más que una fábrica. Es identidad, empleo y orgullo a través de su labor social.

Con 35 chocolaterías repartidas por toda España, la marca ha convertido la tradición en experiencia. Y el futuro, como siempre, se construye con mezcla de emoción y estrategia: productos más saludables, altos porcentajes de cacao, menos azúcares y un compromiso creciente con la sostenibilidad.

Pedro ya piensa en la siguiente generación. Tiene dos hijos: «Son muy espabilados, tienen buen gusto y les encanta el chocolate. Tienen todos los requisitos para sumarse a la causa», asegura. El consejo familiar, otro de los pilares de la empresa, se encarga de formar a futuros consejeros y de actualizar el protocolo familiar para que la esencia no se pierda. Para ellos, el control no se delega, se transmite. Como el olor a cacao que envuelve la fábrica y que ya forma parte del paisaje de Villajoyosa.