A menudo, el debate sobre el modelo energético del futuro parte de la premisa de que todo debe ser inventado desde cero. Nuevas tecnologías, nuevas infraestructuras, inversiones multimillonarias… olvidando que España ya cuenta con una red moderna extendida y robusta que puede ser aceleradora de esa transición energética. Hablamos concretamente de la red de gas natural que vertebra todo el territorio español.
Esta infraestructura —más de 60.000 kilómetros solo en la red de Nedgia, la distribuidora de gas del grupo Naturgy— ya está preparada para acoger a los nuevos protagonistas de la energía: los gases renovables, especialmente el biometano. Y sin obras, sin adaptaciones y sin que los ciudadanos tengan que cambiar nada en sus casas. Solo son necesarias unas reglas de juego claras y un impulso regulatorio que permita aprovechar todo su potencial.
Desde 2002, el número de puntos de suministro de gas en España no ha dejado de crecer hasta estabilizarse en torno a ocho millones. No es casualidad: hogares y empresas siguen buscando en el gas confort, competitividad y fiabilidad.
Pero lo realmente relevante es que esta red ya responde a picos de demanda cada vez mayores. En 2024, por ejemplo, se alcanzaron 1.671 GWh de demanda diaria, un 33% más que diez años antes. Ese tipo de cifras demuestra que la infraestructura es sólida, flexible y esencial en el sistema energético español: el gas natural supone el 22% del consumo primario y es clave para industria, generación eléctrica y sector residencial.
Dicho de otro modo: la red existe, funciona, y es la más eficiente económicamente para transportar energía. Y justamente por eso podría convertirse en la columna vertebral del gas renovable.
La oportunidad del gas verde
En la actualidad, Nedgia concentra el 80% del potencial de gas verde del país. Y no solo por la extensión de su red, sino porque ya está recibiendo señales claras del mercado: 90 proyectos de productores han solicitado inyectar biometano, el equivalente al consumo de un millón de hogares.
Esa capacidad de inyección —más de 5.000 GWh al año cuando entren en operación— multiplicará por trece el volumen actual. España cuenta ya con 14 plantas conectadas a la red, seis de ellas incorporadas este mismo año.

La gran ventaja es que el biometano es compatible con el gas natural, por lo que viaja por la misma red sin que los consumidores tengan que hacer nada. «Sólo con un 30% del potencial de este gas verde podríamos descarbonizar todo el parque de viviendas sin que los propietarios tuvieran que invertir nada», resume Raúl Suárez, consejero delegado de Nedgia.
El problema de la regulación
España es el tercer país europeo con mayor potencial de biometano. Podríamos llegar a 163 TWh al año, suficientes para cubrir el 40% de la demanda actual de gas natural, descarbonizar el consumo doméstico y gran parte del industrial, y reducir más de 8 millones de toneladas de metano emitidas a la atmósfera.
Sin embargo, la regulación no está siendo un aliado. Mientras países como Francia pasaron en siete años de 44 a más de 700 plantas de biometano, en España el desarrollo avanza, pero más despacio.
El borrador del PNIEC ya reconoce esta oportunidad y duplica el objetivo de producción de gases renovables hasta los 20 TWh para 2030. El plan europeo RePowerEU marca un listón aún más alto: 35 TWh, lo que demuestra que España tiene la capacidad para convertirse en un hub gasista renovable europeo.

La red de gas: un activo que la regulación debe proteger
En un momento de transición energética acelerada, no todos los activos energéticos ofrecen la misma estabilidad. Mientras se discuten nuevas estrategias energéticas, una de las grandes soluciones ya es viable en millones de hogares. Todas las calderas actuales pueden funcionar al 100% con biometano, sin coste ni modificación alguna. Y tampoco requiere ninguna adaptación de la infraestructura gasista.
El desarrollo del biometano no solo impulsa la descarbonización: activa la economía rural, reduce problemas de residuos y genera empleo, sin obligar a grandes inversiones a hogares e industrias, y aprovechando una infraestructura ya existente.
