Durante décadas, el río Huerva ha sido uno de los grandes desconocidos de Zaragoza. Aunque atraviesa la ciudad y desemboca en pleno centro urbano, su presencia pasó casi inadvertida para la mayoría de los vecinos. La combinación de tramos degradados, zonas encajonadas y partes del cauce cubiertas desde principios del siglo XX lo relegó a un papel secundario, muy lejos del potencial ecológico y social que posee.
Esa falta histórica de atención ha dado un giro radical con la puesta en marcha de un proyecto de regeneración sin precedentes. Zaragoza ha decidido recuperar su relación con el Huerva y transformarlo en un corredor verde, accesible y vivo. La intervención, financiada por el PRTR y los fondos europeos NextGenerationEU y desarrollada por el Ayuntamiento de Zaragoza, el Gobierno de Aragón y la Fundación Biodiversidad del MITECO, supone una inversión de más de 31,9 millones de euros.
El proyecto combina actuaciones hidráulicas, restauración ecológica, creación de parques y una profunda remodelación del entorno urbano. El objetivo es claro: que el río deje de ser una frontera y pase a ser un espacio protagonista en la vida diaria de la ciudad.
El despertar de un río
La primera fase, completada en el verano de 2025 tras ocho meses de trabajos, fue una operación de limpieza, preparación y modernización del subsuelo. Se retiró vegetación degradada, se abrieron accesos, se renovaron redes de saneamiento y se construyó una infraestructura clave: un tanque de tormentas capaz de evitar que el río reciba vertidos contaminantes en episodios de lluvia intensa. Esta etapa funcionó como el terreno fértil sobre el que podía comenzar la auténtica recuperación.
A partir de ahí llegó la fase más visible, la que hoy empieza a dibujar un nuevo paisaje urbano. El Huerva se ensancha y recupera la movilidad natural de sus aguas. Se retiran especies invasoras, regresan los árboles de ribera y miles de plantas autóctonas empiezan a tejer un corredor ecológico donde antes había espacios abandonados. Esta segunda fase, que se desarrollará hasta finales de 2026, es la que convertirá el antiguo cauce encajonado en un espacio verde, accesible y lleno de vida.

Un espacio más en Zaragoza
Así, donde antes había taludes secos y caminos improvisados, surgirá una sucesión de parques fluviales pensados para distintos usos: ocho parques infantiles, espacios de descanso, áreas abiertas para pasear y pequeñas plazas verdes desde las que observar el curso del río.
La plantación de 190.000 árboles y arbustos creará un paisaje nuevo que transformará tanto la experiencia del paseo como la calidad ambiental de la zona. Las sendas peatonales y ciclistas permitirán recorrer el río de principio a fin sin obstáculos, y el nuevo alumbrado y mobiliario urbano harán que estos espacios sean cómodos y seguros a cualquier hora del día.

Además, la transformación incluye una profunda remodelación de varias calles próximas al cauce. En muchas de ellas, las aceras se ensanchan, el tráfico se reorganiza y aparecen nuevas zonas de sombra y vegetación. Algunas calles pasan a tener plataforma única —es decir, sin diferencia de altura entre calzada y acera— para dar prioridad al peatón y facilitar la accesibilidad.
Al mejorar los accesos y abrir nuevas conexiones, la ribera se integra en el entramado cotidiano de la ciudad, invitando a cruzarla, recorrerla y convivir con ella.
El Proyecto REPAPAH cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del MITECO en la convocatoria de ayudas para el fomento de actuaciones dirigidas a la restauración de ecosistemas fluviales y a la reducción del riesgo de inundación en los entornos urbanos españoles a través de soluciones basadas en la naturaleza correspondientes al año 2021, en el marco del PRTR – Financiado por la Unión Europea – NextGenerationEU.
