Aquí está el frío, de nuevo. Dan ganas de quedarse en casa, con un libro o una película, sólo o en pareja; pero en casa. Hay quien se propone una lista de títulos cada año y hay incluso quien la sigue a rajatabla. Nosotros no seremos tan exigentes. Nos limitaremos a recomendar algunos títulos que hay que ver –al menos– una vez en la vida, y por qué no en este frío y pandémico diciembre: porque son títulos únicos y especiales, porque emocionan y cautivan, porque se quedan para siempre. Hemos dejado la lista en diez, buceando a conciencia en el riquísimo fondo de armario de FlixOlé, y son los que siguen.
Ciudadano Kane
Orson Welles, 1941
Ahora que vuelve a estar de moda, gracias a esa película fabulosa que acaba de estrenar David Fincher bajo el nombre de Mank. A propósito del escritor de este título, claro: Herman Mankiewicz. Mank y Welles compartieron el Oscar a mejor guion original, el único que ganarían estos dos genios –sin contar el honorífico–, por relatar tan magistralmente la vida del magnate Charles Foster Kane y el enigma de Rosebud.
Ladrón de bicicletas
Vittorio De Sica, 1948
La película favorita de Woody Allen. Por algo será. Un retrato social dramático que tiene como hilo conductor el robo de la bicicleta a un pobre hombre, en plena posguerra italiana, cuando pegaba carteles en la calle. De una desolación terrible. No quedó sin premio; ni en los Oscar, ni en los Globos de Oro, ni en los BAFTA, ni en Locarno.
Muerte de un ciclista
Juan Antonio Bardem, 1955
El Festival de Cannes la reconoció con el premio de la crítica internacional y la Iglesia la censuró como peligrosa. El drama comienza cuando dos amantes, en su coche, atropellan a un ciclista. Luego deciden abandonarlo. La culpa consume al hombre y le acompaña en todo momento. Este suceso acabará por marcar su vida de manera definitiva.
Viridiana
Luis Buñuel, 1961
Es posible que sea la mejor película de nuestro Luis Buñuel, y no es poco. Con Fernando Rey y secundarios que rescató de la calle. Llegó a recibir la Palma de Oro de Cannes. Buñuel no quiso hacer ninguna película en España mientras siguiera la dictadura, pero finalmente la hizo. Y tuvo consecuencias; sobre todo, por el recelo que provocó en el franquismo el reconocimiento de los franceses y la sátira del catolicismo.
El verdugo
Luis García Berlanga, 1963
Siempre se ha destacado esta película como epítome de la crítica contra la pena de muerte. A Berlanga le preguntaron –periodistas extranjeros, por supuesto– si era optimista, si pensaba que ayudaría a su abolición en España, y dijo que no: «No creo que el cine pueda arreglar la moral de un pueblo». De hecho, la prohibición llegó tres años después de la muerte del dictador. Con todo, esta película es mucho más: es una película extraordinaria con un retrato sincero de nuestro país.
El bueno, el feo y el malo
Sergio Leone, 1966
Es la película preferida de Quentin Tarantino, la tercera entrega de la Trilogía del dólar y un gran exponente del spaghetti western. Y eso que era un género que servía, en Estados Unidos, para poco más que la burla. Llegó Sergio Leone y puso los puntos sobre las íes. El género, además, permitió revitalizar el cine en ambas partes del océano. Todos tenemos en la mente la música de Ennio Morricone y la mirada de Clint Eastwood, a la que nada se le escapa.
El espíritu de la colmena
Víctor Erice, 1973
Una de las películas más hermosas de nuestro cine, sin lugar a duda, y la (reconocida como) mejor película en el Festival de San Sebastián en 1973. El acercamiento a las primeras cosas, a los primeros asombros, a la posibilidad de la muerte, a la grandeza del cine, a través de dos niñas en un pueblito castellano, en la posguerra española. Allí conocen la película El doctor Frankenstein y todo cambia.
Los santos inocentes
Mario Camus, 1984
Paco Rabal y Alfredo Landa cautivaron al jurado de Cannes, que les reconoció con el premio compartido a mejor actor en la edición de 1984. Mario Camus tiró de ironía cuando recibió la mención especial del festival: «Siempre me molestó estar bajo la atención de todo el mundo, tener que decir cosas inteligentes. Y más con los franceses». Hay quien la etiquetó como «una película de catetos». Cualquiera puede comprobar que esta adaptación de la obra de Delibes es mucho más.
Amanece que no es poco
José Luis Cuerda, 1989
Nuestro querido José Luis Cuerda nos dejó esta película maravillosa, increíble, que dio motivos a más de uno para hacerse amanecista. Como dice la secta en su web: «Somos gente que siempre está dispuesta a cantar un fandango o a hablar de Dostoyevski, aparatosos pero con muy buen fondo». En su estreno, sin embargo, no despertó tanto entusiasmo: algunos críticos la pusieron a caer de un burro. El surruralismo de esta película ha sobrevivido a ellas.
El secreto de sus ojos
Juan José Campanella, 2009
Una de las películas más crudas, más intensas y más bellas que se han rodado en nuestra lengua en el siglo que nos ocupa. Hay pocas melancolías tan evocadoras como la de Espósito. Esta historia de Eduardo Sacheri –rodada por Campanella– se llevó el Oscar a mejor película en habla no inglesa y también un par de Goyas, constató la inmensidad de Ricardo Darín, creó la combinación magistral de la historia de un amor y la historia de un crimen.
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Ciudadano Kane
Christian, Quito
Ciudadano Kane
Antonio, Madrid
Ladrón de bicicletas. Obra perdurable por el dolor y el realismo de la pobreza en contextos no tan diferentes a los actuales
Cristina, Buenos Aires, Argentina
Ciudadano Kane ( y su Rosebud).
Susana , L'Hospitalet de Llobregat
Mulholland Drive
Alejandro, Puerto de Pollensa
El bueno, el feo y el malo.
Obra maestra.
Y acaba bien (perdón por el spoiler).
Maria , Madrid
Ciudadano Kane cambió la forma de hacer y entender el cine, abriendo paso al cine moderno que es inconcebible sin sus aportaciones.
Cristóbal, Sevilla
El secreto de sus ojos, una historia que no te puede dejar indiferente
Leticia , Madrid
El bueno, el feo y el malo es la que me gustó sin duda, tanto en guión como en reparto 😉
Pedro Sánchez, Madrid