El deshielo del permafrost, la silenciosa y gigante amenaza climática
El permafrost está descongelándose acelerando el calentamiento global y liberando a la atmósfera toneladas de metano y dióxido de carbono.
Tiene una edad geológica de más de 15.000 años y durante milenios sus capas congeladas han albergado residuos animales y otras materias orgánicas. Ahora, el permafrost está descongelándose levantando este fango prehistórico y acelerando el calentamiento global de una forma más rápida, incluso, que algunas de las previsiones más pesimistas, al liberar a la atmósfera toneladas de metano y dióxido de carbono. Son afirmaciones del científico Sergey Zimov quien lleva más de 30 años estudiando el cambio climático en el Ártico de Rusia.
¿Qué es el permafrost?
También conocido como permahielo, permagel o permacongelamiento es la capa de suelo permanentemente congelada —pero no permanentemente cubierto de hielo o nieve— de las regiones muy frías o periglaciares. Puede encontrarse en áreas circumpolares de Canadá, Alaska, Siberia, Tíbet, Noruega y en varias islas del Océano Atlánticosur como las Islas Georgias del Sur y las Islas Sandwich del Sur. También se ha encontrado este fenómeno en la superficie del planeta Marte.
Normalmente un suelo en las zonas sobre las que se desarrolla el permafrost, se compone de una capa u horizonte superior conocido como capa activa, que se deshiela y congela según las diferentes temporadas, con una superficie variable, desde unos centímetros hasta cuatro metros de espesor, y sobre las que se desarrolla la vida. En este sentido, «las plantas sólo podrían sobrevivir si hay una capa activa donde sus raíces puedan penetrar y donde puedan encontrar el agua que necesitan para sobrevivir», señala, Juan José Ibáñez, Doctor en Ciencias Biológicas e Investigador del Consejo Superior de Investigaciones científicas (CSIC).
Por debajo de la misma, aparece la capa de suelo congelado, el permafrost, con un espesor que va de los cinco centímetros hasta 1.5 kilómetros (debajo de los suelos de Barrow, Alaska (EE.UU.), hay 440 metros de permafrost y en áreas de Siberia (Rusia) el permafrost tiene aproximadamente un kilómetro y medio de grosor) y que ha estado bajo el punto de congelación de agua (0°C ó 32°F) durante uno o más años. Por debajo del área del permagel encontraríamos el talik, un horizonte de tierra congelado durante todo el año.
Según señala Ibáñez en su blog, aproximadamente un 20% de la superficie de la Tierra es permafrost congelado, una superficie un poco menor que la ocupada por los desiertos en la superficie terrestre, un 25%.
¿Qué está ocurriendo con el permafrost?
Durante cientos de miles de años, el permafrost del Ártico ha acumulado grandes reservas de carbono orgánico (se estima que de 1.4 a 1.85 billones de toneladas métricas), recoge la Nasa en un artículo llamado ‘¿Es el permafrost del Ártico el «gigante dormido» del cambio climático?’. Eso es aproximadamente la mitad de todo el carbono orgánico estimado que se encuentra almacenado en los suelos de la Tierra. En comparación, cerca de 350 mil millones de toneladas métricas de carbono se han emitido debido a toda la combustión de combustibles fósiles y las actividades humanas desde 1850. La mayor parte del carbono del Ártico se encuentra en suelos ubicados dentro de los tres metros de la superficie, los cuales son vulnerables al deshielo.
Pero, según lo que los científicos están averiguando, es posible que el permafrost y su carbono almacenado no sean tan permanentes como su nombre lo indica debido el aumento de la temperatura, recordemos que 2015 y 2016 fueron los más cálidos de la historia.
«El permafrost se está calentando más rápidamente que la temperatura del aire del Ártico (tanto como de 1.5 a 2.5 grados centígrados en tan sólo los últimos 30 años)», señala Charles Miller, investigador del Jet Propulsion Laboratory (JPL), según recoge el artículo. «Cuando el calor de la superficie de la Tierra penetra en el permafrost, amenaza con movilizar estas reservas de carbono orgánico y liberarlo a la atmósfera en forma de dióxido de carbono y metano, alterando de este modo el equilibrio del carbono del Ártico y agravando enormemente el calentamiento global».
Así, después de cientos o miles de años congelado, esta capa de suelo, hasta ahora permanentemente congelada, comienza a descongelarse y a perder su estructura. Así, según recoge la revista científica IFL Science, la subida de 1ºC de temperatura global supondría la pérdida de una superficie de permafrost, más o menos, como la superficie que ocupa la India.