Los planes de China para convertir en realidad la distopía de Black Mirror
Black Mirror, la serie de Channel 4 y Netflix, muestra un futuro no muy lejano y distópico que nos pone los pelos de punta. Cada capítulo entra en un mundo tecnológicamente horroroso. Ciencia ficción que a veces está demasiado próxima a la realidad.
Black Mirror, la serie de Channel 4 y Netflix, muestra un futuro no muy lejano y distópico que nos pone los pelos de punta. Cada capítulo entra en un mundo tecnológicamente horroroso. Ciencia ficción que a veces está demasiado próxima a la realidad.
En Nosedive, el primer capítulo de la tercera temporada de Black Mirror, la protagonista vive pendiente de lo que la gente piensa de ella a base de calificaciones a través de una app. La interacción social se convierte de esa manera en fundamental a la hora de ser un ciudadano de primera o segunda clase, y esto tiene una repercusión directa sobre la vida de las personas: de la puntuación que te den otros usuarios depende a qué tipo de servicios puedas acceder, por ejemplo. Este esquema sociológico, propio de la distopía a la que acostumbra Black Mirror, parecía ya posible gracias, por ejemplo, a las apps de servicios en las que te puede calificar el prestador del servicio, como es el caso de empresas de transporte como Uber o Cabify, o de envíos como Glovo. No obstante, esto queda como una chiquillada al lado de lo que está preparando el gobierno chino.
Un ‘Sistema de Crédito Social’ para 2020
El plan que ya está en fase de prueba piloto en China, el país más poblado del mundo con 145 habitantes por kilómetro cuadrado, consiste en un ‘Sistema de Crédito Social’ según el cual sus ciudadanos podrían ser de primera o de segunda y acceder a unos u otros servicios en función de este método clasificatorio.
Este proyecto no es ninguna novedad, aunque ahora sea noticia tras conocerse que en 2020 será obligatorio para todos los habitantes. El plan nació en 2014 con el ánimo de calificar individualmente a cada uno de los ciudadanos en función de una serie de factores como la información personal, los hábitos y preferencias, el historial crediticio, la actividad en redes sociales, las compras que hace o los lugares a los que va. Da miedo, ¿verdad?
Otros aspectos a valorar serán la capacidad del individuo para cumplir con sus obligaciones contractuales o los amigos que tenga. Si una persona tiene una mala calificación, ésta influirá en la de sus seres queridos. Nuestras madres iban a tener razón con eso de «ten cuidado con quién te juntas». Otro detalle que hemos podido conocer es que hablar bien del gobierno otorgará puntos.
Las consecuencias que pueden llegar a tener los ciudadanos con una puntuación baja van desde las restricciones en servicios y viajes a tener un internet más lento que la media, y llegan a cuestiones tan sensibles como no acceder a ciertos trabajos, estar vetado para ostentar un cargo público o no poder matricular a los hijos en algunas escuelas.
El sistema se basa en una tabla de puntuación va desde los 350 puntos, para los “peores ciudadanos” hasta los 950 puntos, para los “ciudadanos modelo”. Hay barreras importantes, como la de los 700 puntos que otorgan facilidades para viajar. Llegar a los 750 supone, por ejemplo, la obtención de un visado para viajar al espacio Schengen para, tal vez, ¿escapar?
Lo que busca el gobierno chino es, según sus propias palabras, «forjar un ambiente de opinión pública donde mantener la confianza es glorioso». No obstante, lo que parece más de cerca de forjar el ejecutivo es un mecanismo de control donde salirse de la norma puede salirle muy caro al individuo. Aunque nos llevemos las manos a la cabeza, esta iniciativa no es de extrañar dada la falta de libertad y ausencia democrática que allí impera, aunque a veces ignoremos deliberadamente el estatus de China dada su buena salud económica.
La futurista y escalofriante experiencia de Lacie, la joven y cándida pelirroja que protagoniza Noisedive, está al alcance de millones de personas en un flagrante caso de vulneración de los Derechos Humanos. Bienvenidos a la realidad.