Pórtico de la Gloria
Capítulo II: los constructores del Pórtico
Indudablemente en el diseño del Pórtico, teológica y conceptualmente hablando, tuvieron que intervenir miembros de la Iglesia de Santiago. Desconocemos sus nombres, pero sabemos que todos los que querían estudiar en París eran subvencionados, con el mismo sueldo que tendrían mientras formaban parte del Cabildo de la Catedral de Santiago. De entre ellos hay que destacar al Arzobispo D. Pedro Muñiz (¿? – 1224) que quiso ser enterrado, a los pies del Pórtico, delante del Santo de los Croques.
Constructores del Pórtico: la pasión de Mateo
Los dinteles dicen textualmente: «En el año 1188 de la Encarnación del Señor, era 1226 día de las calendas de abril, los dinteles del Pórtico principal de la iglesia del Bienaventurado Santiago fueron colocados por el Maestro Mateo que dirigió la obra desde sus cimientos».
Se considera que la imagen del Maestro Mateo en piedra está detrás de la columna del Parteluz: Un hombre joven, arrodillado, que mirando hacia el altar mayor, se golpea el pecho con su mano derecha. El esbozo de una sonrisa en el rostro de la imagen ilumina la esperanza que el mismo Pórtico transmite.
La importancia del Pórtico de la Gloria se hace patente por la modificación total de la fachada Occidental, obra magnífica y recién terminada.



El santo de los Croques
En esta imagen, conocida como “El Santo de los Croques”, en su frente es donde durante años daban los fieles tres cabezazos pidiendo sabiduría, inteligencia y humildad.
Por la edad del personaje no es probable que sea la imagen real de Mateo, pero es muy posible que el Maestro Mateo comentase que aquel era su puesto como el pecador arrepentido de la parábola que nos narra san Lucas (18, 9-14): «El publicano, en cambio, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios!, Ten compasión de este pecador”».
Las madres crearon esta tradición: cuando visitaban por primera vez la Catedral con sus hijos, les enseñaban a dar tres coscorrones, pidiendo al Maestro Mateo que los niños pudieran participar de la inteligencia que había demostrado él al concebir su obra y, lo que era más importante, acceder al conocimiento necesario para acercarse a las verdades de fe plasmadas en el Pórtico.

Cristo centro del cosmos
El Maestro Mateo pone a Cristo en el Centro de su obra. Nos dice que el hombre encuentra su posición en la Historia al situar a Cristo como centro del Cosmos. Se anticipa a la encíclica Redemptor hominis, en la que san Juan Pablo II nos dice: «Jesucristo, es el centro del cosmos y de la historia».
El Maestro Mateo nos ofrece su interpretación en tres espacios verticales:
La tribuna
La vida viene de lo alto: De allí recibimos la luz del sol y el agua de la lluvia necesarias para la vida. Al origen -que no conocemos- le asignamos un lugar en el cielo. En lo alto de la Tribuna sitúa Mateo el trono de la divinidad. El águila simboliza el deseo del hombre de llegar a lo “Alto”.
El pórtico
La tierra está debajo de la bóveda celeste: es donde el hombre trabaja. La comparte con animales y plantas a los que intenta dominar. Todos ellos son criaturas enmarcadas en el tiempo de la Historia. La figura del rey de los animales, el león, es su símbolo.
La cripta
Debajo de la tierra, el mundo oculto, el infierno (mundo inferior), donde habitan los muertos.

La genialidad de San Bernardo de Claraval (1090-1153)
Una personalidad esencial en la historia de la Iglesia católica y la más notable de su siglo. Marcó los cánones de la arquitectura del momento. A través de la iconografía buscaba expresar conceptos teológicos. Su idea constructiva buscaba utilizar la luz como símbolo de la Divinidad. La búsqueda de la luz favoreció el paso al gótico.
Tres años después del ingreso de Bernardo en el Císter (1115), la Orden contaba con 4 abadías. A su muerte en 1153, las abadías pasaron a ser más de 350. En 1146 predica la segunda Cruzada por orden del Papa Eugenio III. «Me lo ordenasteis y obedecí. La autoridad del que me mandaba hizo fecunda mi obediencia. Abrí mis labios, hablé y se multiplicaron los cruzados, de suerte que quedaron vacías las ciudades y castillos».
Apoya la fundación de los caballeros templarios y les da la regla del Císter, como regla de vida y el lema: Non Nobis. En el Pórtico de Santiago se hacen piedra sus ideas gracias a los muchos miembros del Cabildo de Santiago estudiantes en París.
El mensaje del Pórtico es un desarrollo de la fachada francesa de Saint Denis de París, terminada décadas antes de nuestro Pórtico y donde además se recoge la iconografía del árbol de Jesé. En la obra arquitectónica de Mateo se aprecia la creación de espacios de luz: en la Tribuna de la fachada situada encima del Pórtico, donde se representa la morada de la Divinidad, la luz entra por los cuatro lados.


La fe del Rey Fernando II de León (1137- 1188)
«Piadoso y religioso príncipe… empleó sus tesoros en beneficio común y en especial de Iglesias y monasterios…» P. Risco
En la vida del Rey, se puede observar la influencia de san Bernardo de Claraval. El mismo Rey fue el promotor y mecenas del Pórtico dándole un sueldo de por vida al Maestro Mateo. El título de concesión dice:
«En el nombre de Nuestro Señor Jesucristo. Amén. Es propio de la real Majestad cuidar mejor a quienes demuestran su fidelidad, y sobre todo los que son reconocidos por dedicarse sin cesar al servicio de los santuarios y lugares de Dios.

Por esta razón yo, Fernando, por la gracia de Dios rey de las Españas, por amor del Dios omnipotente, por quien reinan los reyes, y por reverencia a nuestro santísimo y piísimo patrón Santiago: Te entrego y te concedo Maestro Mateo, que llevas a cabo la ejecución de las obras del Apóstol y las diriges, que cada año, de la mitad que me corresponda por la acuñación de moneda de Santiago, se te concedan […] cien maravedíes (de oro). Este encargo y esta concesión se te concede de por vida, de forma permanente, por la obra de Santiago».
Fundó la orden de Santiago en 1170, participando del espíritu de las cruzadas por el que los reyes se ponían a las órdenes de Cristo. Mostró una extraordinaria obediencia al Papa.