Pórtico de la Gloria
Capítulo XI: la Corte Real
«Deja de llorar, pues ha vencido el león de la tribu de Judá… y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero …tenían en sus manos cítaras y copas … y cantan un cántico nuevo… “con tu sangre has adquirido para Dios hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios reyes y sacerdotes y reinarán sobre la tierra”» (Ap 5, 8-10)
Los escuderos: las armas de Cristo
Los reyes y nobles del Medievo eran asistidos por escuderos que portaban sus armas con los símbolos de sus victorias.
Era una vieja devoción medieval meditar sobre la Pasión de Cristo utilizando los instrumentos de su tormento y valorarlos como las armas utilizadas para su triunfo, insignias de su Gloria. En el Pórtico, ocho ángeles son los escuderos de Cristo. Los ángeles que portan “armas” que han tocado el cuerpo de Cristo, llevan las manos cubiertas por un velo, son los que llevan la cruz, la corona de espinas y los clavos.


A la izquierda, el primer ángel sujeta la columna de los azotes; otros dos ángeles presentan la Cruz y, mudos, miran al frente. Un cuarto ángel mira al visitante con la corona de espinas.
A la derecha, el quinto ángel lleva los clavos y la lanza, le sigue otro, el sexto, con la sentencia de Pilatos y el agua para lavarse las manos. El séptimo ángel lleva cruzados sobre su pecho los mástiles del martillo y del azote que le cuelga sobre su hombro derecho; el octavo ángel sostiene la caña con la esponja y un pergamino con el texto clavado en la cruz: «Jesús Nazareno Rey de los Judíos».
El coro de Reyes: músicos y cantores
El arco del tímpano está delimitado por veinticuatro Reyes que lucen una corona de oro sobre sus cabezas, podría pensarse en los ancianos que alaban a Dios en el Apocalipsis, pero aquí no están cantando.
Charlan entre sí, de dos en dos.
Todos van a desempeñar una función en la ceremonia que se prepara: son músicos o cantores. Algunos puntean o afinan los instrumentos que tienen en sus manos. Hay catorce vihuelas, cuatro salterios, dos arpas y un “organistrum” (zanfona). Hay dos que solo llevan redomas: son los cantores (el situado en el cuarto puesto y su simétrico, el vigésimo primero).
El hecho de que las funciones se duplican a ambos lados permite afirmar que en el Pórtico se diferencian dos coros, los 12 “ancianos” de la Antigua Alianza y otros 12 “ancianos” de la Nueva Alianza.
No todos son “ancianos”, hay dos jóvenes imberbes. No llevan túnicas blancas, algunos visten casullas de colores. La escenografía del Maestro Mateo se ciñe con poca exactitud al Apocalipsis, por el contrario, la escena está condicionada por el momento que se representa: Aguardan porque se va a celebrar una audiencia con los peregrinos y todavía no es el momento del Juicio Final.

Milagro de la unidad: Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa
«No hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Gal 3, 28).
«Santos y apóstoles ¡fijaos! Parece que mueven los labios, que hablan bajo entre ellos» esta frase de Rosalía de Castro, referida a profetas y apóstoles, tiene que extenderse a los músicos y cantores del coro. Hay una excepción, para mostrar la continuidad entre los dos pueblos de la Alianza: el último de la Antigua Alianza y el primero de la Nueva Alianza tocan un instrumento en común y los dos últimos de la izquierda y los dos primeros de la derecha hablan entre ellos.
Diciendo “sí” al vínculo que Cristo establece contigo, ya no estás solo, sino dentro de una comunidad. De hecho, aferrados por el bautismo, Cristo nos ha puesto juntos como miembros de su cuerpo, nos hacemos amigos, nos convertimos en uno. Porque Cristo quiere salvarnos a todos.
Con su sacrificio en la cruz nos ha atraído a todos hacia sí –al pueblo de la Antigua Alianza y al de la Nueva– reconciliándonos en una sola la comunión con Él y entre nosotros.

El pueblo del Reino: ¡Todo son Reyes!
«Y con tu sangre has adquirido para Dios hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes y reinarán sobre la tierra» (Ap. 5, 10).


El pueblo de la Antigua Alianza, con las manos juntas, dirige su atención a Cristo en actitud de orar. Tres de ellos portan pergaminos, uno muestra la mano en actitud de obediencia -a-. En la fila inferior otro está en actitud sacerdotal -b- mostrando las palmas.
En la Nueva Alianza -a la derecha-, otros tres llevan pergaminos y uno de ellos lo enfatiza con el índice, -2- se golpea el pecho en señal de no ser digno. Dos llevan sendos libros. Desde arriba -3- otro llama la atención a los distraídos de la fila inferior.
Son reyes y como tales están coronados. Encima de cada escena, un ángel, se encarga de asentar o de colocar la corona a quienes no la tienen. A la izquierda, los del pueblo elegido entraron con la corona puesta. A la derecha, los provenientes de pueblos gentiles, son coronados al entrar: su ángel aguarda con varias coronas en su mano izquierda -1-. Los dos pueblos cuentan con el mismo espacio y el mismo número de personajes, diecinueve; pero no coincide el número de personajes por cada fila. En el pueblo judío de la Antigua Alianza hay doce personajes en la primera fila y siete encima. El pueblo de la Nueva Alianza cuenta con once personajes en la primera fila y ocho arriba. Esta diferencia tiene que ver con la simbología de los números en el Medievo.
