Pórtico de la Gloria
Capítulo XII: las puertas del Reino y las salas de espera
Los que provienen del arco de la izquierda (Limbo) son coronados cuando sus acciones son confrontadas con el texto de la Ley de Moisés (se representa por la intersección entre los dos pergaminos). En cuanto a los que vienen del arco de la derecha (Purgatorio), es decir, después de la victoria de Cristo, sus obras son juzgadas en base a la relación –de amor o rechazo– que tenían con Él: «Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros […], porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber». (Mt 25,34ss)
Las puertas del reino: antigua y nueva alianza
Dos niños recién coronados vienen del “Limbo” a la izquierda y llevan un pergamino que representa la Ley, el aval para su admisión. El ángel que porta coronas en su brazo izquierdo -1-, sostiene otro pergamino que cruza con el de los niños y les pone las coronas ya que pertenecen al pueblo de la Antigua Alianza. Este cruce de ambos pergaminos indica la confrontación entre las acciones de su vida con el texto de la Ley. Los niños tapan sus cuerpos desnudos con su pergamino.


Los ángeles más cercanos a la entrada, derecha e izquierda, llevan en sus brazos a un solo niño, los más pequeños de cada grupo. A la izquierda, el ángel más próximo al Reino, -2- que viene de la Nueva Alianza, lleva en sus brazos un niño sin corona, es inocente y entra en el Reino pero no es miembro del pueblo elegido y por eso no lleva corona. Desde la derecha vienen cinco niños, -b- todos sin coronar. Tres niños se agarran a la mano del ángel, o a su túnica. Cada ángel -a y b- lleva en brazos a uno de los dos niños más pequeños, estos muestran un pergamino que nos indica que son admitidos por sus obras.
Primera sala de espera: el limbo
Ambos arcos laterales del Tímpano están formados por tres arquivoltas. En este del limbo, el arco de la izquierda, la arquivolta superior no contiene personajes, es una ornamentación vegetal simétrica. En el medio se ve una rica decoración de grandes hojas; un grueso cilindro va aprisionando a diez personajes, todos con coronas y con pergaminos.
«Estos pergaminos representan la Palabra de Dios que redime del pecado. El cepo es la Ley que tenía al hombre como en prisión» L. Ferreiro
Son “justos” del pueblo elegido y por eso llevan coronas. En la arquivolta inferior, las tres figuras centrales escenifican la Creación: El Verbo, está entre Adán y Eva (señalado con una flecha en la imagen). Es un Cristo joven sin barba, al comienzo de la Historia, sonríe. No tiene el aura, pero tiene corona. Es un Cristo Pantocrator, bendice con su mano derecha mientras en la izquierda sostiene el libro de la ley. Eva a la derecha muestra una actitud temerosa.


Antes del final: tu libertad y el camino elegido
La tradición llama “el Purgatorio” a este arco de la derecha con tres arquivoltas. En la estrecha franja superior, encontramos dos filas de seis personajes cada una. Parecen fuera de lugar porque aún están vivos. Indican que el hombre, durante su tiempo en la tierra, puede caminar hacia destinos opuestos. Las imágenes señalan las consecuencias de cada elección.

En el centro se tocan las cabezas de los dos primeros de cada fila, pero los que se orientan a la izquierda se van haciendo niños y los de la derecha un pecado les domina y se representan desnudos. 4 – 5.
Del centro a la izquierda, quienes están en camino de conversión se van haciendo niños, vestidos a la usanza del momento. El primero -1- usa manto y túnica; con su mano derecha se golpea el pecho. El segundo de los personajes, -2- con la mano izquierda sobre su pecho afirma su fe. El tercero, con la palma de la mano abierta -3- dirigida hacia fuera, en actitud de “Confío en ti”.

Del centro a la derecha, nos presenta personajes a quienes les domina el pecado y por tanto van desnudos. Un hombre -a- sonriente a pesar de su dualidad –frente partida- parece estar a punto de dominar a un dragón que intenta morderle. En la escena -b- dos cabezas de serpiente intentan atenazar la garganta del personaje; la escena tiene un cierto parecido con la tentación de la serpiente a Eva en el árbol del Paraíso.

Al final de la vida. El juicio de Cristo
«Al atardecer de la vida te examinarán en el amor» S. Juan de la Cruz
La casi totalidad del espacio de este arco está dominado por las dos arquivoltas inferiores. Las imágenes del centro, la de Cristo y del arcángel Gabriel, dividen los arcos en dos escenarios que muestran los diferentes destinos alcanzados por las almas, al final de su vida.
La escena la preside Cristo. Luce un aura (flecha hacia abajo ojo foto) en la que destaca una cruz, como la de Cristo Rey en el Tímpano. De edad senatorial, tiene el peinado y la barba ordenada en dos mitades. Debajo, la cabeza de Gabriel lleva túnica, no se ven las alas pero su identidad la exige la escena.

En cada mano de Cristo y del Ángel hay pergaminos que se desenrollan hacia arriba, desafiando la ley de la gravedad, un contrasentido que permite al Maestro Mateo enviar un mensaje de esperanza: la ley, el criterio de juicio en la Antigua Alianza, es sustituida por el amor, criterio de juicio en la Nueva Alianza. El nuevo criterio se condensa en la pregunta que Cristo le hace a Pedro en el lago, después de su traición: «Pedro, ¿me amas?» (Jn 21, 15).

La esperanza no termina en la muerte. Sala de espera de la nueva alianza: el purgatorio
El hecho de ver tantas conversaciones en el Pórtico crea un ambiente general de espera que confirma que todavía no ha llegado el “Final del Tiempo”. Es cierto que el tiempo personal acaba en la muerte de cada uno y que su final determina el mérito alcanzado pero, a pesar de ello, las oraciones de los vivos pueden aportar esperanza a los difuntos. El Purgatorio es temporal y cesará al menos en el Juicio Final.
Todavía se abre un tiempo para nuestra liberación. «El encuentro con Cristo es el acto decisivo del Juicio. Ante su mirada se disuelve toda falsedad. Es el encuentro con Él que, quemándonos, nos transforma y nos libera para poder ser verdaderamente nosotros mismos y por ello totalmente de Dios. Benedicto XVI (Spe Salvi 47).

San Agustín argumenta: «…hay pecados que se pueden perdonar a los hombres en la otra vida, aunque en esta no tengan perdón, porque, como Cristo ha dicho, (Mt 12, 32) no serán perdonados, ni en este mundo ni en el otro, los pecados contra el Espíritu Santo». (De Civitate Dei, lib. XXI, cap. XIII y XVI). De ahí que la oración por los difuntos sea útil, aunque ellos ya no pueden añadir méritos por sí mismos.
San Bernardo nos dice «…también los muertos que lo necesiten y sean dignos recibirán, por medio de los ángeles, las oraciones y las oblaciones de los vivos; y a los que aún están en camino no les faltará la ayuda de los que ya han llegado»- (Sermón LXVI del Cantar, 10). El ejemplo puede verse en Saint Denis, donde un ángel rescata un alma con las manos atadas de la zona de los pecadores en poder del diablo –pág. 72.
El purgatorio: te ayudan los ángeles, te retienen los demonios
En las dos arquivoltas principales se representan almas después de su muerte.


A la izquierda las almas que, como niños en los brazos de los ángeles, esperan entrar en el Reino de Cristo: A la derecha las almas que están siendo castigadas o retenidas por demonios.
De los niños salvados, en -1- tienen sus manos juntas, orando. A su derecha -2- otros dos esperan conversando. Debajo, -3- un niño, aún mayor, está de pie, como recién llegado. Menos en -1-, los demás ángeles y niños están mirando a los pecadores.
En la escena interior de la derecha las almas que están en poder de los demonios. En -a- un monstruo arrodillado sujeta, con sus garras y con su rabo, a un hombre y a una mujer a quienes devora la mano derecha en alusión a los ladrones y avaros. En -b- el demonio castiga a los violentos: Cuatro pecadores están como inmovilizados, las manos atadas por la espalda y con una soga al cuello.
Dos pecadores -c- meten la cabeza en la boca del demonio sin resistencia. Representa que la gula embota el juicio. En -d- una mujer está comiendo una empanada y un hombre, boca abajo, bebe vino de una bota. Disfrutan sin agobio, no están atormentados. De este modo, el Pórtico nos dice que hay esperanza aún en esa situación, todavía no están en el infierno, por ello estas dos figuras no muestran signos de sufrimiento.
