Muere la reina Isabel II a los 96 años de edad
Ha sido la monarca británica más longeva, tras cumplir 70 años en el trono, en los que ha tenido tiempo de marcar tanto la política como la cultura del siglo XX
La reina Isabel II ha muerto a los 96 años de edad. Este jueves por la mañana, los doctores se habían mostrado preocupados por su salud y recomendaron que quedara bajo supervisión médica, razón por la que toda la familia real ha acudido al palacio de Balmoral para acompañarla en sus últimos momentos. Finalmente, la monarca ha fallecido esta tarde y Reino Unido queda así huérfano de madre tras los 70 años de la monarca en el trono.
La Reina tenía problemas de movilidad y, de hecho, recibió a Truss esta semana en su residencia de Balmoral y no en Londres como es tradición de cara a su nombramiento como primera ministra. Las imágenes oficiales difundidas, que han podido ser las últimas que tenemos de esta figura histórica, se producían precisamente tras ese encuentro con Truss y mostraban a Isabel II encorvada y con bastón.
Su rol era el de ser tanto Reina como jefa de Estado de al menos 15 países, aquellos miembros de la llamada Commonwealth. Según la BBC, era la jefa de Estado de 138 millones de personas. Ahora, se abre el proceso de sucesión en Inglaterra que previsiblemente derivará en la coronación de Carlos de Gales, su hijo mayor, que tiene ya 73 años. Se le considera el heredero de mayor duración en la historia de la monarquía británica con más de 70 años ostentando este puesto, superando así a su tatarabuelo Eduardo VII.
En el segundo lugar de la línea de sucesión al trono se encuentra Guillermo, el duque de Cambridge y primogénito del príncipe de Carlos, que tiene 40 años y podría convertirse en rey ipso facto si su padre decidiera abdicar, algo que ha estado muy presente en la rumorología británica desde hace años. Detrás de él, llegan ya los tres hijos de Guillermo: el príncipe Jorge de Cambridge, de tan solo 9 años; la princesa Carlota de Cambridge, de 7 años; y el menor de los tres, Luis de Cambridge, que a sus 5 años sería el quinto en la línea de sucesión.
La monarca británica más longeva
Aunque su tatarabuela paterna, la reina Victoria, completó 63 años y siete meses en el trono, Isabel II acabo por superarla y llegó a celebrar su jubileo de platino en junio de 2022, al cumplir 70 años en el trono. Pero la historia comienza mucho antes, cuando encontró su destino como monarca a los 25 años, a miles de millas de Inglaterra, mientras cumplía con una gira por Kenia. Tras el fallecimiento el 6 de febrero de 1952 de su padre, el rey Jorge VI, Isabel II le sucedió en el trono, pero su ceremonia de coronación no tuvo lugar hasta un año después, el 2 de junio de 1953, guardando así el luto considerable.
Los siguientes años no fueron fáciles. Cuando fue coronada, el Reino Unido asistía, entre las dificultades económicas de la posguerra, al desmoronamiento del colosal imperio heredado de sus predecesores. En 1948 se habían independizado India y Pakistán y en 1956 tuvo lugar la Crisis de Suez, que enfrentó a los británicos con la cruda realidad de que ya no eran una gran potencia. Y una década después se producían en rápida sucesión las independencias de las colonias africanas y del Caribe. Pero gracias en parte a su figura, se pudo mantener unidas a Gran Bretaña y sus antiguas colonias a través de la Commonwealth.
En la década de los setenta, en tiempos de huelgas salvajes y feroz inflación, durante el llamado Invierno del descontento, con una brutal campaña de atentados del IRA, dos elecciones generales en el mismo año de 1974 y una sociedad fracturada, la reina buscó las palabras para ser vista como neutral e imparcial: «La buena voluntad es mejor que el resentimiento, la tolerancia es mejor que la venganza, la compasión es mejor que la ira», afirmó. Frases aparentemente fáciles, bonitas, pero impuestas por su sentido del deber: la Corona debe ser siempre predecible y servir a la reconciliación nacional.
1992 fue el annus horribilis, testigo del divorcio de dos de sus hijos y del incendio del castillo de Windsor, y 1997, el año de muerte de Diana, la princesa de Gales, en un accidente de automóvil en París. La Reina tardó seis días en dirigirse al país y compartir el dolor con los ciudadanos. Fue el momento que causó el mayor daño a su reputación, cuando su autoridad estuvo más amenazada
Fue en esa década también cuando la presión de la opinión pública acabó con el privilegio de la Corona de no pagar impuestos -la fortuna personal de la Reina se estima actualmente, según Financial Times, en 370 millones de libras (431 millones de euros), menor que la de algunas estrellas del pop como Elton John- y la primera vez que la monarquía se sometió al voto popular con el referéndum celebrado en Australia en 1999. La opción republicana fue derrotada con claridad: 45% frente a 55%.
Una Reina para el siglo XXI
A pesar de las crisis de finales del XX, con el cambio de siglo la imagen de Isabel II fue ganando enteros a medida que caían en el olvido los problemas de imagen del pasado. Su condición de líder de la nación fue cada vez menos discutido en un país en el que, en cualquier caso, nunca han tenido demasiado éxito las posturas antimonárquicas.
Pero es que, gracias a eventos como la boda de los duques de Cambridge, Guillermo y Catalina o el jubileo de diamantes que durante cuatro días de 2012 dejó multitudinarias celebraciones en Londres se evidenció la popularidad de la que gozaba la monarca. De hecho, Isabel II llegó incluso a protagonizar un sketch junto al ‘James Bond’ de Daniel Craig con motivo de la inauguración de los Juegos de 2012, lo que dejó claro la transformación de la Reina en una figura ‘pop’ que traspasaba los serios límites de la tradición monárquica.
Con la llegada del coronavirus, la Reina también se recluyó en el palacio Windsor, desde donde el 5 de abril dirigió un discurso a la nación en el que invocó el espíritu de la Segunda Guerra Mundial para doblegar a la covid. Pocos días después pidió que no se celebrara con los honores habituales su 94 cumpleaños debido a la pandemia. Justo después, llegaría el fallecimiento a los 99 de años del que fuera su cónyuge durante siete décadas, Felipe de Edimburgo, que fue despedido en una ceremonia íntima el 9 de abril de 2021.