La aparición de varios misteriosos monolitos de metal en distintos puntos del planeta ha generado, en las últimas semanas, todo tipo de teorías sobre su origen. Los objetos, que han ido apareciendo desde mediados de noviembre en Estados Unidos, Colombia o Rumanía, tienen el aspecto de largas y estilizadas estelas futuristas. Ahora, uno más ha aparecido en Segovia, en las ruinas de la iglesia del pequeño pueblo de Ayllón.
Por qué te lo contamos: hasta ahora se desconocía el origen de los monolitos, lo que ha provocado que los usuarios de las redes sociales especulasen sobre su procedencia y su función. Las teorías han sido variopintas: material aeroespacial, objetos de homenaje a la icónica película de ciencia-ficción 2001: Una odisea en el espacio (1968), o incluso señales de extraterrestres. Finalmente, el misterio parece ir resolviéndose: los bloques de metal aparecidos en EE.UU son obras de un grupo de artistas americanos que ya las está vendiendo por miles de euros. En cambio, el de Segovia aún no tiene explicación definitiva.
Los descubrimientos de las monolitos han sido fortuitos. Así, algunos han sido hallados por senderistas o por corredores que se encontraban practicando deporte en lugares poco accesibles. En cambio, el monolito ‘segoviano’ fue hallado por dos jubilados salmantinos. Su presencia ha sido breve: 48 horas después de su descubrimiento, el monolito desapareció del lugar.
El primero fue detectado por las fuerzas de seguridad en Estados Unidos, en pleno desierto de Utah. Bretch Hutchins, uno de los pilotos presentes en el primer hallazgo, declaró en CNN que el objeto podría haber sido una ocurrencia de un artista o de algún seguidor de 2001: Una odisea en el espacio. Posteriormente, este monolito fue retirado por cuatro residentes locales, preocupados por los daños que podría causar al entorno.
El pasado viernes 4 de diciembre apareció otro en una reserva natural rusa, en la región de Zula. En este caso, la aparición en esta zona llevó a pensar que los monolitos podían estar relacionados con algún organismo científico o de conservación medioambiental.
Los peculiares monumentos tenían unos cuatro metros de altura, tomando la idea y la forma de un tótem, una efigie tradicional en la cultura de varios pueblos. Los tótems son, en definitiva, objetos de culto que apunta al cielo, conectado así con lo divino o lo simbólico. Las posibles implicaciones trascendentales (si no directamente religiosas) no sentaron siempre bien: el pasado jueves 3, un grupo de activistas cristianos retiró un monolito que había aparecido en California.
Con todo, Hutchins estaba en lo cierto: los responsables de los monolitos son un grupo de artistas de Nuevo México que, después de captar la atención de miles de personas, ya han reconocido su autoría y han puesto algunos a la venta por 45.000 dólares. Teorías conspiranoicas, publicidad y, al final, negocio: Matty Mo, uno de los artistas del colectivo, declaró a Fox News que esperaba vender tres monolitos próximamente.