El Juzgado de Instrucción número 35 de Madrid ha acordado el archivo de la investigación sobre la explosión en un edificio parroquial de la calle Toledo de Madrid, donde murieron cuatro personas.
Lo más importante: en el auto judicial, la jueza concluye que tras el informe pericial de la Policía Judicial se puede determinar que la etiología de la explosión fue accidental, sin que haya podido establecerse otra causalidad distinta. Establece que la explosión fue provocada «por un escape de gas natural, que se desarrolló de forma lenta, continua y prolongada en el tiempo».
«Esta circunstancia motivó que las referencias de olor a gas fueron discontinuas, no llegando a generar alarma entre los residentes en el edificio hasta momentos antes de la explosión», continúa la resolución, que puede recurrirse en el plazo de tres días ante la Audiencia Provincial de Madrid. «El escape, según consta en el informe, se situó entre la primera caldera del edificio y la acometida de suministro, no habiendo influido en la causa de la explosión las posibles irregularidades administrativas o no de la instalación», añade.
Además, el informe descarta que «la posible manipulación que hubiera realizado David S. y Rubén P. coadyuvara a la causa de la explosión; constatándose la existencia de roturas de agua que socavaron el subsuelo del edificio en alguna medida, lo que influyó directa o indirectamente sobre la conducción y la acometida de gas natural».
El pasado 20 de enero una fuga de gas originó este suceso en el número 98 de la calle Toledo, en un edificio que es propiedad del Arzobispado de Madrid. A causa de la explosión fallecieron cuatro personas: el sacerdote Rubén Pérez Ayala, de 36 años; su amigo David Santos, un feligrés que fue al edificio a intentar ayudar después de que la calefacción dejara de funcionar y detectar olor a gas; Javier, un albañil de 45 años de La Puebla Amoradiel (Toledo) que trabajaba en el edificio de enfrente, y Stefko Ivanov, de nacionalidad búlgara y 46 años que en ese momento estaba en la calle.