La tiranía de la Verdad: de la Duda a la Incertidumbre
Con la incertidumbre no se juega, puesto que pretender que estén salvadas las respuestas o que se puedan aplicar las “respuestas de la duda resuelta” puede ser de populista
Estaba limpiando mis “aperos” de Emboscado y me preparaba para salir a olfatear lo que da de sí una mentira cuando se dice mil veces, y encontrar el lugar en el que sigue siendo el pan que alimenta los temores más irracionales, cuando escuché la conversación entre unos padres y un hijo, tal fue, aunque la pillé in medias res, que me hizo dejar por un momento mi rutina de señalar “piezas”. Doy fe y mi palabra de que no fue ficción, y de que los sucesos acontecieron de la forma que digo, o al menos así interpreté lo oído.
Escuchaba a un púber de no más de 10 años insistir sin tasa, de forma casi irreverente, con preguntas sencillas, pero a la vez axiomáticas y con lógica aplastante. Esta conversación, medio interrogatorio, les hacía primero reír por turnos a los padres, por la ocurrencia de que su vástago quisiera saber algunas cosas y una especie de orgullo por pensar que su hijo les prestaba atención cuando hablaban. Pero en breve tiempo sus miradas se cruzaron nerviosas y la voz se les tornó dubitante, parecía traslucirse que para ellos algo no marchaba bien en el “casa” cuando no daban ni tenían respuesta más allá del tópico típico discurso para lo que su hijo les plantea. Y por fin, sin cambiar el tono, sin generar estridencias, el inocente vástago provocó la incertidumbre que pude observar en el silencio posterior de los aterrados progenitores, con el temblor en la voz que florece cuando ya no tenemos respuesta para salir airosos. Recibieron la mejor de las afirmaciones con una media sonrisa: “Veo que no me podéis ayudar, no me dais una solución, no sois mi referente, no sois lo que me esperaba”.
Salvar el obstáculo de lo que significa dudar es fácil, puesto que se trata de hacer preguntas sobre algo que ya nos es conocido y sólo pretendemos perfeccionar o conocer otra faceta de algo aprendido. Pero con la incertidumbre no se juega, puesto que pretender que estén salvadas las respuestas o que se puedan aplicar las “respuestas de la duda resuelta” puede ser de populista, y tan agotador como desgranar la factura de suministro eléctrico, o tan estéril como explicar a un ajeno qué motiva a ser de un equipo de futbol.
Esto último es para mí un gran misterio: saber por qué alguien es de un equipo o de otro, y más misterioso es que seamos fieles a eso que llamamos equipo aunque sea el último de la liga, generando mayor fidelidad y amor incluso que a las parejas que pasan por nuestras vidas, justificando los vaivenes de nuestro voto político, e incluso me asombra saber que para muchos es mayor criterio de identidad “ la camiseta deportiva” que el lugar que les vio nacer o la lengua materna en la que aprendimos a amar, a insultar y contar chistes. Me he encontrado personas de corrientes políticas antagónicas, viviendo en ciudades o poblaciones con las que nada unía a otra población… pero que sólo a la muestra de un escudo o emblema futbolístico común hace que se pase de forma relámpago de ser alguien rechazado por viejos falsos tópicos ancestrales, y verte como extraño generador de xenofobia clasista a generar una hermandad en la que todo se perdona.
¿Pero cuáles eran las preguntas que dejaron sin aliento a esos padres? Sencillas y demoledoras. No le hizo falta ningún “arma”. Sólo preguntaba algunas cosas:
- ¿Por qué si la ley está para cumplirla, cada vez se cumple menos y de forma tan dispar dependiendo del color de tu carné político o de las masas que hagan escraches por ti?
- Cuando me enseñabais a no mentir, no me dijisteis que la verdad sólo te hace “diana” en el fuego cruzado entre intereses.
- Si vosotros mentís y sois hipócritas, ¿cómo habéis llegado tan alto?
- ¿Llevo la vida que tenemos porque somos corruptos o por qué es ?
- Si ser hipócrita te da el éxito, y nunca sufre represión, ¿por qué decimos que es algo negativo y perjudicial?
- Cuándo en privado defendéis cuestiones con fervor, ¿por qué en público nunca os “significáis” hasta que hay suficientes correligionarios?
- ¿Por qué dices “Haz lo que digo, pero no lo que hago”?
- ¿Por qué el “voto” es secreto en democracia, a qué o quién tememos?
- ¿Por qué decís que es más fácil ir a la Luna que hacer que la gente escuche?
- ¿Qué es la Patria? ¿Y la Nación? ¿Qué nos hace diferentes?
- ¿Qué es un derecho y sus límites? Nadie me lo ha explicado.
- ¿En qué te favorece cumplir las obligaciones?
- ¿Por qué decís que no hay premio para los que cumplen las normas porque es su obligación y sin embargo a los que no las cumplen se les encumbra “por engañar al sistema”?
- ¿Por qué queréis siempre que cambien primero los demás antes de hacerlo vosotros?
- ¿Qué es esa urbanidad que decís que no existe?
- Si vosotros sois la generación que manda, ¿por qué nunca cambia nada?
Baste decir que ambos progenitores son tecnócratas, de larga carrera en diversos aparatos políticos, y sobre todo salen bastante en la televisión. Ante la cacería a la que asistí, decidí no salir esta vez: creo que comienza a haber más emboscados de lo que yo creía.