Ya van dos veces que salgo de mi espesura para la misma «pieza de caza». A ver si por fin me explico, y hago un poco de Prospectiva con la «Bola de Cristal» que me regalaron por Amazon.
No hay «manos negras» en este futuro cierto e inminente, en el que, en la proximidad de fin de este 2021, las cadenas de sucesos económicos y de giros políticos, harán que tengamos problemas de suministro de productos o de bienes de consumo en general. Un aviso a Navegantes es que más de dos tercios del comercio e intercambio mundial viene por mar, llega a puertos intermodales desde los que en ferrocarril o camión termina en la cadena de suministro que nos satisface las necesidades como clientes finales. Y punto. No les demos más vueltas.
No hay intenciones aviesas en muchos de los resultados que padecemos como ciudadanos acurrucados en «zonas de confort» cada vez más destartaladas. Al igual que la energía no se destruye, sólo se transforma, nuestras necesidades son la transformación de un proceso que de sencillo nos pasma. Pero que, como dice el refrán, «la cosa no da para más». No podemos seguir ciegos a una evidencia, algo «claro y distinto a la luz de la Razón» que diría Descartes, para lo cual, obvio, hay que tener raciocinio, y a ser posible no ser invidente mentalmente. Aunque en el mundo de adormidera que tenemos de «Pan y Circo», mediático, informativo, social y político, sinceramente con que no nos cuelen excesivas «Fake» y nos «la metan doblada» las menos veces posibles, es suficiente para el mortal de a pie.
Para tener algo se necesita energía que transforme una materia prima, un proceso industrial, una cadena de suministro, una distribución física y transporte y un lugar que lo venda, distribuya o ponga, para que la fila de «clientes por satisfacer» pueda tener lo ansiado. Pero si la energía no fluye, por que es cara, contaminante, se desvía para otros procesos productivos o se almacena en cualquiera de sus formas como reserva «estratégica»; entonces las prioridades de fabricación, venta y distribución se ven alteradas. No hay más. Todos queremos proteger nuestro entorno antes que el del vecino. Por lo que, en un mercado de oferta y demanda, las prioridades se basan en quien pague más o tenga capacidad de «ejercer Presión» para tener la materia prima transformada en calefacción, transporte o muñecas lloronas que poner en cartas Navideñas por parte de los niños/as/es… que no quiero que luego me acusen de no ser «abierto» a cualquier alternativa por nacimiento o decisión, líbreme el Karma, No seré yo el que diga nada de la libertad humana que ejerce su derecho a casarse con su «Dakimakura».
Pero si el carbón contamina, la nuclear da miedo no sea que nos salgan mutaciones, el gas depende del beneplácito de las fronteras y convenios, y la madera desertifica en su arder… ya me dirán como hasta llegar a la «arcadia» de energía limpia (dado que la fotovoltaica aún es corta y los generadores de eólica «enloquezca» a abejas y pájaros), conseguimos los ansiados productos a un coste razonable y en una escalabilidad digna de un Mr. Scrooge.
He salido de «caza» y lo único que veo son intereses cruzados, aparentemente legítimos, pero incompatibles entre sí. Máxime cuando sabemos desde los avisos de la «Inteligencia de prospectiva económica» que los cisnes que vienen son negros, aunque lo queramos negar.
Me encuentro que no tengo «donde disparar»… así que, por primera vez, me pego conscientemente «un tiro en el pie» y declaro que no tengo ni idea, por más que tiendo a informarme, de qué vamos a hacer en breve, que va a ocurrir con nuestras necesidades y cuáles serán los que logren que primen las suyas sobre las del resto al precio «que sea necesario». No se si al final levantando setas me encuentre un Gnomo, o si a la postre, para no caer en la autolisis mental busque un final imposible como la justicia poética de los cuentos falseados que necesitan nuestros hijos para sobrevivir (perdón quería decir hijos/hijas/hijes).
Por supuesto puede ocurrir que todo sea un susto como el Efecto 2000 y sea sólo un juego de manos negras de las que como títeres danzamos convulsivamente. Como aquellos agoreros que predecían el fin del mundo , o aquellos avispados que se enriquecieron con falsas soluciones. Lo más probable es que de tanto ir por el monte y levantar setas, las amanitas muscarias que como todo el mundo sabe es donde viven los Gnomos, me jueguen una mala pasada.