La mano de la Vanguardia
«Si nunca hubo un tiempo como este no podemos culpar a la juventud ‘desarmada’, pues cada mundo nace desnudo ante su futuro: único y aterrador ante su presente»
Nunca hubo un tiempo como el presente, porque nunca el tiempo se repite. Decimos que existen las “épocas áureas” para que cada generación encuentre la satisfacción que necesita de ser “el centro” de las oportunidades que en cada momento surgen. Y siempre será el fracaso culpa de lo cercenado por los Padres.
Las frases Míticas atribuidas a Sócrates o Platón respectivamente sobre “sus hijos” cómo: “Los jóvenes de hoy aman el lujo, tienen manías y desprecian la autoridad. Responden a sus padres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros”; o la más célebre: “¿Qué les pasa a nuestros jóvenes? No respetan a sus mayores, desobedecen a sus padres, ignoran las leyes, su moralidad decae” … son falsas. Nunca se dijeron, escribieron, o existe referencia doxográfica de las mismas en toda la antigüedad.
El verdadero autor parece ser Kenneth John Freeman, un anónimo estudiante de Cambridge que en 1907 la uso en una disertación sobre la moral de la época y para darle “empaque” se le atribuye a los clásicos. Es sabido que el temor a sufrir ignorancia sobre el pensamiento que compartimos nos hace que, busquemos referencias con “nombre” para sentirnos menos huérfanos. Táctica desde entonces usada para argumentar nuestra solidez “dialéctica” … siempre tenemos miedo al ridículo social, al qué dirán y sobre todo a la orfandad emocional.
Parece que, si lo sensato es dicho por uno mismo, no vale nada, pero si es una simpleza dicha por cualquier “gurú temático” se eleva a categoría de mantra. Quizá por eso existen tantos cuadros y serigrafias repletas de “retruécanos” y payasadas pseudo trascendentes. Y si ya le pones nombre… entonces parece que has encontrado una meta vital. Si no ya me dirán que sentido tienen frases del tipo “… no está mal perder el Norte, así se encuentran nuevas direcciones”, o una de las favoritas de la literatura de postal, “… no te encontraras hasta que te hayas perdido varias veces”. La profesión de crear esas “máximas” es digna, pero seguramente es talento que debiera poder ser utilizado para algo diferente; aunque quizá ese es su trabajo: ver el numero de incautos susceptibles de ser manipulados de cierta forma para que la cadena del “opio del pueblo” funcione.
Es positivo seguir a escritores, pensadores, e incluso esa nueva forma de “líder social” nacido de secuencias de Instagram, o los “tele monologuistas y humoristas” que por más gracia y evidencias que en sus disertaciones, libros asistidos por “negros literarios”, o campañas fundacionales nos aporten, deben dejar un poso de algo más que meras risas, soniquetes variados y pseudo profundidades. Si de verdad alguien quiere saber cómo hay diferentes Categorías, les insto a leer la biografía de uno de los mejores y geniales “payasos” del mundo: Danny Kaye, y luego siguen comprando libros y asistiendo a espectáculos de “gente del momento” que hacen su papel tan bien que hasta ellos se lo creen. O eso parece cuando lo cuentan en las revistas o los vemos renacer de desgracias cada vez mayores, en tiempos cada vez más cortos… superan muertes con ascetismo, enfermedades con terapias mentales… vamos toda una “filosofía de salón”. Pero no, lo siento, no cualquiera, ni de cualquier forma debería influir en nosotros como para querer ser ellos.
La crítica a los jóvenes responde a un pensamiento que lleva siglos siendo igual, decimos de nuestros hijos lo mismo que tus padres dijeron de ti. Al final de lo que se trata es de derivar culpas en lugar de reconocerlas. Creo firmemente que las nuevas generaciones son el futuro, por que por ley de vida ellos durarán antes. Al igual que es contra natura que un padre entierre un hijo, es contra natura culpar a los hijos de la educación recibida, del entorno recibido, y sobre todo del ejemplo recibido; por que los defectos de los hijos son casi siempre el reflejo especular de los errores de los padres. Romper las cadenas de lo que une lo que somos, y lo que somos capaces de hacer según lo que hemos aprendido y nos han enseñado, lo compartido, el ejemplo, la infraestructura y en ocasiones la suerte… es imposible.
Decía Ortega y Gasset “No sabemos lo que nos pasa y esto es precisamente lo que nos pasa…”, publicado en “Esquema de las Crisis”, que luego formaría parte de su curso “En torno a Galileo” de 1933. Y no dice otra cosa que cada uno opera y trabaja para resolver los problemas con los conocimientos y datos que en cada momento tiene. Por eso la formación crítica, la formación en ciencias, pero también en historia y filosofía son necesarias para tener “aparataje” con el que “ganar el mundo de las cosas”. Eso no evitará desgracias, ni maldades, ni manipulaciones, ni hará menos frecuentes las guerras o la ignominia… pero quizás dejemos de criticar “lo que está por venir” y aceptemos nuestra alícuota parte de “presente”.
Ver a los padres es muchas veces suficiente para saber cómo son los hijos, pero también nos da pistas de lo que en el presente podemos hacer para que la Vanguardia de nuestros hijos tengan mejores herramientas. De lo contrario no habrá suficiente munición y franco tiradores para tanto trabajo; y por el contrario habrá tantas “risas y tiktokeros” que cada vez será más difícil pensar por nosotros mismos.
Ya saben mi teoría, hay que aguantar decentemente hasta que nos rescaten los de la Galaxia Alfa Centauro o nos extingamos y dejemos de ser especie superior ante otra “mejor adaptada” al entorno. Sea cucaracha hibrida o humano biónico. Ya saben que Darwin nunca dijo que la evolución fuese positiva, sólo que era inevitable, y que el “futuro” está en la adaptación al medio… pero sinceramente prefiero la extinción a que mis hijos se asemejen a lo que he provocado con mis errores.