Roger Federer o el triunfo de la elegancia
El tenista suizo anunció este jueves su retirada de las pistas a los 41 años de edad y tras encadenar numerosos problemas físicos
Siempre me hizo gracia que durante los últimos tres años, en los que Roger Federer apenas ha podido competir, los anuncios de Rolex siguieran teniendo al jugador suizo como protagonista por encima de otros tenistas. No es para menos. La lujosa firma de relojes no podría aspirar a un mejor embajador. Sí, primero por lo obvio, porque es una marca suiza, pero sobre todo porque el jugador de Basilea encarna como nadie los valores de los que la casa quiere revestirse: excelencia, precisión y sobre todo elegancia.
Este jueves, Federer anunciaba el final de una meteórica carrera que culminará la próxima semana en Londres, en la Laver Cup. Su retirada no es menos dolorosa por ser esperada. El adiós se iba antojando cada vez más irremediable por sus 41 años de edad y sobre todo por las múltiples lesiones y operaciones que ha sufrido en los últimos tiempos. Y, con todo, cuánto le vamos a echar de menos.
Cuando pensamos en el campeón suizo, lo más obvio es empezar repasando su apabullante palmarés. Federer ha ganado veinte grandes —con mención especial a su querido jardín de Wimbledon—, dos medallas olímpicas, 28 Masters 1000, seis Copas de Maestros y una Copa Davis. Además, ha sido número uno del ranking ATP durante 310 semanas.
Pero la leyenda viva de Federer va más allá de la mera acumulación de trofeos. Como apuntábamos, la impronta del tenista de Basilea trasciende el éxito deportivo gracias a una elegancia que transpiraba dentro y fuera de la pista. Con la raqueta en la mano, lo hacía con su tenis académico a la par que agresivo y con su variedad de golpes. Entre estos destaca su icónico revés a una mano, símbolo de un estilo de sabor añejo y sobre el que algunos no han dudado en afirmar que supera en belleza a la Victoria de Samotracia.
Por encima de las victorias, Federer ha sido el mejor embajador del tenis, probablemente junto a Rafa Nadal, con quien ha protagonizado una de las mayores y bonitas rivalidades de la historia del deporte.La mención a sus competidores, sobre todo al manacorí y a Novak Djokovic, es pertinente, porque el juego del suizo ha sido el mejor combustible para elevar el nivel del circuito y de los dos tenistas que han acabado por superarle en triunfos en los grand slam.
Federer es y ha sido muchas cosas. Por supuesto, un estratosférico jugador de tenis, pero también un caballero, un dandy y el yerno perfecto. De alguna manera, su retirada no supone un final, sino un comienzo: el de la consagración de un legado de leyenda.