España está preparada para un gran terremoto, pero los expertos apuntan enclaves de riesgo
Lo acontecido en Turquía y Siria ha levantado las preguntas sobre la resistencia española ante los sismos, aunque los expertos aseguran que no hay peligro
El desolador panorama que ha dejado el terremoto del 6 de febrero en Turquía y Siria, con innumerables pérdidas, materiales y humanas, ha planteado la pregunta relacionada a nuestro país. En una situación hipotética, ¿podría España soportar unos seísmos de tales magnitudes?
«El problema en España está en el choque entre la placa africana y la euroasiática, pero no es tan grande, por lo que la escala marca, normalmente, 2 o 3 puntos, no los 7 de Turquía», comenta a THE OBJECTIVE Sigfrido Herráez, Decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.
El último gran terremoto con víctimas en España se produjo en Lorca (Murcia), en mayo de 2011, haciendo temblar la tierra con una magnitud de 5,1, causando nueve muertos y 324 heridos.
¿Por qué el terremoto en Turquía y Siria ha sido tan devastador?
Los ingredientes del desastre que han vivido ambos países al principio del mes han supuesto una forma de acrecentar la dimensión de la tragedia. La elevada magnitud de los temblores, y su superficialidad, haciendo que aumenten su intensidad y provocando mayores daños en la superficie ha sido el primero de ellos.
Además, el terremoto atacó una zona densamente poblada y de madrugada, dejando a todo el mundo desprevenido y sin opción a refugiarse a tiempo, ya que, la mayoría, se encontraban en sus domicilios descansando sin saber lo que ocurriría.
No obstante, el mayor problema, relacionado con los edificios derrumbados, es que fueron construidos con técnicas básicas y económicas. «En Turquía y Siria hay una diferencia grande entre los edificios que se han caído y los que no. Muchos tienen estructuras de madera o hierro, permitiendo los movimientos, no obstante, la pobreza siempre se une a los desastres, por lo que las edificaciones con estructuras de hormigón o ladrillo, que son más económicos, han provocado gran parte de la catástrofe», comenta Herráez.
«En los años 50 se utilizó mucho la autoconstrucción con hormigón, sobre todo, que es un material que no contempla resistencia ante los terremotos. Ahora se están deteniendo a constructores en el país, pues, desde 1999, con el terremoto Izmit, todos los edificios bien construidos cuentan con condiciones antisismo», señala.
España lo afrontaría
El mayor problema, a nivel sísmico, de la Península Ibérica es la costa sur y sureste, desde Valencia hasta Huelva. No obstante, zonas como el Pirineo de Girona a Navarra o Galicia también contemplan una actividad sísmica considerable, aunque con una peligrosidad bastante baja.
En España ya hubo un terremoto como el turco-sirio, incluso mayor, en 1969, que llegó a escalar 7,8 puntos de magnitud en el Cabo de San Vicente, en el Golfo de Cádiz. Aunque no hubo casi daños, el mayor peligro no estaría en las zonas costeras, que es donde la mayor cantidad de actividad sísmica se aloja, sino en zonas más centrales de la península.
Las zonas con gran peligro sísmico están muy preparadas: «Los edificios no se hacen rígidos. Se planifican y diseñan de tal manera que, si existen sismos, los edificios puedan moverse sin partirse, volviendo a su sitio», explica Herráez.
Por otro lado, desde el año 70, Europa cuenta con una normativa exigente de construcción sismoresistente que se actualiza cada pocos años, con el fin de que los arquitectos, ingenieros civiles y constructores desarrollen las construcciones en base a poder soportar y resistir los terremotos: «Europa tiene una normativa adaptada a los posibles problemas, estando sobredimensionada al peligro, por lo que la seguridad es extrema – resume Herráez – en España el riesgo es mínimo, pues solo lo tienen, en su mayoría, los edificios previos a la normativa europea».