Omar Pera, el alfil de Freepik para convertirse en un referente de la IA
Curtido en el CERN de Ginebra y Meta, el emprendedor valenciano conversa sobre el potencial de la ‘scaleup’ malagueña
Omar Pera, vicepresidente de producto de Freepik y responsable de Freepik Lab. | Freepik
Omar Pera, vicepresidente de producto de Freepik y responsable de Freepik Lab y de todos los desarrollos de IA de la compañía malagueña, no se anda con rodeos: la scaleup ubicada en Málaga y dirigida por Joaquín Cuenca va camino de convertirse en «el hijo adoptivo de Canva, Midjourney y Adobe».
Un poco de contexto. Pera nace en Alcoy hace 37 años, cofunda en 2010 junto a su hermano Perops (filtros para imágenes y vídeo pensados para niños y para Instagram), pasa tres años en el CERN, el centro computacional de Ginebra, marcha después a Nueva York (Pixable), crea y lidera Reply.ai y acaba vendiendo la empresa a la neoyorkina Kustomer, a su vez comprada por Meta.
Con semejante hoja de servicios, resulta llamativo que el directivo de Freepik cruzase hace nueve meses el Atlántico para desembarcar en la Costa del Sol, un ecosistema a años luz de los núcleos de disrupción y dinero de EEUU. «Fue una decisión familiar, aunque las palabras de Joaquín me sedujeron: construir desde España una compañía global. Eso es exactamente lo que hacemos en Freepik».
La empresa, cuyo propietario mayoritario es el fondo sueco EQT, genera diez millones de imágenes al día y recibe a 80 millones de visitantes. Desde el concepto inicial de banco de imágenes, Freepik ha evolucionado hasta transformarse en un creador de imágenes e iconos y una herramienta de edición. La última muestra de esta trayectoria es Freepik Mystic, capaz de forjar desde cero una imagen de 2000 por 2000 píxeles a partir de las instrucciones del diseñador.
Lo curioso es que Freepik todavía no muestra toda su potencia de fuego. El pasado mayo, se hizo con la murciana Magnific AI, fundada por Javi López y Emilio Nicolás y especializada en redimensionar imágenes a partir de la inteligencia artificial. «Esa tecnología todavía no está integrada, aunque Freepik ya generaba decenas de miles de imágenes con IA al día. Cuando la integración se produzca, será para nosotros como un turbo».
Deshacer el camino
Una vez asentado en la Meca del capitalismo, no es sencillo hacer las maletas. Omar Pera rememora el mecanismo que le hizo aceptar desafío tras desafío hasta acabar primero en el reputado CERN y luego en la Gran Manzana. «Con 20 años asistí a un hackathon y aluciné con lo que los chavales eran capaces de hacer mientras yo me dedicaba al botellón. Decidí darle a mi vida un giro radical».
Antes de aterrizar en Freepik, Pera estaba inmerso en un oasis sabático. Le llovían las ofertas, pero no lo veía claro. Un día, para ganar claridad mental, conversó con su mentor, el emprendedor en serie Andrés Torrubia, quien le sugirió que se olvidase de los cantos de sirena y contactase con Joaquín Cuenca. Fue lo que hizo y ocurrió lo de siempre cuando dos personas conectan: diez minutos reservados en la agenda dieron paso a dos horas de charla alrededor de la IA. El fichaje estaba a punto de caramelo.
Luces y sombras
Omnipresente, la tecnología no es todopoderosa. Pera se sitúa en el lado luminoso del debate. «Hay mucho bombo y creemos que la IA lo cambiará todo en un año. El impacto más hondo será a medio plazo. No hablamos de una mejoría en la productividad. Hablamos de un seísmo similar al que causó con su aparición internet. Es lógico que en adelante los reclutadores analicen los conocimientos de IA del candidato. Todos deberíamos estar jugando con ella para familiarizarnos. ¿Hay un problema con el consumo energético de los centros de datos? ¿Hay un problema con la privacidad? Desde luego, conviene optimizar y proteger, pero Europa se equivoca optando por la regulación de un fenómeno que apenas conoce. Esas barreras frenan la innovación y la innovación, ya lo hemos visto, se acaba marchando a EEUU».
