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El 'Grinch' de la economía arruina la Navidad adelantada en Venezuela

En Venezuela la procesión va por dentro y una vez más se demuestra que amor con hambre no dura

El ‘Grinch’ de la economía arruina la Navidad adelantada en Venezuela

Navidad en Venezuela. | EP

Cuando en septiembre pasado Nicolás Maduro ordenó que las fiestas de Navidad y fin de año en Venezuela comenzaran el 1 de octubre, también estaba decretando que la felicidad se instalara como un designio del poder. «Nosotros tenemos que estar en celebración, felicidad y en rumba permanente», dijo Maduro al decretar que el país entrara en modo fiesta y alegría al menos hasta el 15 se enero, cuando tiene previsto asumir la presidencia para el período 2025-2031.

«Es septiembre y ya huele a Navidad. Por eso, este año en homenaje al pueblo combativo, en agradecimiento a ustedes arranca la Navidad con paz, felicidad y seguridad», aseguró el presidente bolivariano.

Tras las cuestionadas elecciones del 28 de julio, en las que Maduro fue declarado ganador sin que se mostrasen las actas con los resultados desagregados por estados, municipios y centros de votación, la oposición denunció un fraude masivo. Después recrudecieron la represión, los arrestos masivos y selectivos, la persecución a los opositores, y un despliegue de las fuerzas de seguridad para garantizar la paz de las armas. 

Hoy la oposición está aterrorizada, desarticulada y extraviada, y millones de personas comunes siguen aferradas al voluntarismo de sus líderes que prometen, sin nadie tener una idea clara de cómo, que Maduro y el chavismo serán desalojados del poder el 10 de enero. Mientras tanto, en Venezuela la procesión va por dentro y una vez más se demuestra que amor con hambre no dura.

Pese a los esfuerzos del chavismo por vender la idea de la normalidad, de que hay una economía pujante y de que los inversores extranjeros hacen fila para entrar al país, la realidad es que han caído la inversión y el consumo, se retoma la depreciación del cambio oficial y resurgen amenazas de inflación. Tampoco hay aumentos de sueldos reales para los millones de empleados públicos, ni oficinistas, médicos o maestros, ni para los fieles policías, soldados y guardias nacionales que aseguran el control social.

Los aguinaldos, una bonificación de fin de año que se paga a los empleados públicos, son una evidencia de que no hay mucho que celebrar en despachos ni empresas públicas. No importa que ya estén adornadas las oficinas con arbolitos de Navidad, pegatinas, guirnaldas y pesebres, mientras son obligados los toques de villancicos y gaitas (una estruendosa música típica de la temporada). En calles y plazas hay luces de colores, las paredes de grandes edificios están adornados, y los comercios privados han sido obligados a sumarse a la fiesta, con motivos del caso. Pero esta Navidad adelantada es también una fachada.

«Con la primera porción de mis aguinaldos como profesora universitaria jubilada me di el lujo de comerme 150 gramos de queso gouda que tenía años queriendo comer, ah mundo, me lo comí solo porque no me alcanzó para el pan. Pequeños placeres de la vida en revolución. Seguimos jodidos», resumía una usuaria de la red X.

Los educadores están entre los profesionales más golpeados por esta crisis. Los más jóvenes ya han abandonado el país, mientras los que se quedan solo acuden a impartir clases dos veces por semana porque el sueldo no alcanza ni para el pasaje. Prefieren dedicar su tiempo a trabajar por cuenta propia, lo que incluye desde vender tartas y pasteles, hasta dar clases privadas y cuidar niños vecinos en tareas dirigidas.

 Según el propio gobierno, hay un déficit de 200.000 educadores, por eso llama de vuelta a los jubilados a dar clases. Pero los gremios advierten que con un salario básico de entre tres y siete dólares por mes nadie va hacer el sacrificio.

Como no tiene dinero para pagar las bonificaciones de fin de año, ni tampoco quiere hacerlo de una vez para no perder el control de los bolívares circulantes que acaban presionando al alza el tipo de cambio, el gobierno fracciona los pagos de aguinaldos en cuatro tramos.  

Esta semana a educadores de alto escalafón les depositaron 492 bolívares, equivalentes a 12,6 dólares a la tasa oficial y a 10 al paralelo, que es el que marca la referencia de la mayoría de los precios. Cuando el gobierno complete el pago, los beneficiarios habrán recibido unos 50 dólares para vivir sus navidades felices.

Los adornos del arbolito  

Más allá de las evidencias empíricas de que algo anda terriblemente mal con la economía venezolana, los economistas ya actualizan sus estudios que explican todo este caos que tiende a agravarse en los próximos meses, más allá de las fiestas de Maduro, de Carnaval y de Semana Santa.

«El evento electoral no resolvió el conflicto político y aumentó la incertidumbre. El conflicto político interno se agravó tras las elecciones del pasado 28 de julio. Ni la oposición ni la mayor parte de la comunidad internacional (especialmente los países de la región) han aceptado los resultados oficiales. En estas condiciones la legitimidad del gobierno a partir del inicio del nuevo periodo constitucional, el próximo 10 de enero, se verá afectada tanto doméstica como internacionalmente», resume un informe interno de un organismo regional de desarrollo. 

«La crisis de legitimidad afectará negativamente el ambiente de negocios y con ello las perspectivas de inversión y crecimiento económico», así como también las posibilidades de una reestructuración de la deuda externa de la República y de la estatal petrolera, PDVSA «que permita al país recuperar el acceso al financiamiento externo», agrega este documento donde se espera un flaco crecimiento de 0,8% en la economía en 2025, un frenazo con respecto al 4% para este año.

Esta semana el reconocido Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), advirtió que la economía se desacelera en el segundo semestre del año y continuará así en 2025, arrastrada por la crisis política y la incertidumbre sobre el futuro inmediato.

Prevén que el Producto Interno Bruto (suma total de riqueza que genera una economía) crezca solo 4,0% en todo 2024, contra el supuesto 10% de crecimiento que vende el gobierno en la propaganda oficial. «Una vez finalizado el proceso electoral, el nivel de actividad económica se ha desacelerado significativamente» y de concretarse este resultado, la economía crecerá menos que entre 2021 y 2023, coincide este informe de la UCAB.

«Después del evento electoral, a finales de julio, la agudización de la inestabilidad política interna, la creciente incertidumbre en torno a la manera como termine el ciclo político-electoral en enero de 2025, asociada a la probabilidad de que se incrementen las sanciones económicas y financieras, la actividad económica interna se ha desacelerado considerablemente», agrega.

Unos de los problemas crónicos que impiden despegar a la economía venezolana es la casi total ausencia de crédito bancario para el consumo. Aunque ha venido subiendo en el último año, toda la cartera de crédito de toda la banca venezolana apenas suma 2.214 millones dólares y es de lejos la más baja entre todos los países americanos y caribeños. Eso equivale a lo que presta cualquier agencia de un banco español y más del 60% está concentrado en los bancos del gobierno.

Los bancos venezolanos se han achicado, perdiendo patrimonio y viven básicamente de comisiones por transacciones financieras en un país donde hasta un café se paga con tarjetas y el dinero en efectivo circulante es una rareza. Así, la banca la tiene difícil si tuviera que servir como motor para impulsar un despegue económico.

La elevada incertidumbre en torno a la actividad económica en el corto y mediano plazo, «ha hecho que la economía del país entre de nuevo en un período recesivo», señalan estos economistas. También se elevan las presiones sobre el mercado cambiario y crece la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo, obligando al BCV a acelerar la depreciación del cambio oficial. 

Esas presiones ya se están viviendo. En las últimas semanas la brecha entre el cambio oficial y el paralelo llegó a 20%. Este viernes el Banco Central se vio obligado a dejar depreciar el bolívar en torno a 5%, mientras aprieta sus acciones para tratar de contener la liquidez de dinero en el sistema. Pero por muy bajos aguinaldos que pague y por todos sus esfuerzos por contener el gasto público, le será muy difícil contener la depreciación, sobre todo porque según cálculos algunos economistas, el tipo de cambio debería ser tres veces más alto para compensar la inflación acumulada.

Y si la producción de petróleo pierde fuerza por las sanciones, habrá menos dólares para surtir el mercado interno.  

«Las expectativas juegan un rol clave especialmente en períodos de elevada incertidumbre», como en esta dinámica política y social del segundo semestre de 2024, señala el informe de la UCAB. Además de la inestabilidad política, la reducida disponibilidad de divisas en manos del Banco Central y los riesgos asociados a las reacciones de la comunidad internacional suman presiones al mercado cambiario.

Sobre el horizonte venezolano también planea la amenaza de que el gobierno de Estados Unidos retome sanciones más fuertes sobre la industria petrolera. Hasta ahora ha permitido a compañías extranjeras como Chevron, Repsol y ENI operar con Petróleos de Venezuela como socias, con sanciones individuales sujetas a revisiones periódicas. Pero no está claro qué pasara con esto después de las elecciones en Estados Unidos y después de que Maduro asuma el nuevo período sin tener el reconocimiento de las principales democracias de Occidente. 

«La tensión poselectoral ya está teniendo importantes consecuencias sobre la actividad económica. Tras el impasse sobre los resultados, la OFAC (Oficina de Control sobre Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos) ha suspendido la aprobación de nuevas licencias individuales a empresas internacionales que desean operar en el sector de hidrocarburos en Venezuela», resume el informe interno de perspectivas citado líneas arriba. 

Tal vez haya que esperar la resaca de la fiesta de unas navidades fuera de tono y de tiempo para aterrizar de lleno en un 2025 que parece ya haber comenzado.

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