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Una empresa catalana logra sacar agua del aire como los incas y la venderá a los saudíes

Kumulus Water está presente en España, Francia y Túnez y prepara su llegada a Marruecos y Arabia Saudí

Una empresa catalana logra sacar agua del aire como los incas y la venderá a los saudíes

La máquina de Kumulus Water en un hotel. | Cedida

Hace cientos de años que la humanidad es capaz de captar agua de la humedad del aire. De hecho, una civilización precolombina como la incaica ya consiguió en su momento idear mecanismos para aprovechar la condensación, además de otros sistemas de almacenamiento e irrigación a través de acueductos que impedían que las cosechas se secaran.

Y es que incluso en zonas secas como los Andes el aire genera rocío, niebla o humedad. Hoy en día, los atrapanieblas son usados en países como Chile e Israel. Este tipo de tecnologías, cada vez más avanzadas, permiten combatir la sequía incluso en las regiones más desérticas del mundo.

Es precisamente en Cataluña, una de las comunidades autónomas más afectadas por la sequía en España, donde nació una empresa que saca agua del aire. Se trata de Kumulus Water, firma que por ahora comercializa su producto en Europa y el Norte de África y ya prepara su expansión a Oriente Próximo.

Expansión a Arabia Saudí

Detrás de este ingenio está Mohamed Ali Ben Jemaa, un empresario originario de Túnez, criado en Francia y afincado en Barcelona. Su compañía está presente en los tres países, donde cuenta con clientes de tamaño considerable como Seat, MSC Cruceros o Sanofi, pero planea aterrizar en dos mercados más el próximo año: primero Marruecos y, a mediados de 2025, Arabia Saudí.

«En el último año hemos comercializado 80 unidades de producto con un valor de contrato de 800.000 euros», señala Ben Jemaa a THE OBJECTIVE. «Tenemos un equipo de ingeniería en Túnez, doctorandos de calidad agua en París, donde colaboramos con varias universidades que tienen infraestructura y una unidad de business development en Barcelona», explica el empresario.

«Es una práctica muy ancestral, captar la humedad aire y usar la gravedad captada por tejidos en agua», asegura el fundador de Kumulus Water, que recuerda que hace siglos que este proceso es conocido y usado tanto en Latinoamérica como en el Mediterráneo. Se trata de «replicar» un proceso que ocurre de forma natural, ya que es «parecido al fenómeno de la lluvia, el aire condensado se enfría a altas alturas».

Sin embargo, el agua que se obtiene no es apta para el consumo humano, de modo que es necesario añadir hasta cuatro filtros para potabilizarla. El resultado genera al principio recelos, pero según Ben Jemaa, «cuando haces probar el agua, la opinión de la gente cambia», ya que, afirma, tiene «una composición mineral y un sabor parecido a aguas embotelladas como Solan de Cabras o Evian».

Con inversores de EEUU

El emprendedor ha contado con el apoyo de inversores para que el proyecto crezca. Inicialmente, la empresa, nacida en la incubadora de EAE Business School, lanzó una ronda de financiación de medio millón de euros que permitió elaborar un primer prototipo. Posteriormente, una segunda ronda permitió recaudar otros 1,2 millones de euros para acceder a grandes compañías interesadas en adquirir el producto. Kumulus Water es bien recibida principalmente en el sector industrial, aunque también en los hoteles sostenibles, conocidos como eco-resorts, o en las organizaciones sin ánimo de lucro. 

Finalmente, la firma tiene previsto lanzar una tercera ronda el año que viene para aumentar su escala. Por el momento cuenta con el respaldo de firmas de venture capital, business angels y family offices de Marruecos, Túnez y Estados Unidos. Su objetivo es incorporar en 2025 a inversores españoles y atraer a fondos de inversión orientados a la sostenibilidad medioambiental.

Al ser preguntado sobre si, de ser implantada a gran escala, esta tecnología podría provocar una mayor sequedad del clima, Ben Jemaa argumenta que el impacto con pequeños usos «es como un vaso agua en el océano». «Si se populariza, lo que hace es usar la humedad del aire, pero cuando le quitamos humedad al aire, lo estamos enfriando y el impacto sería positivo contra el calentamiento global», asevera.

Según Naciones Unidas (ONU), el 47% de la población mundial vivirá en regiones con estrés hídrico en 2030. En el Mediterráneo se estima que esta situación, que se produce cuando hay más demanda de agua que reservas, afectará a 160 millones de habitantes, de los cuales 20 se concentrarán en España.

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