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Edmundo González Urrutia: presidente legítimo

«El diplomático asegura que estará en su país el 10 de enero para jurar el cargo, pero no ha anunciado cómo llegará»

Edmundo González Urrutia: presidente legítimo

Ilustración de Alejandra Svriz.

La dictadura venezolana lo califica de «esperpento» y le sugiere al Gobierno de Pedro Sánchez que se lo quede de por vida toda vez que acaba de concederle el asilo político, que él solicitó una vez llegó a Madrid el pasado septiembre expulsado por las autoridades de su país. Edmundo González Urrutia (La Victoria, 1949) exhibe razones de peso para anunciar que tiene previsto regresar a Caracas antes del 10 de enero próximo, fecha del juramento presidencial. El fraude electoral de Nicolás Maduro en los comicios del pasado julio no lo cuestiona nadie; ni tan siquiera él oficiosamente. Pero el exsindicalista y sucesor de Hugo Chávez, de 62 años, en la presidencia desde 2013, se niega a dejar el poder y habla de intento de golpe de Estado orquestado por países extranjeros.

González, diplomático de carrera -fue embajador en Argelia y Argentina- pero dedicado a la vida académica desde 2002, no tenía previsto convertirse en el líder de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) como candidato a la presidencia de la nación. Ganó las primarias pero los líderes de la plataforma tuvieron antes que persuadirle durante muchas horas para convencerle a ser el oponente de Maduro, que dirige el país, antaño con las mayores reservas de petróleo mundiales, con mano de hierro. Más de 3.000 presos políticos, más de siete millones de personas huidas en los últimos años (la población no alcanza los 30 millones) ante la crisis económica gravísima, escasez alimentaria, falta de libertades y un futuro muy negro con apenas el apoyo de Cuba.

La primera candidata de MUD, María Corina Machado, exdiputada de la Asamblea Nacional, fue inhabilitada por el Consejo Nacional Electoral, lo cual obligó a buscar un relevo. En principio, se escogió a otra diputada, también desautorizada, y por fin se decidió que fuera González Urrutia el aspirante con poco entusiasmo al principio de su parte. Luego, durante la campaña electoral -el eslogan «Todo el mundo con Edmundo» caló entre la ciudadanía- se fue animando gracias al apoyo prestado por Corina Machado, la verdadera líder de la oposición, y a las encuestas, que auguraban la derrota de Maduro.

El dictador perdió ampliamente los comicios, si bien jamás reconoció los resultados. Los suyos le otorgaban una ventaja de unos 700.000 votos, pero el escrutinio paralelo de MUD así como los datos recopilados por la Fundación Carter fueron radicalmente diferentes. González Urrutia habría ganado ampliamente con cerca de siete millones de venezolanos votando a su favor, lo cual significa aproximadamente un 70% del electorado.

El Gobierno venezolano se negó desde el primer momento a hacer públicas las actas electorales que revelarían la derrota sin paliativos. La oposición conservó gran parte de las elaboradas por ella. La gran mayoría de los países latinoamericanos lo reclamaron a Caracas al igual que Estados Unidos y la Unión Europea. La UE, sin embargo, no reconoció explícitamente al líder de MUD como presidente electo y es a día de hoy que tampoco lo expresa de modo manifiesto. 

El Parlamento Europeo ha otorgado a González Urrutia y a Corina Machado el Premio Sájarov de defensa de los derechos humanos e instado a la UE a que sin ambages considere a aquel como el nuevo presidente de Venezuela. Estados Unidos e Italia respaldan a González Urrutia y varios países latinoamericanos empezando por Argentina, también. Casi 50 países suscribieron en octubre una declaración en la ONU de reconocimiento de la victoria del candidato opositor e instando a una negociación  para un proceso de transición democrática.

El ganador de los comicios no pretende hacer tabla rasa y se declara dispuesto al diálogo con el régimen para una salida pacífica de sus responsables. González Urrutia es un diplomático centrista, amante sobre todo del diálogo. De momento, Maduro no transige. Corina Machado, que en un futuro gobierno sería la vicepresidenta y la primera dirigente de facto, ha asegurado que le quedan pocos días al dictador, ganador por dos veces en las urnas, aunque de modo bastante fraudulento. El que fuera presidente del Parlamento y luego huido a España, Julio Borges, afirma que esta vez no sucederá como cuando Juan Guaidó fue proclamado presidente de la república bolivariana y al final se desinfló su peso pese a haber encontrado el respaldo de los países democráticos occidentales.

El Gobierno español ha tenido un papel cuando menos discutible en la crisis venezolana, y en ello ha influido la mediación de José Luis Rodríguez Zapatero, muy desprestigiado por la oposición, pues considera que desde que inició esa función en 2016 ha ido claramente decantándose a favor de la dictadura. Él habla de ser un facilitador: «Siempre ayudaré a ese país para que tenga futuro a través del diálogo y el consenso para una solución pacífica». La oposición considera al expresidente español un político falso que bajo un discurso hueco es comprensivo con el régimen chavista. El expresidente del Parlamento, Julio Borges, huido a España, declaró en Madrid que «Zapatero pasó de mediador a ser un gestor de los intereses de Maduro», quien le estaría beneficiando de su ayuda.

La salida en septiembre de González Urrutia de la embajada de España, donde estuvo varios días refugiado en la residencia del embajador, que acaba de jubilarse y ser sustituido por el jefe de gabinete del ministro de Cultura y líder de Sumar, Ernest Urtasun, fue todo lo menos diplomática posible.

La polémica vicepresidenta Delcy Rodríguez y su hermano presidente de la Asamblea, Jorge Rodríguez, entraron en la legación española y en una sala sin presencia del embajador, pero sí de un gran amigo de Zapatero, Eudoro González, coaccionaron al legítimo ganador con amenazas a él y su familia para que aceptara los resultados de la junta electoral que otorgaban la victoria a Maduro. González Urrutia firmó mientras era filmado y luego fue autorizado a abandonar el país en un avión de las fuerzas armadas españolas.

A los pocos días de llegar a Madrid, González Urrutia aseguró que el documento lo había firmado bajo coacción. Fue entonces cuando el Gobierno de Pedro Sánchez comenzó a exigir a Maduro que hiciera pública las actas electorales, lo cual el régimen venezolano no ha hecho ni va a hacer. Sánchez sufrió una derrota cuando el PP logró sacar adelante en el Congreso primero y luego en el Senado una propuesta no de ley reconociendo al líder opositor como ganador y presidente legítimo de Venezuela.

Quedan poco más de diez días para la fecha del juramento presidencial. González Urrutia ya ha dicho que estará en su país ese día, pero que no tiene previsto anunciar cuándo ni cómo llegará. Tal vez quiere ser precavido y recuerde lo que le sucedió hace 40 años al líder de la oposición filipina, Benigno Aquino, tiroteado mortalmente en el aeropuerto de Manila. El expresidente Felipe González ha pedido al Gobierno español que encabece una iniciativa europea que posibilite el regreso pacífico del ganador de los comicios: «Los mismos que lo trajeron a España, si lo desean, lo lleven a Caracas. Yo estoy dispuesto a acompañarlo». Andrés Pastrana, exmandatario de Colombia, está tratando de reunir una nutrida representación de exlíderes latinoamericanos para acompañar a González Urrutia a Venezuela, en la línea de lo expresado por Felipe González.

Quizá nunca como ahora ha estado tan cerca el final de la dictadura de Maduro, pero si consigue resistir y no hay consenso claro entre los países democráticos, puede ganar tiempo y continuar ejerciendo la dictadura.

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