Antonio Naranjo: «Pedro Sánchez no llega al verano»
El mediático periodista visita El purgatorio: «En España no gobierna un acuerdo, gobierna un negocio»
Hace tiempo que Antonio Naranjo (Madrid, 1971) está de moda. Uno de los tertulianos que más minutos ocupa en televisión, y pese a sus múltiples bolos frente a la pantalla, no deja de hacer radio con Carlos Herrera todas las mañanas. Amante de Alcalá de Henares, el periodista sigue creyendo en este oficio de contarle al mundo lo que pasa, de denunciar ante la gente lo que los poderosos hacen. Sobre Trump, Sánchez, feminismo radical, activismo woke, la mala gestión de la oposición o la corrupción institucionalizada…
PREGUNTA.- ¿Qué debe tener un buen tertuliano?
RESPUESTA.- Pues mira, dos cosas básicas que no abundan, y en este orden: decencia intelectual y conocimientos. Ya las dos cosas combinadas son la leche, pero no abundan mucho en este mundo de consignas, de militancias y de ignorancia, porque la gente habla de cosas que no sabe. Eso está bien en un bar, pero cuando te pones delante de una cámara, delante de un micrófono, en un periódico a escribir, creo que tienes la obligación de conocer al menos las cosas de las que hablas. Y ahora ya eso ha dejado de contar.
P.- ¿Qué falta más, la decencia o el conocimiento?
R.- Suelen ir parejas, si tienes decencia adquieres los conocimientos y si adquieres los conocimientos es porque has tenido decencia. Y creo que faltan, pero incluso en gente que las tiene, a veces se arrinconan porque hay un bien mayor a proteger en esta guerra de trincheras ideológicas y de intereses económicos que hacen que se escondan incluso en las personas que tienen virtudes, pero no son imprescindibles. Y hay mucha gente que llega a las tertulias por su estricta militancia como yo no lo he visto nunca, y llevo unos cuantos años en esto.
P.- ¿El fenómeno de los activistas de un partido en tertulias está en su momento de mayor auge? ¿Los partidos están más que nunca dentro de las tertulias?
R.- En realidad el activismo está extendido en la sociedad y además hay una parte buena de esto. Es decir, no hay ninguna marca, da igual que sea personal, comercial, política, institucional, corporativa, empresarial, individual, que pueda prosperar y sobrevivir en la jungla si no se considera a sí misma activista. La cuestión está en a qué dedicas ese activismo, si es un activismo, por ejemplo, en la defensa del Estado de derecho, de la democracia, de la igualdad, en fin, de la razón, pues es un activismo razonable. El problema del activismo no es ese, el problema del activismo es cuando se recubre de falso periodismo y se dedica a causas innobles o peor aún, a tapar las evidencias de los bochornosos escándalos y sinvergonzonerías que vivimos. O sea el activismo no es malo, otra cosa es cómo se combina con el periodismo.
P.- ¿A usted alguna vez le han intentado colocar un argumentario?
R.-Siempre lo digo: yo quiero los argumentarios de todo el mundo, a mí no me sobran los argumentarios, los quiero todos. Es que me da igual, como si es de la Iglesia de adoradores del diablo, yo lo quiero tener. Lo que quiero tener es muchos argumentarios para conformarme luego mi opinión y coger mis propias fuentes que no tienen por qué ser solo personas, sino simplemente lecturas y documentos para llegar a mis conclusiones. El problema es la gente que solo recibe un argumentario, no tiene uno propio y además no busca ninguno más, y de esos hay muchos. Veo a gente leyendo literalmente sobre la marcha en una tertulia, ahí disimulando muy mal, porque disimulan muy mal, lo que les ha pasado el Partido Socialista o el PP o el que sea. Eso es bastante vergonzoso.
P.- ¿Algún nombre?
R.- No, es que no hace falta, porque son tantos que cualquiera es capaz de adivinarlos. Pero veo a mucha gente últimamente en las tertulias, además va gente que no tiene ni siquiera un pasado en este oficio y aparece por arte de magia, aunque luego, por lo visto son invitados a los cócteles de Navidad en La Moncloa. No sé si establecer una causa efecto entre esa sorprendente irrupción y el hecho de que sean invitados por las personas que tal vez les han patrocinado.
P.- Hay que valer para ello.
R.- Bueno, sí. Hay que tener una mezcla de poco estómago y luego supongo que de necesidades alimentarias, claro.
P.- ¿Para qué sirve una tertulia o para qué debería servir? ¿Se cumple la misión para lo que están pensadas las tertulias?
R.- No, creo que no se cumple muchas veces, pero yo, de verdad, me sigo creyendo mucho mi oficio, me sigo creyendo mucho la necesidad de analizar las cosas y de contárselas honestamente a la gente. Y a pesar del ruido que se generan de los intereses partidistas, de la propia agenda mediática que elige los temas y los enfoques de una manera a menudo bastante lamentable, sigo creyendo que vale de mucho que explicarle a la gente que está pasando en Estados Unidos con Trump, cuáles son los movimientos geopolíticos que hay, qué significa no aprobar unos Presupuestos Generales del Estado, que significa que el presidente del Gobierno asalte Telefónica y nombre a un hombre del PSOE para dirigirla…
Me parece que intentar decirle a la gente algo más de lo que los propios partidos políticos dicen, que básicamente son mantras para resumir cosas muy complejas de una manera muy simple y con arreglo a los intereses que tienen, claro que es importante. Sigo creyendo en el periodismo, aunque las tertulias muy a menudo no sean la mejor de sus expresiones.
P.- Hablando de periodismo, me consta que sigues El purgatorio y sigues a THE OBJECTIVE.
R.- Sí, lo sigo. Además lo sigo porque me parece que ahora hay que defender a los medios de comunicación que con sus errores intentan contar la verdad. Esto, que parece una obviedad, no es tan habitual y sobre todo hay que hacerlo cuando en las trincheras fundamentalmente gubernamentales, resuelven todo acusándole de inventar bulos, de ser una máquina del fango o incluso insultándolos, como hacen con la cabecera vuestra en realidad para inmortalizaros porque eso del ‘ojete’ como publicidad está bien.
P.- Es publicidad gratis.
R.- Y creo que hay que pelear duramente por la libertad de información en este país, que está mucho más amenazada de lo que nos pensamos, porque se está asentando en la gente que todo aquello que no le gusta o no le viene bien al poder es necesariamente mentira y no hace ni siquiera el más mínimo intento de determinar con sus propios ojos si lo que está leyendo, viendo o escuchando, pues a lo mejor es verdad, aunque contradiga sus prejuicios e intereses.
P.- Es que eso que dice me recuerda a algo que pasó hace poco. En Espejo Público, estaba Gonzalo Miró hablando sobre el fiscal general, diciendo más o menos que no se sabe si él filtró, defendiendo una postura cercana al Gobierno, y entonces Juan Soto Ivars, en momento sublime, le dijo «Ojalá gobernase el PP para que lo entendieras, compadre».
R.- Sabes lo que pasa, que los que ellos consideran de derechas o de extrema derecha, yo no los he visto nunca de manera tan abrumadora y mayoritaria defender cosas indefendibles. No recuerdo a nadie defendiendo ardorosamente lo que hizo Urdangarín, ni tampoco lo que lo malo que hizo el rey Juan Carlos, ni la Gürtel ni la Púnica, lo que recuerdo son los medios que ahora dicen que son de derechas, revelando los papeles de Bárcenas, contando con detalles casos de corrupción que afectaban al gobierno del PP y en todo caso, defendiendo que eso merecía una respuesta jurídica, mediática y política, pero no se pudiera convertir en una excusa para derribar gobiernos por parte de perdedores coaligados en un contubernio tan lamentable como el que gobierna ahora España.
No he visto en la izquierda mediática nunca algo así, no recuerdo haber defendido nunca nada indefendible. Me puede haber parecido mejor o peor, más grave o menos grave, pero defender algo indefendible no. Aquí las mismas personas que condenábamos aquello de “rodea el Congreso” cuando ganó Rajoy, que en realidad el original era “asalta el Congreso”, también denunciábamos y criticábamos lo que ha hecho el que ya es presidente de Estados Unidos, Donald Trump, incitando a una invasión del Capitolio. A los otros no, les parece que Trump es un peligro público, pero sin embargo, que ellos quemen el Congreso, lo rodeen de barricadas y digan literalmente que hay que deponer al gobierno ilegítimo y a la Jefatura de Estado, les parecía bien. Lo que pasa es que esa doble vara de medir les acabará pasando factura a ellos.

P.- Aquí hay medios de derechas que han dicho que Carlos Mazón debería dimitir.
R.- Yo lo he dicho desde el primer día.
P.- Tengo mis dudas de qué pasaría si fuera al revés, si Mazón, por ejemplo, fuera del PSOE.
R.- No sé cómo tienes dudas, vivimos en un país en el que Ayuso es la culpable de que mueran 7.300 personas en las residencias de ancianos en la pandemia, pero Sánchez no tiene nada que ver con que al menos haya 160.000 personas después de haber retrasado en la pandemia la adopción de medidas para poder celebrar el 8-M, y no es por el 8-M, es que para poder celebrar el 8-M se celebraron partidos de fútbol, mítines, carreras populares y el país permaneció abierto.
Bueno, pues esas mismas personas que dicen que 7.000, qué escándalo, son incapaces de preguntarse por qué este hombre retrasó las medidas, por qué mintió con un comité de expertos, por qué mintió con que se iba a hacer una auditoría. Y por supuesto, también mienten con respecto a la mortalidad, que les preocupa mucho si es de Madrid, pero no les preocupa nada si es del resto del país hasta el punto de que ni siquiera sabemos a estas alturas cuántas personas murieron de covid en España.
P.- Como seguidor de este espacio ya sabrá entonces que siempre preguntamos a los invitados por su relación con la fe, ¿cuál es la suya?
R.- Yo siempre tengo fe. Fe en general, también tengo la fe cristiana. Pero es que hay que tener fe en algo siempre, si no estás vacío, si no eres como Pedro Sánchez, que en realidad no cree en nada, hay que creer en todo lo que se pueda, que luego la vida ya te pone en tu sitio. Pero si lo hicieran bien, todo el mundo sería cristiano y socialista.
Cristiano porque te garantizan la posteridad y yo creo que para cualquiera está fenomenal saber que si te mueres vas a un sitio mejor y luego socialista porque te promete la igualdad. Entonces qué mejor que decir «oiga, haga lo que yo haga, voy a tener unos estándares de igualdad». ¿Qué deben de hacer mal ambos, aunque en este caso creo que ahora mismo más el socialismo que el cristianismo, para que dos productos que cualquiera querría comprar, algunos lo rechazan? Yo solo rechazo uno de ellos.
P.- Estamos en la primera semana del nuevo mandato de Trump en EEUU, ¿qué te dice su figura y qué te sale decir de este regreso al poder?
R.- Para empezar, esto de despreciar sistemáticamente de un brochazo a los votantes que han hecho que Trump sea presidente o que lo sea Meloni en Italia, o que votan a partidos que no cumplen los parámetros convencionales en Francia, en Alemania, en Austria, casi en cualquier país, también en España, ya me parece de antemano lamentable. Es decir, no se puede analizar fenómenos de masas haciendo una caricatura despectiva de quienes los impulsan y de quienes los encabezan. Con lo cual, ya de entrada, a mí la caricatura grotesca de Trump por las mismas personas que luego convierten el trumpismo de Pedro Sánchez en una suerte de progresismo mágico, no. Y luego para salir, Trump es un síntoma y un indicio potente de que algo está cambiando desde hace mucho tiempo y más va a cambiar en la política. Y eso tiene una parte buena y una parte mala.
¿Cuál es la parte mala? Pues que descubrimos que el populismo no distingue de límites ideológicos ni geográficos y que se puede practicar en cualquier espacio electoral del mundo, del mundo democrático. Pero se puede practicar y eso no es bueno, porque los problemas complejos no pueden tener nunca soluciones tan sencillas.
Pero tiene una parte buena y es que agita el tablero de la política y supera un montón de mantras instalados en el discurso político, a veces a derecha e izquierda, que mantienen agendas, que producen estropicios y que niegan la realidad. Es decir, cuando tú ves que la política europea, por ejemplo, mira para otro lado con los efectos de la inmigración, no tiene ningún problema en silenciar las evidentes consecuencias de la falta de defensa que tiene el continente o del impacto cultural que tiene el asentamiento de millones de personas de otros países donde los valores democráticos no son los mismos.
«Sánchez es el sheriff en España, gracias a que la placa se la dan los delincuentes»
Cuando además por razones supuestamente ecológicas, que son en realidad ideológicas, se cargan el sector primario, la ganadería, la pesca, la agricultura, y no sabemos muy bien en qué se sustituye, porque ni la investigación y la tecnología puntera ni la industria están en su mejor momento. Tú ves que además aplican una agenda delirante en la que simplemente saber dónde hay un hombre y una mujer se convierte en algo agresivo porque se impone el criterio de que hasta el sexo puede ser algo fluido y que tú puedes ser lo que quieras por el mero hecho de sentirlo. Cuando pasa todo eso y ves que aparecen políticos que no tienen miedo a decir «no, vamos a hablar de lo importante, vamos a intentar poner soluciones prácticas para problemas que ustedes sienten aunque la agenda de sus políticos vaya por otros lados».
Esa parte me parece muy interesante. También me la pareció con Podemos, la irrupción de Podemos para agitar un poco tenía una mínima parte interesante y era que obligaba a los demás a hablar y resolver temas en los que no estaban cómodos a la hora de entrar. Pero en este caso, la conjunción de Meloni, de Trump, de Milei, sí que me parece que toca una cosa que es crucial y que yo creo que es uno de los grandes problemas que tenemos todas las sociedades modernas.
Y es el propio papel de la Administración en el progreso económico y la organización social y en las libertades de una sociedad. Yo no voy a ser el que diga que Trump, Milei y Meloni son un peligro público cuando lo que lo están denunciando sí que han demostrado ya muchas veces ser un peligro público para la convivencia, el derecho a la democracia y las libertades.
P.- El CIS señalaba hace unos meses que la inmigración era considerada por los españoles como el principal problema del país, ¿La inmigración sigue siendo un gran tabú en los medios, en las grandes tertulias, en los partidos?
R.- Algo hemos avanzado en un sentido: cosas por las que antes te cancelaban si te atrevías a decirlas sobre el movimiento LGTBI o sobre la identidad de género, sobre la inmigración, la seguridad, sobre el impacto de la delincuencia de la inmigración irregular, sobre la mujer y el concepto de igualdad; cualquier cosa, por razonable que fuera, que en esos ámbitos plantearas o simplemente tuvieses una duda o un enfoque alternativo y no suscribieras el discurso oficial, te daba problemas. En mi caso, yo he dicho lo que he querido siempre porque creo que sé razonarlo sin ofender a nadie, pero ahora no, ahora ya en ese sentido algo hemos avanzado.
Y es que la famosa agenda woke no es hegemónica y se puede y se debe responder. Creo que eso obedece también a que esos líderes políticos de los que hablo a veces a brochazos, no tienen problemas en entrar en ello. Sí, se puede hablar de inmigración, pero es que además se debe, porque cuando la política no entra en la sociedad es cuando traduce y a veces de manera equivocada esos fenómenos y los convierte solo en un problema, cuando a lo mejor también son una oportunidad bien gestionados. Entonces, esa parte ya está derrotada. Se puede y se debe hablar de todo lo que no se puede es hablar de cualquier manera.
«Feijóo será, si llega, mejor presidente que jefe de la oposición»
Entonces, claro que hay que hablar del impacto de la inmigración y por supuesto, del impacto de la inmigración irregular. Hay que hablar y hay que hablar de cómo afecta eso al espacio de mayor progreso que ha alumbrado la humanidad, que es Europa. ¿Cómo no vamos a hablar si a ti o a mí, hay un coro rociero de políticos y políticas que dirían ellos, que poco menos que nos señalan como si fuésemos portadores de un pecado original por el mero hecho de ser blancos, heterosexuales y occidentales? No tienen ningún problema en darnos la turra ¿Cómo no vamos a hablar de los varones que por proceder de culturas en las que la mujer juega un papel secundario, está a sus órdenes, les tapan la cara y les dan instrucciones?
¿Cómo no vamos a hablar del impacto que eso tiene en nuestro espacio y cómo no vamos a hablar de las medidas educativas que ellos necesitan? Ya se ha acabado ese monopolio de que al que no le necesita le doy la brasa y al que lo necesita me callo, no vaya a ser que me llamen racista. Hay que tener valor y decencia para defender algo muy importante que son los estándares democráticos de libertad, de igualdad y de prosperidad que tiene Europa. Y no debería haber ningún problema en pedirle a cualquiera que quiera integrarse en ellos, aquí está abierta la puerta, pero no podemos reducir esos estándares por un falso multiculturalismo.
P.- Sobre Sánchez y su mandato, que va camino de siete años, surgen muchas preguntas, pero quiero irme a la oposición, ¿Qué han hecho mal?, ¿Qué ha hecho mal el Partido Popular? ¿Qué ha hecho mal Vox o qué les ha faltado hacer para conquistar de manera contundente el voto de la ciudadanía?
R.- Las elecciones al final se dirimen por una mezcla del voto que ponen los ciudadanos, pero también por una especie de ciencia electoral que te permite saber si con la ley d’hont en la mano y la división de España en circunscripciones donde sería conveniente que unieras fuerzas donde te retiraras para que tus votos tengan una traducción en escaños. Cuando el último CIS auténtico, no el Centro de intoxicaciones de Sánchez que lleva ahora Tezanos, si no el original, que era un gran instituto sociológico, dejó escrito que la diferencia más o menos entre los bloques del centro derecha y el centro izquierda en España era de unos cinco puntos.
Es decir, de mayoría absoluta abrumadora, a favor del centro derecha, en el momento de la moción de censura. En ese momento, Pedro Sánchez, que ha perdido dos elecciones generales en seis meses y que le van a echar del PSOE, se saca de la chistera una moción de censura espuria para juntarse con las mismas personas a las que les acusaba de querer traer Venezuela a España o de ponerles un 155 por dar golpes de Estado institucionales, se junta con ellos para abordar y asaltar el poder.
Bien, pues desde entonces, en lo que ha fallado el centroderecha es, primero, en tener un relato alternativo firme. Segundo, no tener miedo, denunciar los abusos y llevarlos hasta el final que estaba perpetrando un gobierno que estaba ya contaminado de origen por la naturaleza de sus alianzas. Y tercero, decir que están muy preocupados por España, pero nunca lo suficiente como para olvidarse de sus intereses gremiales y buscar fórmulas que hicieran que la traducción del voto en escaños fuera mejor. Entonces no han estado a la altura, es difícil, la oposición desgasta mucho. Es normal cuando compites por un espacio electoral en el que hay coincidencias que pienses intereses gremiales, pero no han sabido anteponer lo que decían que era más importante, que era ofrecer una alternativa y frenar a un gobierno que es un contubernio de intereses nefandos y de cambalaches comerciales.
P.- ¿Usted ve a Feijóo como presidente del Gobierno?
R.- Sí, pero para empezar, hay una contradicción entre quejarnos del ruido atmosférico que hay en las tertulias o en la calle, de los brochazos, de la agresividad, de la polarización y luego recriminarle a un jefe de la oposición que se comporte como un adulto, es decir, que no sea a lo mejor muy brillante en el latigazo ni en la frase gruesa, pero sí lo sea en las políticas que propone y en la actitud personal que mantiene.
No voy a penalizar nunca a un candidato que prefiere utilizar la cabeza que los testículos. Y creo que Feijóo será seguramente mejor presidente que el jefe de la oposición, si consigue serlo. Pero es un adulto en una habitación, que es la política española en la que entras y parece el cuarto de tu hijo de 15 años cuando te has ido un fin de semana y vuelves y allí huele a tigre y está todo por los suelos, que hay que abrir la ventana. Esa es la política de Sánchez, el cuarto de un quinceañero que cuando llegas u oreas eso o se queda el olor a intenso.

P.- ¿Pero debería jugar con sus mismas reglas?
R.- No es tanto las mismas reglas, que de vez en cuando darse un gustazo está bien, lo que sí que creo es que debería apurar todos los mecanismos que aún tiene el Estado de derecho para responder a la escalada antidemocrática que encarna de manera estructural Pedro Sánchez. Y le veo a veces que tiene dudas de explorar todo lo que el Senado, todo lo que el Congreso, todo lo que los juzgados, todo lo que Europa le permite para defenderse de una manera seria y solvente de la hoja de ruta predemocrática que a Sánchez o le gusta o no le queda más remedio que imponer por la naturaleza de sus socios.
O sea, Pedro Sánchez es el sheriff en España, gracias a que la placa se la dan los delincuentes y solamente le permiten ser el sheriff si lo que hace es olvidarse de la ley cuando los forajidos se lo piden o cambiarla para adaptarse a los objetivos que ellos tienen. En España no gobierna un acuerdo, gobierna un negocio y es un caso de corrupción, el peor de los que hay.
¿Qué diferencia hay entre llevar un maletín con millones de euros para que te recalifiquen un terreno, la corrupción clásica, o llevar al extranjero, que esto es un caso único en el mundo, un maletín lleno de amnistías, cupos, financiación, reformas del Código Penal. E incluso a lo mejor hasta un referéndum a cambio de que te pongan de presidente del Gobierno, te estás comprando algo que los ciudadanos no te han dado, apelando a una inexistente mayoría social para tapar que tú no tienes un gobierno, tienes un negocio.
P.- ¿Le sigue funcionando al Gobierno el miedo a la extrema derecha?
R.- No, yo creo que el relato de la extrema derecha y el relato del fascismo, y la propia agenda cultural están más que derrotadas y producen incluso hilaridad. O sea, por ejemplo, ahora la francolimpiada o el carnaval franquista ha sido recibido con memes, ha sido recibido con chistes, con canciones y con vaciles. Por eso tenemos una obligación los medios de comunicación, los periodistas les explicamos a nuestra manera, que nos podemos equivocar, cómo se puede responder sin sentirte mal a esto de la ideología de género que es una industria y a la Agenda 2030 con lo que supone, ello le anima a la gente también a tener esos discursos y hace más difícil mantener ese tipo de relatos.
Lo de la ultraderecha no se lo cree nadie, pero sin embargo, Sánchez sí que le permite buscar un espacio en el mundo que ahora se va a reforzar para bien de él a lo mejor, pero para mal de España, intentando convertirse en Súper Sánchez, el héroe antifascista que pelea con Trump, con Milei, con Meloni y ya veremos si con Von der Leyen. Porque lo que no tiene sentido es que ese tipo de relatos chuscos de Sánchez encuentren en la Comisión Europea un apoyo, porque quizá tenemos también una presidenta de la Comisión Europea que es un desastre, que no está preparada bajo ningún concepto para atender los desafíos que tiene Europa en este momento.
P.- Recordada hace un tiempo el inicio de la era Sánchez, aquel llamado gobierno bonito. Y los casos de dimisión que hubo, el de Máxim Huerta por el fraude al fisco, o la ministra de Sanidad, Carmen Montón, por el escándalo de su master. Visto con perspectiva, lo que sí se ha demostrado es que el umbral del dolor ha aumentado, es decir, lo que antes no podía parecer una gran polémica, hoy ya no. La sociedad española ha tragado con mucho e incluso, hay quien dirá, estando el fiscal imputado, «es que es de los míos».
R.- Lo que creo que hay es una cobertura mediática atroz de medios de comunicación al servicio de ese discurso que tú acabas de decir. Una cobertura que es la que genera en la gente muchas veces la sensación de que como no puedo protestar no se me va a escuchar o no tengo cómo encauzarlo, parece que no me importa, pero sí me importa. Y sí que creo que a la gente le importa lo del fiscal general del Estado, lo del hermano director de orquesta en Badajoz, lo de Begoña Gómez, lo de Koldo, lo de la anulación de los ERE, lo del asalto al Tribunal Constitucional.
Pero lo que no encuentra es la manera a veces de dirigirlo y que valga de algo, porque la política tiene sus caminos y porque luego, insisto, la cobertura de medios de comunicación dispuestos a que si un día graban a Pedro Sánchez atropellando en un paso de cebra a una señora y le graban bajándose del coche para quitarle la cartera y la medalla con la Purísima, van a decir «algo habrá hecho esta señora», y van a poner el dedo sobre esa señora culpándola de lo que Pedro Sánchez ha hecho.
Cuando tienes medios de comunicación y periodistas dispuestos a eso, a que sí pillan a Pedro Sánchez con las manos en la masa, la culpa sea de su víctima y no de él, pues es difícil que parezca que tienen consecuencias los excesos que comete, pero sí los tienen. Lo que pasa es que se va a demorar el castigo y el castigo va a ser superior. De hecho, yo estoy convencido de que Pedro Sánchez no llega verano.
«Da igual Irene Montero o Yolanda Díaz, el problema es que la izquierda radical ya la representa Pedro Sánchez»
P.- ¿Sí? Verano de 2025.
R.- Sí, estoy convencido y te lo explico. La agresividad sin precedentes contra la justicia y contra la prensa crítica es un acto de desesperación que lo completa primero con un relato muy atroz, muy agresivo, y luego con unos intentos de reformas legales para, en realidad, silenciar a los jueces y a la prensa crítica. Y eso es un acto de desesperación que le llega cuando el Tribunal Supremo, la UCO y unos cuantos medios de comunicación, entre los cuales está el vuestro y en los que yo trabajo, ya han llegado lo suficientemente lejos y creo que saben el desenlace. Y ese desenlace va a reflejar una corrupción tan sistémica que, unida a los escándalos institucionales y de corrupción ordinaria que vemos y llamo corrupción también aprobar una amnistía, van a hacer inviable que Pedro Sánchez haga otra cosa que no sea dimitir.
Porque la otra opción es que el Tribunal Supremo acabe pidiendo el suplicatorio de Pedro Sánchez y Sánchez por ese mismo miedo del que hablamos se niegue a concederlo, lo cual generaría una situación muy cercana a un golpe de Estado. Si el Tribunal Supremo quieren encausar al presidente del Gobierno y el presidente del Gobierno utiliza su mayoría parlamentaria, la mayoría de los hermanos Dalton, pero mayoría, para negarlo, se crearía un precedente de insurgencia ante los poderes del Estado. Y Pedro Sánchez ya ha ido constituyendo con un relato según el cual si los jueces hacen eso es porque hay una conspiración, un lawfare aliado con la ultraderecha internacional y con los periodistas de la fachosfera.
El ruido va a ser tan ensordecedor que, aunque le veo a Pedro Sánchez negándose a conceder el suplicatorio, no va a poder resistir con uno de sus trucos baratos de prestidigitador de segunda fila, la evidencia documental de los desperfectos y corrupciones que caracterizan a él desde el punto de vista político, a su entorno familiar y a su Gobierno. Va a ser de una magnitud tal que ni él mismo, con toda la pomada y con todo el dinero que vaya soltando a muchos medios para que se callen, va a poder frenarlo. Por eso creo que tal y como van las pesquisas en distintos juzgados, Pedro Sánchez no va a llegar al verano.
P.- Siempre pienso que hay que tener cuidado con los pronósticos, a Sánchez se le ha dado por muerto muchas veces.
R.- No, si lo que intento es aplicar la lógica viendo los distintos sumarios, los casos, las instrucciones y la valentía del Supremo, la valentía del juez Peinado, la decencia de la UCO y la decencia de cuatro o cinco medios de comunicación. Y viendo la solvencia de las acusaciones, creo que solo falta ya un último eslabón de la cadena. Sí, y creo que ese eslabón de esa cadena de corrupción va a llegar.
P.- Le he escuchado preocupado por la polarización en España, por la división entre bandos, le haré una pregunta contra la polarización. ¿Qué políticos del PSOE le merecen respeto intelectual?
R.- Pues tengo que pensarlo. No tengo ningún problema en mirar para atrás y encontrar muchos, a mí me gustaba mucho Ramón Jáuregui, Joaquín Leguina. Me gusta lo que dice y hace Felipe González ahora, lo que dice Alfonso Guerra, José Luis Corcuera, lo que dice mucha gente de izquierdas.
P.- ¿Y del PSOE actual?
R.- En el gobierno nadie, porque son solamente operarios de un patrón que no admite disensos y solo quiere lealtades inquebrantables y el propio partido ha dejado de existir. Si lo más decente que hay es García-Page y en realidad García-Page jamás ha llevado sus diferencias con Pedro Sánchez a un terreno de confrontación real institucional. Es decir, la Junta de Comunidad de Castilla-La Mancha ha votado lo mismo que quería Sánchez y los diputados castellano manchegos todos, hasta su mano derecha, han votado las amnistías, la reforma del Código Penal y lo que haga falta, pues me cuesta encontrarlos. Hay que diferenciar entre el PSOE y la gente de izquierdas. La gente de izquierdas decentes no creo que esté muy contenta con lo que hace el PSOE y cada vez lo vemos más.

P.- Una de Podemos. ¿La idea principal del partido es que Irene Montero vuelva a la primera línea política, o sea, se convierta en la candidata al Congreso de las próximas elecciones?
R.- Esa siempre ha sido su idea. Yolanda Díaz es un invento de Pablo Iglesias cuando considera que él ya no puede encabezar lo e Irene Montero está igual de achicharrada y para hacer tiempo a ver si consiguen recuperar el control de todo eso, se inventan a una señora que ha fracasado sistemáticamente en todas las elecciones a las que ha ido por Izquierda Unida y a la que le dan en realidad a dedo el liderazgo de un proyecto y una vicepresidencia y que ella les devuelve ese ejercicio de generosidad interesada, apuñalándolo en la espalda y siguiendo las instrucciones de Pedro Sánchez para acabar con Podemos.
Y en esto es más indecente Yolanda Díaz que Pablo Iglesias, porque al fin y al cabo, lo que Pablo Iglesias construye a mí me parece un horror, pero lo construye con sus méritos personales. Yolanda Díaz es una paracaidista que lo mismo le da ocho que ochenta y acepta ese nombramiento para luego matar a sus promotores. Cosa que también hace Pedro Sánchez, que le debió la presidencia a Pablo Iglesias y luego no duda en ejecutarlo. Pero eso siempre ha sido el proyecto.
Entonces, claro que ahora el proyecto es resucitar Podemos a través de Irene Montero, que bueno, pues es lo que hay. Siempre tiene que haber un representante de la izquierda radical en este país. El problema no es que lo sean Irene Montero o Yolanda Díaz, sino que es Pablo Iglesias con más colonia y mejor peinada. El problema es que la izquierda radical de este país ya la representa Pedro Sánchez. Entonces, estos son comparsas, atrezo de una función en la que la única supervivencia de Pedro Sánchez pasa por ser de extrema izquierda y aliarse con las extremas izquierdas nacionalistas que lo rodean.
P.- Por ir terminando, quiero recordar una de sus polémicas más sonadas, ¿cómo fue lo que pasó con una mujer llamada Julia Salander?
R.- Ah, bueno. La ingeniería social es una cosa bastante más grave de lo que parece; primero, porque es terriblemente censora y terriblemente puritana. Y segundo, porque además impulsa un negocio, es una industria. La industria de la ingeniería social la vemos. Y una de las ramas, están los fresadores, los carpinteros, y una de esas ramas es este tipo de feminismo alocado del que esta mujer, Julia Salander, es uno de las de los puntales. Ella fue la que mantuvo en público y todo el mundo callado, lo de que todos los hombres eran unos violadores potenciales. Y yo, para intentar explicarle simplemente la idiotez que acababa de decir, le dije que el hecho de que ella fuera una lerda no significaba que todas las Julias, ni todas las mujeres lo fueran. Es decir, que se puede ser tonta, sin que todas las mujeres se conviertan en tontas.
Igual que se puede ser un repugnante violador sin que todos los hombres lo seamos. Bueno, fue un ejercicio bastante celebrado que a mí me parece que no tiene pega ninguna, se lo volvería a decir. Es curioso cómo no tienen ningún problema en hacer causas generales contra una ideología, contra un sexo, que si lo cambiáramos a otros ámbitos y lo hicieras tú o cualquiera sobre los gitanos, sobre las mujeres, sobre los africanos, sobre los musulmanes, generaría un estropicio muy razonable.
Porque tú no puedes convertir los comportamientos individuales en las varas de medir de comunidades enteras, pues hay una excepción para estas señoras que son los hombres blancos heterosexuales. Que sí, en su caso tienen que estar pidiendo disculpas o demostrando que no son violadores, machistas u homófobos, o cualquiera de las fobias que están convirtiendo en otras partes más de esta industria de la que vivir y vivir muy bien.
P.- ¿Se arrepiente de algo dicho en una tertulia o expresado en una columna?
R.- Sí, claro, todos los días. Aunque no lo parezca a veces, soy una persona profundamente humanística y humanitaria. Y todo lo que hago bien, mal y regular, lo hago porque creo que tenemos una serie de obligaciones en nuestro país y obligaciones de que la cosa prospere y de reducir tensiones. Y seguramente no lo consigo siempre porque me ponen muy fácil a veces. pues que a lo mejor de una palabra de más y me ahorre una palabra de menos, pero intento de todas maneras saber sacar la pata. A mí no me importa meterla, lo que me importa es recordar que la puedo sacar y que no pasa nada. Con independencia de que te lo acepten.
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