The Objective
La semana por delante

 El decrépito que emula al farsante Al Gore

«Sánchez está rentabilizando la tragedia de las llamas después de estar bajo el Sol de Lanzarote»

 El decrépito que emula al farsante Al Gore

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, visita el Puesto de Mando Avanzado de Jarillas. | Carlos Criado / Europa Press / ContactoPhoto

¿Recuerdan al mayor farsante que haya habido nunca del cambio climático? Sí: se llamaba y se llama Al Gore, vicepresidente con Clinton (los «pájaros espinos» de Washington) que se quedó a solo 25 votos electorales de ser presidente de Estados Unidos. Bush jr. le comió la merienda y Gore, tan guapo él, tan caprichito de las nenas él, decidió, tras el fracaso, dejar la política y buscar un menester que le deparara más fama aún y dinero. Y lo encontró en el cambio climático: recorrió el mundo presentando, como una estrella de la radical CNN, su documental «La verdad inconveniente», convirtiendo a fanáticos del ecologismo fundamentalista en sus socios; él predicaba y ellos le seguían. Todo le iba bien al sujeto hasta que ¡vaya por Dios!, se le pusieron a investigar y le hallaron un agujero negro descomunal: él, apóstol del cambio climático que exigía al Universo Mundo un cambio radical en su comportamiento, resultó que en su mansión, mejor dicho en su finca de Carthage, Tenesse, él, Al Gore, consumía a diario una energía sin parangón, abusiva; o sea, en todo el Estado gastaba más que nadie en luz, gas y asociados. El mundo se le tiró a la carótida la semana misma en que Gore se disponía a acreditar en Europa una Comisión planetaria para luchar contra el derroche y, desde luego, el consumo desaforado de energía que, en sus palabras antes de ser detectado, «nos lleva al suicidio de la Humanidad».

Por tanto, la Comisión se quedó en nada, como se va a quedar la que ha prometido Sánchez en una de sus estancias episódicas a la fuerza en los fuegos que nos devoran. Ya saben que en todas partes las comisiones tienen una fama fatal; se las cargó Napoleón Bonaparte I cuando dejó dicho que «Si quieres que algo se demore eternamente, crea una Comisión». A lo mejor, la sentencia no es de Napoleón porque ya se sabe que en la Tierra cada vez que una frase cae bien, tiene su aquel, se la atribuyen al emperador francés, a Churchill, que se las apropiaba con un desahogo escalofriante, o más recientemente al italiano Andreotti, un golferas de la política que cada vez que mentía se santiguaba. Sánchez no lo hace porque la señal de la cruz no es un signo progre. Él no llega al punto de lo que ocurría, nada menos que en 225 checas en Madrid —según ha contado algún superviviente, de nuestros Auschwitz de la Guerra Civil— donde se impedía que los próximos asesinados proclamaran su fe públicamente.

Sánchez ha prometido para esta misma semana que está fundando una Comisión Interministerial para luchar contra los fuegos próximos. ¡Qué más le ha dado a él que tal Comisión cumpla ya doce años! Él está rentabilizando la tragedia de las llamas después de estar bajo el Sol de Lanzarote no menos de quince días, ignorando la magnitud de la catástrofe en todo el Noroeste español. Para Sánchez y otros decrépitos de su banda la culpa siempre es de los otros: de la Dana, el pobre Mazón; del Apagón las desmesuradas y capitalistas Eléctricas; del fuego las comunidades del PP que, por cierto, han anunciado para esta misma semana muy sustanciosas cantidades de dinero para paliar la hecatombe. Rueda, el presidente gallego ha presupuestado ya más de 100 millones de euros y otro tanto hará su colega de cargo y partido, el salmantino Mañueco. Correrán tiempo estas facturas a pagar con la presencia de tres ministros Robles, que cada se parece más con sus regañinas a la teresiana que dejaba a sus alumnas sin chocolate; el pequeño Bolaños, a la vera misma de superar a su patrón en el arte primoroso del embuste; y Marlaska, al que ya detestan hasta en el llamado colectivo gay. Acudirán al Senado para explicar qué han hecho ellos para combatir la hecatombe, un supuesto trabajo del que no encuentra noticia ni siquiera en los medios de información extranjeros que sí se hacen lenguas de la inepcia de este Gobierno leninista. A ver qué se les ocurre.

Con esta apertura de la Cámara Alta quedará reinaugurado el año político que, realmente, no ha estado cerrado en todo agosto. Ya denunciamos aquí que ETA había vuelto a reaparecer a cara descubierta en el País Vasco y Navarra, celebrando unas centenas de homenajes a los asesinos más crueles de la Historia. Esta semana seguiremos en las mismas después de que Bibao haya sido escenario de una manifestación para aplaudir a criminales de la talla de Garcia Gaztelu, alias «Txapote», uno de los pocos que aún quedan presos, o sea, presos, en una cárcel. Son apenas cincuenta y todos han recibido apoyos —lo recibirán en estos días también— en las choznas, barracas, que SARE, ETA para qué disimular, ha instalado en las fiestas de los pueblos vascongados. En Bilbao, la concentración se ha celebrado gracias al entusiasmo del alcalde Aburto, sí, este tipo que no quiere que «Euskadi se convierta en ningún pueblo del Sur de España». Quizá es solo un paleto, aunque mejor le cuadra una más dura denominación: miserable: o ¿no sabe que Andalucía fue la región de España que más cadáveres recibió en los años de plomo de la banda terrorista ETA? Y un apunte que no se quede fuera de esta crónica: ¿Cómo es posible que el juez Ismael Moreno de la Audiencia Nacional haya autorizado el «clinic» terrorista de Bilbao? A veces hasta los jueces nos fallan estrepitosamente.

Esta semana que comienza se dibuja ya el panorama aterrador que le aguarda a Sánchez, colega del estafador Gore, apenas aterrizado en Madrid. Por cierto: ¿Cuánta energía gasta este hombre cada vez que sale de la Moncloa escondido como un lagarto? Quédense con esta tríada de sofocos: el calendario judicial con todos los actores en liza, desde su señora Begoña, al fiscal García Ortiz; la anunciada, y nunca cumplida, presentación de los Presupuestos que, según la ministra Montero (¿o se llama Montoro?) «ya están en marcha»; y la preparación de las urnas, primero de Castilla y León y después de Andalucía donde la candidata socialista lo tiene más difícil que el Andorra de Piqué como campeón de Liga. Y en días un acontecimiento nuclear: el dictamen del juez polaco Szpunar sobre el recurso de Puigdemont y demás tribu sobre la inmunidad parlamentaria que les niegan —estos sí que sin buenos— los magistrados Llarena y Marchena. No es de extrañar que el bobalicón Turull esté de los nervios y se dedique a patear como un aldeano a todo español que se encuentra a su vera. Y para colmo, y ya que hablamos de veras cercanas, Vox va a ensayar esta misma semana una «Jumilla 2» dedicada a azotar los costados del Partido Popular. Televisión Española está divulgando la patraña con precisión a todas horas. Como los mosqueteros: Uno para todos, todos para uno. Y eso sí: Sánchez y Al Gore al unísono. A lo sumo con la ya talludita Greta Thunberg del bracito.

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